Relativo a las medidas del gobierno, es curioso el camino que toma la información: parece dirigida a formar y orientar las opiniones de los que la absorbemos ávidos de conocer el cauce que toman los acontecimientos. Según sean los medios, cada uno de su padre y de su madre, éstos te plantean el asunto de formas muy distintas.
En algunos, un ataque frontal y sin compasión al presidente del gobierno mostrándole como el gran culpable de la crisis marca la línea editorial. En otros se nos presenta la imagen de un hombre obligado a traicionar sus principios, una víctima más del desastre económico y social. Los menos se limitan a exponer y comunicar, sin entrar apenas casi en valoraciones.
Cada uno que se quede con lo que quiera. Personalmente, considero una burla el presentar a Zapatero como un alma cándida e inocente, forzada por los acontecimientos, arrastrada por el sistema a renunciar a sus creencias más firmes. En mi opinión estamos hablando de un político nefasto, el peor gestor de la historia de España. Mi argumentación es básica, primaria; su soberbia e incapacidad, su lentitud en la toma de decisiones y su torpeza en seleccionar éstas, su egocentrismo político y su traición constante a las ideas socialistas, su ineptitud y sus continuos embustes y enmascaramientos de la realidad. Todo junto, y algunas cosas más, le convierten, a mi entender, en un cáncer, en uno de los grandes culpables de lo que ha ocurrido y de lo que queda por venir, que puede que sea aún más duro. En su descarga decir que no es el único; sus compañeros, los del partido de enfrente, los sindicatos y la banca también tienen una parcela en este terreno. Pero esto no le exime de su delito. Si la dignidad que tenía cuando llegó vive todavía en él, debería dejar de hacernos daño. Él sabe muy bien cómo.
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