No se atrevió. Así de sencillo y así de claro. En un acto más de cobardía y en otra muestra de manipulación, Zapatero prefirió los aplausos; continuó mintiendo, adornando su fracaso, vendiendo su gestión como una lucha titánica contra los elementos, en la que él es el héroe. A su lado, Pajín, la millonaria, y Alarte, que con el jefe que tiene va a seguir mucho tiempo en la oposición, esté Camps o no en la cárcel.
¿Por qué no dijo en Elche el domingo lo que el lunes iba a acometer contra las entidades locales? ¿Temía acaso que la conciencia de los que allí estaban arropándole estallase? ¿O, simplemente, no dijo nada porque no tenía ni idea, como ha venido siendo habitual a lo largo de su mandato? Miente sin freno, nada ni nadie le detiene; improvisa, inventa y lanza sin compasión embustes. Continúa traicionando todos los conceptos sociales y socialistas; ahora sufrirán aquellos que viven en entornos rurales y en pequeños ayuntamientos. Por no hablar del paro. Pues si se paraliza la obra pública por falta de dinero, empleo, lo que se dice empleo, no se va a crear, no. Más bien todo lo contrario. Aunque ya da por pensar que eso le importa un comino. Mientras que no falte para cubrir los sueldos de Pajín y el sueldo de los demás, no pasa nada.
Muy cerca de donde estaba Zapatero arengando a sus tropas, un grupo de gente de una plataforma de esas del Facebook le dedicaba una sonora pitada. Creo que la plataforma en cuestión responde al nombre de Nunca nadie hizo tanto daño en tan poco tiempo. Al final será que van a tener razón. Zapatero pasará a la historia, con seguridad, como el peor gestor político de España, y a los hechos me remito
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