Sin que nadie nos lo diga, siendo libres, pues la libertad jamás nos la arrebatarán. Ahora toca luchar, pelear de verdad contra aquellos que quieren destruir el sistema. Todos juntos, sin fisuras, en un solo bloque fuerte y decidido, dispuesto al sacrificio y a la batalla. La historia nos brinda la oportunidad de recuperar el control sobre nuestras vidas; un control perdido en manos de políticos que han optado por la traición, gente en la que depositamos ilusiones, a la que entregamos nuestro destino confiando en su capacidad y preparación, y que nos ha dado a cambio desesperación, desamparo y miseria.
Nunca nos hemos rendido: somos un pueblo luchador que ha sabido resistir siempre y que en las ocasiones en las que se ha mantenido unido se ha mostrado invencible. Nuestra innata rebeldía, el orgullo dormido que hemos tenido enterrado en el olvido, deben resucitar para enfrentarnos con los que, después de habernos hundido, quieren que paguemos por sus errores.
Políticos profesionales y su elite de manipuladores. Enquistados en el poder, han sabido manejar nuestra voluntad con sabiduría y malas artes: nos hemos dejado engañar a cambio de promesas de bienestar y progreso. Son una casta a la que se debe expulsar y eliminar de nuestra sociedad si queremos sobrevivir con dignidad. No han querido ni han sabido protegernos, trabajar para nosotros. Sólo han buscado su propio beneficio, alcanzar el poder para desde allí mirar hacia abajo y pisar nuestros sueños.
Su tiempo se ha terminado: no hay por qué seguir aguantando la humillación a la que nos han estado sometiendo. Debemos detenerles y apartarles de los mandos del Estado. Hace falta savia nueva que no esté viciada. Porque mientras ellos continúen mandando, no la dejarán aparecer. Por eso hay que ir a por ellos.
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