El presidente del Gobierno mantiene su previsión de viajar a Túnez el miércoles. Objetivo del viaje, respaldar el proceso de transición democrática del país. Loable misión la del Obama europeo. Y además, arriesgada, pues no se sabe bien quién le va a recibir, si le van a recibir y, lo más divertido de todo, si el que le reciba pintará algo en el país al día siguiente de haberle recibido. Al ritmo que marcan los acontecimientos de Túnez, el nuevo primer ministro Beyi Said Essebsi, sustituto del dimitido Mohamed Ghanuchi, igual dura menos de dos telediarios, o igual cumple las perspectivas del ejecutivo español, que piensa que alcanzará hasta mediados de julio, fecha prevista para las elecciones. Sea como sea, hay que ir aunque a pie de pista sólo aparezca una azafata con un cartel con su nombre.
Porque no nos engañemos, en política exterior seguimos con la máxima de que la foto es la foto, y no hay que perdérsela. Zapatero tiene que ser el primero en aparecer abanderando la democracia y la libertad y, en el fondo, le importa tres cuartos quién esté en el aeropuerto cuando él llegue, quién gobierne en el país y de qué país se trate. Aquí lo fundamental es que quede constancia de su liderazgo mundial, de su nivel interplanetario, de la magnitud de su misión entre los mortales antes de ascender en cuerpo y alma al reino de los cielos.
Dentro de mi ignorancia y teniendo en cuenta la mala leche que me produce cualquier cosa que haga Zapatero (he de reconocer que no estoy en condiciones anímicas de aguantarle ninguna tontería más), yo le sugeriría al Presidente del Gobierno que, ya que le ha entrado el gusanillo viajero y blande orgulloso la espada de la libertad, pasara de largo por Túnez y se dejara caer en Marruecos antes de que las cosas se líen serias en el país de Mohamed VI y el dictador comience a derramar la sangre de su pueblo. Al fin y al cabo, no estaría de más decirle al monarca alauita que cuando su gente despierte y le exija libertad y cuentas haría bien en controlarse, que tiene el gatillo fácil. Y de paso, que cuando se las vea muy negras (qué se las verá) que no intente escapar por Ceuta o Melilla, que por allí le tienen ganas.
Un sitio donde reflejar lo que piensas. Te invito a que compartas conmigo tu libertad.
lunes, 28 de febrero de 2011
viernes, 25 de febrero de 2011
Poeta y biógrafo
Como el conejo de las pilas. No tiene fin; dura, dura y dura, fábula tras fábula, es un espléndido aeda, un fantástico juglar. Nuestro Virgilio, Zapatero, elogia la actual protección social en España, y lo ejemplifica con la biografía ficticia de un ciudadano desde el momento en que nace, y sus padres pueden cuidarle gracias a los permisos laborales, hasta que se jubila y cobra la pensión. La imaginación al poder.
Porque vamos a ver. Nacer, se nace y con el alumbramiento se adquieren una serie de papeletas para el juego éste de sobrevivir por etapas en España, el país de nunca jamás (nunca jamás será lo que era antes de que las zarpas del poeta lo dejaran en cueros). El primer sorteo reparte en premios la fortuna de que al menos uno de los progenitores esté currando o reciba algún ingreso. Caso contrario, el recién nacido entra ya con mal pie, debuta en este mundo con penurias, sino hambre (aspectos ambos que también pueden producirse incluso contando con que padre o madre trabaje y no le alcance ni para el 10 del mes). Supongamos que la suerte le acompaña y ¡sí, es hijo de asalariados! (suenen timbales y trompetas, que el reino de los cielos se abre para felicitar la bonanza).
Acto seguido, empieza su andadura en el mundo educativo. Ahora es cuando se sortea el acceso a una buena formación, supeditado al sistema vigente y siempre relacionado con que los que le mantienen puedan permitírselo, que lo de la educación gratuita, y un carajo. Aquí hay pocas posibilidades de éxito: o vales porque naces con ello, o la ESO se encargará de hundirte en la desesperación y el desconocimiento (es el momento de dar tres hurras por los que parieron el actual sistema educativo, auténticos enemigos de la lógica y la razón, infames cenutrios que ya han destruido varias generaciones).
Pero, sigamos suponiendo que la suerte camina con él. El protagonista del cuento llega a la Universidad, estudia lo que puede pagarse y, milagro milagrito, termina sacándose un título. Es el turno ahora de la rifa más difícil, aquélla en la que conseguir un trabajo digno es la recompensa suprema. Tal y como está el patio, o hay padrinos poderosos, o a hacerse colegas en las colas del INEM. Pero ya que estamos en un mundo ficticio, imaginemos que logra un trabajo que encima se parece en algo a lo que ha estudiado. Nos hallamos ante un ser feliz y dichoso, al que la estructura social va a devorar ( hay que hipotecarse, buscar la independencia, hipotecarse, vivir bajo un techo, hipotecarse, quizás un coche, hipotecarse, formar familia,…). Pero no pasa nada, a cotizar, aunque sea a saltos, seis meses aquí, un año en el paro, un contrato de quince días, un año en el paro, tres años en otro sitio (hasta que quiebra), un año en el paro, una sustitución de verano, un año en el paro, etc. Una vida dichosa, llena de felicidad.
Entra en escena otra lotería, la de la salud. El instinto le mantiene en la brega y si consigue esquivar las trampas de la vida (las propias y las que te obligan a sufrir la inseguridad social y los hospitales públicos), llega a la jubilación, con 67, 68, 69 o lo que toque. Le computan lo cotizado y descubre que con lo que le queda, si paga la luz no come. Y siempre con la duda de que exista algo en la caja para él, no sea que cuando sea su turno no quede ni un maravedí (recuperaremos las monedas antiguas, tiempo al tiempo).
Esta historia se aproxima más a la realidad que el relato mágico del Capitán Araña. Eso de que un ciudadano nace, es cuidado mientras crece, se jubila y cobra la pensión (habrá que trabajar antes) no es que sea falso, es que es una estupidez más. El actual español nace, crece, se reproduce y con el Cucal Zapatero muere y desaparece. Así de fácil.
Porque vamos a ver. Nacer, se nace y con el alumbramiento se adquieren una serie de papeletas para el juego éste de sobrevivir por etapas en España, el país de nunca jamás (nunca jamás será lo que era antes de que las zarpas del poeta lo dejaran en cueros). El primer sorteo reparte en premios la fortuna de que al menos uno de los progenitores esté currando o reciba algún ingreso. Caso contrario, el recién nacido entra ya con mal pie, debuta en este mundo con penurias, sino hambre (aspectos ambos que también pueden producirse incluso contando con que padre o madre trabaje y no le alcance ni para el 10 del mes). Supongamos que la suerte le acompaña y ¡sí, es hijo de asalariados! (suenen timbales y trompetas, que el reino de los cielos se abre para felicitar la bonanza).
Acto seguido, empieza su andadura en el mundo educativo. Ahora es cuando se sortea el acceso a una buena formación, supeditado al sistema vigente y siempre relacionado con que los que le mantienen puedan permitírselo, que lo de la educación gratuita, y un carajo. Aquí hay pocas posibilidades de éxito: o vales porque naces con ello, o la ESO se encargará de hundirte en la desesperación y el desconocimiento (es el momento de dar tres hurras por los que parieron el actual sistema educativo, auténticos enemigos de la lógica y la razón, infames cenutrios que ya han destruido varias generaciones).
Pero, sigamos suponiendo que la suerte camina con él. El protagonista del cuento llega a la Universidad, estudia lo que puede pagarse y, milagro milagrito, termina sacándose un título. Es el turno ahora de la rifa más difícil, aquélla en la que conseguir un trabajo digno es la recompensa suprema. Tal y como está el patio, o hay padrinos poderosos, o a hacerse colegas en las colas del INEM. Pero ya que estamos en un mundo ficticio, imaginemos que logra un trabajo que encima se parece en algo a lo que ha estudiado. Nos hallamos ante un ser feliz y dichoso, al que la estructura social va a devorar ( hay que hipotecarse, buscar la independencia, hipotecarse, vivir bajo un techo, hipotecarse, quizás un coche, hipotecarse, formar familia,…). Pero no pasa nada, a cotizar, aunque sea a saltos, seis meses aquí, un año en el paro, un contrato de quince días, un año en el paro, tres años en otro sitio (hasta que quiebra), un año en el paro, una sustitución de verano, un año en el paro, etc. Una vida dichosa, llena de felicidad.
Entra en escena otra lotería, la de la salud. El instinto le mantiene en la brega y si consigue esquivar las trampas de la vida (las propias y las que te obligan a sufrir la inseguridad social y los hospitales públicos), llega a la jubilación, con 67, 68, 69 o lo que toque. Le computan lo cotizado y descubre que con lo que le queda, si paga la luz no come. Y siempre con la duda de que exista algo en la caja para él, no sea que cuando sea su turno no quede ni un maravedí (recuperaremos las monedas antiguas, tiempo al tiempo).
Esta historia se aproxima más a la realidad que el relato mágico del Capitán Araña. Eso de que un ciudadano nace, es cuidado mientras crece, se jubila y cobra la pensión (habrá que trabajar antes) no es que sea falso, es que es una estupidez más. El actual español nace, crece, se reproduce y con el Cucal Zapatero muere y desaparece. Así de fácil.
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Zapatero y Virgilio
Nuevos tiempos, nuevos golpistas
No pretendo que a alguien le escueza lo escrito aquí. Las situaciones y las personas son muy distintas ahora a lo que eran en el año 1.981, pero muchos conceptos presentan una peligrosa afinidad y una similitud en el fondo y en algunas formas que invitan a pensar que quizás, haciendo un ejercicio imaginativo, nos hallemos hoy en día frente a unos nuevos golpistas que han usurpado nuestra soberanía y que controlan el desarrollo de nuestra vida.
Muy distintas son las maneras de las que se puede llevar a cabo un golpe de estado, no es necesario entrar pistola en mano en el Congreso y echar los tanques a la calle; el ejército español está demostrando presencia, profesionalidad, fidelidad y paciencia, mucha paciencia. Por este lado no van los tiros. Ellos no son los golpistas del presente ni del futuro, todo lo contrario. Son los garantes de nuestra pobre democracia.
Un golpe de estado puede ejecutarse tanto con rapidez y sorpresa, como también lenta y pausadamente, con un ladino avance continuo, devorando instituciones, impregnando la sociedad, creando necesidades y aborregando al pueblo. Hoy en día, y es una opinión, estamos sometidos a una dictadura que, lentamente y sin descanso, se ha apoderado de nuestro modo de vida, que nos conduce como títeres por donde su índice de beneficios marca, que nos maneja con capricho exprimiéndonos hasta obtener rentabilidad. Y cuando el flujo neto de caja que podemos aportar es negativo, cuando costamos más de lo que podemos producir, nos abandona y nos somete a la miseria.
Los cabecillas de este totalitarismo, de esta dictadura económica son un grupo salvaje, sin escrúpulos, gente que tiene un euro en el lugar del corazón y el mercado de deuda en la cabeza, que se perfuma con petróleo, que trafica con divisas, que tolera o promueve guerras según el nivel de ingresos, que consiente la sangre y la opresión y que maneja las voluntades y actitudes de todas las naciones.
Como solos no pueden, para ejecutar su dominio se sirven de lacayos de confianza, políticos de medio pelo que han asaltado los gobiernos, que han creado una casta impenetrable que participa rastreramente de la manipulación, prostituyéndose a cambio de seguridad y riqueza.
Si entendemos un golpe de estado como la usurpación de la soberanía mediante el uso de la fuerza, física o no, con la consiguiente pérdida de derechos; si entendemos un golpe de estado como el sometimiento de la ciudadanía a los designios de unos pocos, sin tener opción a intervenir y si entendemos un golpe de estado como el secuestro de las libertades, alguien con imaginación podría llegar a ver en nuestra situación actual rasgos, actuaciones, comportamientos, normas y directrices políticas, económicas y sociales similares, por no decir idénticas. En este momento de las cosas, tengo la seguridad, sé que no somos dueños de nuestro futuro, que aquéllos que nos controlan contra nuestra voluntad consideran que no valemos nada y que nada vale la pena hacer por muchos de nosotros, carne de hambre. Pero también estoy convencido de que algún día esto cambiará, de que lograremos recuperar la dignidad y la libertad. Y por ello debemos pelear.
Muy distintas son las maneras de las que se puede llevar a cabo un golpe de estado, no es necesario entrar pistola en mano en el Congreso y echar los tanques a la calle; el ejército español está demostrando presencia, profesionalidad, fidelidad y paciencia, mucha paciencia. Por este lado no van los tiros. Ellos no son los golpistas del presente ni del futuro, todo lo contrario. Son los garantes de nuestra pobre democracia.
Un golpe de estado puede ejecutarse tanto con rapidez y sorpresa, como también lenta y pausadamente, con un ladino avance continuo, devorando instituciones, impregnando la sociedad, creando necesidades y aborregando al pueblo. Hoy en día, y es una opinión, estamos sometidos a una dictadura que, lentamente y sin descanso, se ha apoderado de nuestro modo de vida, que nos conduce como títeres por donde su índice de beneficios marca, que nos maneja con capricho exprimiéndonos hasta obtener rentabilidad. Y cuando el flujo neto de caja que podemos aportar es negativo, cuando costamos más de lo que podemos producir, nos abandona y nos somete a la miseria.
Los cabecillas de este totalitarismo, de esta dictadura económica son un grupo salvaje, sin escrúpulos, gente que tiene un euro en el lugar del corazón y el mercado de deuda en la cabeza, que se perfuma con petróleo, que trafica con divisas, que tolera o promueve guerras según el nivel de ingresos, que consiente la sangre y la opresión y que maneja las voluntades y actitudes de todas las naciones.
Como solos no pueden, para ejecutar su dominio se sirven de lacayos de confianza, políticos de medio pelo que han asaltado los gobiernos, que han creado una casta impenetrable que participa rastreramente de la manipulación, prostituyéndose a cambio de seguridad y riqueza.
Si entendemos un golpe de estado como la usurpación de la soberanía mediante el uso de la fuerza, física o no, con la consiguiente pérdida de derechos; si entendemos un golpe de estado como el sometimiento de la ciudadanía a los designios de unos pocos, sin tener opción a intervenir y si entendemos un golpe de estado como el secuestro de las libertades, alguien con imaginación podría llegar a ver en nuestra situación actual rasgos, actuaciones, comportamientos, normas y directrices políticas, económicas y sociales similares, por no decir idénticas. En este momento de las cosas, tengo la seguridad, sé que no somos dueños de nuestro futuro, que aquéllos que nos controlan contra nuestra voluntad consideran que no valemos nada y que nada vale la pena hacer por muchos de nosotros, carne de hambre. Pero también estoy convencido de que algún día esto cambiará, de que lograremos recuperar la dignidad y la libertad. Y por ello debemos pelear.
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miércoles, 23 de febrero de 2011
Gadafi, un loco asesino
"Yo no me voy a ir con esta situación. Moriré como un mártir". Muamar el Gadafi está, definitivamente, como una cabra. Un loco armado y peligroso que mantiene como rehenes a la gran mayoría del pueblo libio, que se esconde tras mercenarios que asesinan al ritmo que marca su batuta y que no duda en utilizar los aviones del ejército para masacrar a los suyos. Carga contra la comunidad internacional y las cadenas de televisión extranjeras porque, en su opinión, distorsionan la realidad y "trabajan para el diablo" mientras él se encarga de destruir Libia.
Desde las ruinas del palacio destruido por los bombardeos de EE UU en 1986, el líder libio escenifica su tragedia y define a los que sólo buscan libertad como drogadictos y borrachos, delincuentes manipulados por fuerzas externas. Según Gadafi, “los libios son libres puesto que el poder está en manos del pueblo". Todo un discurso de un orate al que sólo mantienen en el poder los soldados a sueldo y el eficaz trabajo de los cazabombarderos y los helicópteros, balas para matar el deseo de libertad, amenazas de muerte para los que se opongan a su dictado. Cínico y mentiroso, como todos los cobardes, Gadafi, pese a las evidencias, niega que hasta el momento se haya empleado la violencia, aunque advierte que si necesita recurrir al uso la fuerza, lo hará. Inundará de sangre las calles si así se le antoja y para ello se servirá de sus partidarios, aleccionados para comenzar el exterminio de las ratas que siembran los disturbios.
Aquéllos que le han acompañado, ahora le abandonan, conscientes de la brutal matanza que se está perpetrando en el país. El ministro del Interior libio expresa su rechazo a Gadafi, anuncia su apoyo a los manifestantes y pide al ejército que se una al pueblo para defender sus "legítimas demandas". Varios diplomáticos libios, al igual que el representante de este país ante la Liga Árabe, han roto con el dictador y claman para que abandone. El demente se queda solo, rodeado únicamente de los que aún aceptan su dinero y de los que han sido sus cómplices, los perros más fieles de la dictadura. Poco le queda o bien para morir o bien para huir. Me inclino más por lo segundo, aunque dado el desequilibrio mental con el que sostiene su espada Gadafi, capaz es de entregar su vida. Eso sí, matando.
Desde las ruinas del palacio destruido por los bombardeos de EE UU en 1986, el líder libio escenifica su tragedia y define a los que sólo buscan libertad como drogadictos y borrachos, delincuentes manipulados por fuerzas externas. Según Gadafi, “los libios son libres puesto que el poder está en manos del pueblo". Todo un discurso de un orate al que sólo mantienen en el poder los soldados a sueldo y el eficaz trabajo de los cazabombarderos y los helicópteros, balas para matar el deseo de libertad, amenazas de muerte para los que se opongan a su dictado. Cínico y mentiroso, como todos los cobardes, Gadafi, pese a las evidencias, niega que hasta el momento se haya empleado la violencia, aunque advierte que si necesita recurrir al uso la fuerza, lo hará. Inundará de sangre las calles si así se le antoja y para ello se servirá de sus partidarios, aleccionados para comenzar el exterminio de las ratas que siembran los disturbios.
Aquéllos que le han acompañado, ahora le abandonan, conscientes de la brutal matanza que se está perpetrando en el país. El ministro del Interior libio expresa su rechazo a Gadafi, anuncia su apoyo a los manifestantes y pide al ejército que se una al pueblo para defender sus "legítimas demandas". Varios diplomáticos libios, al igual que el representante de este país ante la Liga Árabe, han roto con el dictador y claman para que abandone. El demente se queda solo, rodeado únicamente de los que aún aceptan su dinero y de los que han sido sus cómplices, los perros más fieles de la dictadura. Poco le queda o bien para morir o bien para huir. Me inclino más por lo segundo, aunque dado el desequilibrio mental con el que sostiene su espada Gadafi, capaz es de entregar su vida. Eso sí, matando.
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Sesión de descontrol el 23-F
“No, hombre, no, que hoy no es el día, que me viene muy mal. Verá usted, a lo que me pregunta prefiero no contestar, no se tercia que usted me requiera sobre el tema económico siendo la fecha que es. Treinta años hace que fracasó la intentona de golpe de estado, y debemos estar centrados únicamente en rememorar el triunfo de la democracia y en felicitarnos todos los que estamos en la Cámara por lo libres que somos.
Así que no sea impertinente, no me pregunte sobre mi valoración al respecto de la caída del 0,1 % de la economía española comparada con la subida del 1,7 % de la zona euro. Eso es una menudencia comparada con la magnitud de lo que celebramos. Confórmese con el habitual no sé, no contesto, o, si así lo prefiere, le digo lo acostumbrado, que su política es echarme la culpa de todo, y tan contentos. Eso sí, para que lo tenga presente, si el martes que viene insiste usted en el fondo y forma de sus cuestiones, no espere respuestas concretas. Parece mentira que no sepa ni respete algo tan importante como la creación en 1.872 del Parque Nacional Yellowstone en los USA, hogar y morada del oso Yogui y de BuBu, a la sazón iconos del buen hacer a los que he imitado últimamente. Si demuestra paciencia, en un par de añitos le permitiré un análisis más acertado de la situación. Un poco de por favor, no me pierda la compostura, que está usted meando fuera del tiesto.”
Así hablo Zaratustra en el Congreso el día 23 de febrero del 2011, en la sesión de control y ante las preguntas de Mariano Rajoy. Palabra de dios, te alabamos, óyenos (alucinante es poco).
Así que no sea impertinente, no me pregunte sobre mi valoración al respecto de la caída del 0,1 % de la economía española comparada con la subida del 1,7 % de la zona euro. Eso es una menudencia comparada con la magnitud de lo que celebramos. Confórmese con el habitual no sé, no contesto, o, si así lo prefiere, le digo lo acostumbrado, que su política es echarme la culpa de todo, y tan contentos. Eso sí, para que lo tenga presente, si el martes que viene insiste usted en el fondo y forma de sus cuestiones, no espere respuestas concretas. Parece mentira que no sepa ni respete algo tan importante como la creación en 1.872 del Parque Nacional Yellowstone en los USA, hogar y morada del oso Yogui y de BuBu, a la sazón iconos del buen hacer a los que he imitado últimamente. Si demuestra paciencia, en un par de añitos le permitiré un análisis más acertado de la situación. Un poco de por favor, no me pierda la compostura, que está usted meando fuera del tiesto.”
Así hablo Zaratustra en el Congreso el día 23 de febrero del 2011, en la sesión de control y ante las preguntas de Mariano Rajoy. Palabra de dios, te alabamos, óyenos (alucinante es poco).
martes, 22 de febrero de 2011
23-F de hormonas
Parece que toca recordar lo que estaba haciendo uno el 23 de febrero de 1.981. Todo el mundo detalla a la perfección cómo le cogió el golpe de estado. Se ve que las memorias crean archivos imborrables cuando vienen sustos de éstos. Yo, quizás porque tenía trece años y mis hormonas estaban más en otras cosas, tengo un recuerdo borroso sobre a qué dedicaba aquella tarde. Recién terminada la jornada escolar, posiblemente no estuviera haciendo nada de nada, ni tan siquiera me había enterado hasta que llamó a mi casa la madre de un compañero de clase que solía pasar algunas tardes conmigo vagueando. Al preguntarme por mi colega, yo le dije que ni idea, que vaya usted a saber. Ella se encontraba muy nerviosa, muy alterada “¿No te has enterado de lo que está pasando?” La verdad, pues no, le contesté. “Hay un golpe de estado, la guardia civil ha entrado a tiros en el Congreso, y el golfo de mi hijo está ilocalizable. Ayúdame a buscarlo, por favor” Cómo no, no te preocupes, le dije. Ya me lo imaginaba preso “Hay un toque de queda, dicen que los soldados patrullan las calles” Joder, qué emoción. Con la adrenalina disparada, intenté tranquilizarle, comprometiéndome a llamar a todos hasta que diera con su hijo. “Bueno, tranquila, que ya verás como aparece enseguida…”
Colgué el teléfono y entonces vi la luz. Ya sé dónde paraban él y otro más, y me siento culpable por no haberles delatado, pero comprenderán, no podía decirlo. Era martes, y los martes en un determinado cine especializado en películas para adultos, nos dejaban entrar a pesar de tener muchos más granos que años. Cuestión de hormonas, como ya he dicho antes. Aquel día creo que proyectaban “El fontanero, su mujer y otras cosas de meter”, o alguna otra obra maestra por el estilo. El caso es que los dos se fueron al cine, se tragaron la sesión entera, y cuando salieron se tropezaron con una ciudad desierta, acojonada, por la que, tenía razón la madre de mi amigo, los soldados patrullaban. Ni qué decir tiene que les faltaron piernas para llegar a sus respectivas casas, donde la somanta de palos que les propinaron aún les debe de doler.
Mientras, yo, pasé la velada pendiente de la radio y vigilando mis hormonas (otra vez). Que los trece años eran muy peligrosos. Nada de especial, nada para reseñar. Sólo que mi vecino de arriba bajó a despedirse; salió pitando hacia el aeropuerto, con el pánico dibujado en la cara. Sabía que si la situación se calentaba, el iba a ser de los primeros en escaldarse, y optó por poner tierra de por medio. Había miedo.
Colgué el teléfono y entonces vi la luz. Ya sé dónde paraban él y otro más, y me siento culpable por no haberles delatado, pero comprenderán, no podía decirlo. Era martes, y los martes en un determinado cine especializado en películas para adultos, nos dejaban entrar a pesar de tener muchos más granos que años. Cuestión de hormonas, como ya he dicho antes. Aquel día creo que proyectaban “El fontanero, su mujer y otras cosas de meter”, o alguna otra obra maestra por el estilo. El caso es que los dos se fueron al cine, se tragaron la sesión entera, y cuando salieron se tropezaron con una ciudad desierta, acojonada, por la que, tenía razón la madre de mi amigo, los soldados patrullaban. Ni qué decir tiene que les faltaron piernas para llegar a sus respectivas casas, donde la somanta de palos que les propinaron aún les debe de doler.
Mientras, yo, pasé la velada pendiente de la radio y vigilando mis hormonas (otra vez). Que los trece años eran muy peligrosos. Nada de especial, nada para reseñar. Sólo que mi vecino de arriba bajó a despedirse; salió pitando hacia el aeropuerto, con el pánico dibujado en la cara. Sabía que si la situación se calentaba, el iba a ser de los primeros en escaldarse, y optó por poner tierra de por medio. Había miedo.
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lunes, 21 de febrero de 2011
Zapatero, digno de valorar
José Bono, en una entrevista a la Cadena Ser, ha manifestado que " desde que Zapatero le ganó el Congreso en el 2000 no se ha permitido ni se permitirá el más mínimo regate en su contra porque Zapatero se va a engrandecer cuando ya no sea presidente del Gobierno", precisando a continuación que los sacrificios de Zapatero "el pueblo español los va a reconocer". Según el Presidente del Congreso, con los "ajustes difíciles y complicados, con una izquierda a nuestra izquierda que pareciera otra vez instalada en la pinza y con unas duras críticas como las que está recibiendo, es comprensivo que se duela y que su imagen esté mal". Toda una defensa del Gran Jefe que el mismo Bono resume al afirmar que "tenemos un gran presidente del Gobierno" y "detrás del presidente hay un hombre digno de ser valorado".
Bueno, bueno. No seré yo quién le discuta a José Bono su apreciación sobre el engrandecimiento de Zapatero cuando éste deje el cargo. Tiene toda la razón, pues es materialmente imposible que un ser humano se empequeñezca más de lo que ha conseguido nuestro presidente del Gobierno. Esta reducción jíbara se la ha trabajado con notable acierto, a base de improvisaciones, errores, más improvisaciones, más errores, y así en una serie infinita de torpezas y equivocaciones. Tiene mérito lo suyo. El problema es que en su imparable mengua ha arrastrado a todo el país, dejándolo bajo mínimos. Así que, ya que se llevan los dos a partir un piñón, entre café y café el presidente del Congreso podría convencer a Zapatero de que dejara ya de ridiculizarse él, y humillarnos a nosotros, y que tomara las de Villadiego. Todo un sacrificio que el pueblo español reconocería, un majestuoso detalle por su parte. Además, digo yo que si tan dolido está por las críticas, si tan mal se siente por la caída al abismo de su imagen y el efecto que provoca en sus propias filas, qué mejor remedio que tomarse unas vacaciones largas, muy largas. Empezaría entonces nuestro turno para valorar con justicia su encomiable labor de destrucción.
No dudo que José Luis Rodríguez Zapatero anda fastidiado el hombre, pues a buen seguro considera en su delirio que lo está haciendo de lujo. Lo que me hace renegar de todo esto es que nadie de los que le rodean y adulan le muestre la realidad de las cosas. Empieza uno a estar muy harto de este juego de políticos, de este peloteo rastrero. Si lo has hecho mal, te vas y punto, que no pasa nada. Esta campaña para que sintamos lástima del presidente, de sus señorías los ministros, de sus otras señorías diputados y senadores, y de los abnegados asesores y demás raza que acompaña al sistema, sólo me produce asco. La manipulación orquestada de las voluntades quizás fuese posible hace tiempo, pero a día de hoy quien más quien menos ya se ha caído de la higuera y dejado los piños contra el suelo, ya no cuela tan suave la mentira. Así que, ánimo, señor Bono, con un empujoncito que le dé usted, ayudado por el desequilibrio natural que caracteriza al presidente, y por el palo que nos van a meter desde Europa cuando vengan a cobrar lo que nos están prestando, con una miaja de suerte nos lo quitamos de encima. Eso sí sería digno de reconocer, agradecer, valorar y recordar eternamente.
Bueno, bueno. No seré yo quién le discuta a José Bono su apreciación sobre el engrandecimiento de Zapatero cuando éste deje el cargo. Tiene toda la razón, pues es materialmente imposible que un ser humano se empequeñezca más de lo que ha conseguido nuestro presidente del Gobierno. Esta reducción jíbara se la ha trabajado con notable acierto, a base de improvisaciones, errores, más improvisaciones, más errores, y así en una serie infinita de torpezas y equivocaciones. Tiene mérito lo suyo. El problema es que en su imparable mengua ha arrastrado a todo el país, dejándolo bajo mínimos. Así que, ya que se llevan los dos a partir un piñón, entre café y café el presidente del Congreso podría convencer a Zapatero de que dejara ya de ridiculizarse él, y humillarnos a nosotros, y que tomara las de Villadiego. Todo un sacrificio que el pueblo español reconocería, un majestuoso detalle por su parte. Además, digo yo que si tan dolido está por las críticas, si tan mal se siente por la caída al abismo de su imagen y el efecto que provoca en sus propias filas, qué mejor remedio que tomarse unas vacaciones largas, muy largas. Empezaría entonces nuestro turno para valorar con justicia su encomiable labor de destrucción.
No dudo que José Luis Rodríguez Zapatero anda fastidiado el hombre, pues a buen seguro considera en su delirio que lo está haciendo de lujo. Lo que me hace renegar de todo esto es que nadie de los que le rodean y adulan le muestre la realidad de las cosas. Empieza uno a estar muy harto de este juego de políticos, de este peloteo rastrero. Si lo has hecho mal, te vas y punto, que no pasa nada. Esta campaña para que sintamos lástima del presidente, de sus señorías los ministros, de sus otras señorías diputados y senadores, y de los abnegados asesores y demás raza que acompaña al sistema, sólo me produce asco. La manipulación orquestada de las voluntades quizás fuese posible hace tiempo, pero a día de hoy quien más quien menos ya se ha caído de la higuera y dejado los piños contra el suelo, ya no cuela tan suave la mentira. Así que, ánimo, señor Bono, con un empujoncito que le dé usted, ayudado por el desequilibrio natural que caracteriza al presidente, y por el palo que nos van a meter desde Europa cuando vengan a cobrar lo que nos están prestando, con una miaja de suerte nos lo quitamos de encima. Eso sí sería digno de reconocer, agradecer, valorar y recordar eternamente.
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Trichet el Grande
Adoro a este hombre. Papá Noel a su lado es un andrajoso patán. Debe de saber un montón pues sobre él recaen muchas decisiones, y sus opiniones generan norma. Trichet, Jean Claude, asegura que subir los salarios sería la última tontería que hay que hacer, y se basa en que los países como Alemania, que mejor los han controlado, son los que más éxito tienen en la reducción de paro. Según parece, los teutones crean empleo hasta en tiempos de crisis.
De la inflación, pues nada, que sí, que puede repuntar, pero que sería sólo un chichón, aunque no descarta un alza en el futuro. Y de lo suyo, de si sigue o no al frente del Banco Central Europeo, prefiere no hablar, está muy tranquilo el personaje.
Yo no sé por dónde coger al tal Jean Claude (si sé por dónde le agarraría, para que supiera lo que es pasarlas canutas). No sé si tiene o no razón en lo que afirma, no sé si lo más recomendable es continuar perdiendo poder adquisitivo, volvernos cada día que pasa más pobres, mientras unos pocos se enriquecen insultantemente. Es posible que la salida a la crisis pase por ahí, por rozar la miseria. Lo que sí que tengo por seguro es que él y los que le rodean, junto al resto de la casta política son los culpables de que yo, los que me rodean y el resto de la clase popular camine con una soga al cuello. Ellos nos han puesto la correa, nos han atado a la ruina y nos han conducido a la crisis. Y siguen ahí, mandando, aconsejando, legislando, provocando todas las penas que estamos sufriendo, y las que quedan por venir. Son malos profesionales, ineptos gestores a los que deberíamos tirar a la puñetera calle ya, con una mano delante y otra detrás, y después exigirles responsabilidades. Pero la cobardía y el temor a perder lo poco que tenemos nos tienen paralizados. Cuando los desechos de nuestra vida desaparezcan del todo, despertaremos. Seguro. Y el Sr. Trichet y su banda bien pueden desaparecer lejos, muy lejos.
De la inflación, pues nada, que sí, que puede repuntar, pero que sería sólo un chichón, aunque no descarta un alza en el futuro. Y de lo suyo, de si sigue o no al frente del Banco Central Europeo, prefiere no hablar, está muy tranquilo el personaje.
Yo no sé por dónde coger al tal Jean Claude (si sé por dónde le agarraría, para que supiera lo que es pasarlas canutas). No sé si tiene o no razón en lo que afirma, no sé si lo más recomendable es continuar perdiendo poder adquisitivo, volvernos cada día que pasa más pobres, mientras unos pocos se enriquecen insultantemente. Es posible que la salida a la crisis pase por ahí, por rozar la miseria. Lo que sí que tengo por seguro es que él y los que le rodean, junto al resto de la casta política son los culpables de que yo, los que me rodean y el resto de la clase popular camine con una soga al cuello. Ellos nos han puesto la correa, nos han atado a la ruina y nos han conducido a la crisis. Y siguen ahí, mandando, aconsejando, legislando, provocando todas las penas que estamos sufriendo, y las que quedan por venir. Son malos profesionales, ineptos gestores a los que deberíamos tirar a la puñetera calle ya, con una mano delante y otra detrás, y después exigirles responsabilidades. Pero la cobardía y el temor a perder lo poco que tenemos nos tienen paralizados. Cuando los desechos de nuestra vida desaparezcan del todo, despertaremos. Seguro. Y el Sr. Trichet y su banda bien pueden desaparecer lejos, muy lejos.
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sábado, 19 de febrero de 2011
Es Dios en la tierra
Año 2030. Acabo de despertar de un coma profundo, he estado muy cerca de la muerte. A punto de jubilarme con los 78 que marca la ley, el corazón me ha dejado de funcionar y he llegado a atravesar el túnel. Ya me dicen mis nietos que estoy muy cascado para seguir en el tajo, pero yo les contesto que no hay otro remedio. La ruina que ha devastado el país durante las dos últimas décadas es tan grande que ni para pensiones queda en la caja del Estado. Y la familia tiene que comer, qué coño. Pero en esta ocasión el aviso ha sido muy, muy serio. Fíjate que hasta la mortaja tenían preparada. Y no andaban desencaminados los que me veían ya en el horno, que el túnel me lo he recorrido entero detrás de la puñetera luz, hasta que he encontrado la salida.
A punto he estado de no volverme. La verdad es que el sitio es estupendo, la tranquilidad te invade, se siente una paz tremenda que te domina. Y el recibimiento, de lujo. Allí estaban mis padres, mis abuelos, dos primos que ni tan siquiera conocí en vida y alguno de mis amigos, que no todos (me dijeron que Pascual montó un pollo de narices porque no le daban cerveza, y que por ello le mandaron al lado opuesto). De maravilla el Paraíso, para no perdérselo. Todo divino hasta que ocurrió lo impensable, hasta que me condujeron ante el Gran Jefe.
Yo me dije “¡Hombre, por fin voy a conocer al Todopoderoso!” Y para allá que fui. Estaba de espaldas, hablando con otro que debía de ser su mano derecha (aunque le llamaba Alfredo, supuse que se trataba de Cristo). Su físico me defraudó un poco, me esperaba alguien majestuoso, colosal. Y me hallaba ante un personaje moreno, de mediana estatura, pelo corto y estrecho de espaldas. Al escucharme toser (la gripe me había matado), el mandamás de los cielos se giró y la luz se tornó tiniebla. Sentí miedo, un terror indescriptible se apoderó de mí. Reconocí su rostro, su semblante me hizo recordar el hambre y la miseria, su sonrisa me penetro afilada y cruel, y me puse a temblar por el miedo.
Era cierto, era él, el azote del progreso. Yo no le creía cuando proclamaba que era el elegido, Dios en la Tierra. Pero no mentía, no. Lo tenía enfrente de mí, no sabía qué hacer, hasta que me habló y desperté del hechizo.” Hola, bienvenido a mis dominios”, me dijo. “Soy la prosperidad, soy el benefactor, soy el adalid de las causas justas, soy José Luis. Pero tú puedes llamarme Presidente”.
Y un cuerno. Salí pitando. “¿Dónde carajo estaba la salida? Éste no me trinca otra vez. Ya lo sufrí doce años, ya me arruinó, ya me hizo un desgraciado para toda la vida, como para tener que aguantarlo eternamente. Allí está…” Me tiré de cabeza dentro del túnel y corrí, corrí, corrí hasta desfallecer.
Lo siguiente que recuerdo es la habitación de la UCI, mi cuerpo cansado lleno de tubos y la enfermera susurrándome “Qué suerte tienes. Has regresado de entre los muertos y has vuelto a la vida” No sabe muy bien la pobre cuánta razón tiene. Ya sabiendo lo que me espera allá arriba, haré como mi amigo Pascual cuando la palme, liaré alguna gorda y me encaminaré gustoso al otro lado. En cualquier sitio mejor que con el innombrable
A punto he estado de no volverme. La verdad es que el sitio es estupendo, la tranquilidad te invade, se siente una paz tremenda que te domina. Y el recibimiento, de lujo. Allí estaban mis padres, mis abuelos, dos primos que ni tan siquiera conocí en vida y alguno de mis amigos, que no todos (me dijeron que Pascual montó un pollo de narices porque no le daban cerveza, y que por ello le mandaron al lado opuesto). De maravilla el Paraíso, para no perdérselo. Todo divino hasta que ocurrió lo impensable, hasta que me condujeron ante el Gran Jefe.
Yo me dije “¡Hombre, por fin voy a conocer al Todopoderoso!” Y para allá que fui. Estaba de espaldas, hablando con otro que debía de ser su mano derecha (aunque le llamaba Alfredo, supuse que se trataba de Cristo). Su físico me defraudó un poco, me esperaba alguien majestuoso, colosal. Y me hallaba ante un personaje moreno, de mediana estatura, pelo corto y estrecho de espaldas. Al escucharme toser (la gripe me había matado), el mandamás de los cielos se giró y la luz se tornó tiniebla. Sentí miedo, un terror indescriptible se apoderó de mí. Reconocí su rostro, su semblante me hizo recordar el hambre y la miseria, su sonrisa me penetro afilada y cruel, y me puse a temblar por el miedo.
Era cierto, era él, el azote del progreso. Yo no le creía cuando proclamaba que era el elegido, Dios en la Tierra. Pero no mentía, no. Lo tenía enfrente de mí, no sabía qué hacer, hasta que me habló y desperté del hechizo.” Hola, bienvenido a mis dominios”, me dijo. “Soy la prosperidad, soy el benefactor, soy el adalid de las causas justas, soy José Luis. Pero tú puedes llamarme Presidente”.
Y un cuerno. Salí pitando. “¿Dónde carajo estaba la salida? Éste no me trinca otra vez. Ya lo sufrí doce años, ya me arruinó, ya me hizo un desgraciado para toda la vida, como para tener que aguantarlo eternamente. Allí está…” Me tiré de cabeza dentro del túnel y corrí, corrí, corrí hasta desfallecer.
Lo siguiente que recuerdo es la habitación de la UCI, mi cuerpo cansado lleno de tubos y la enfermera susurrándome “Qué suerte tienes. Has regresado de entre los muertos y has vuelto a la vida” No sabe muy bien la pobre cuánta razón tiene. Ya sabiendo lo que me espera allá arriba, haré como mi amigo Pascual cuando la palme, liaré alguna gorda y me encaminaré gustoso al otro lado. En cualquier sitio mejor que con el innombrable
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Zapatero y la prosperidad
La prosperidad según Zapatero
José Luis Rodríguez Zapatero dice, sin ruborizarse, que sus reformas son la prosperidad de mañana. Grande, el fenómeno. La mitomanía al poder. Lo afirma y, encima, se lo cree. Es increíble la imaginación que nace de esa cabecita sonriente y talentosa. Y, claro, como vincula el progreso y los avances en el Estado de bienestar de España en las tres últimas décadas a los cambios emprendidos en los 80, utiliza esto como argumento para aseverar que todas las patadas que nos está metiendo en el hígado, son el germen del que brotará el esplendoroso futuro que nos espera. Perdón por lo escatológico, pero es para cagarse.
Este ejercicio de diarrea mental lo ha protagonizado nuestro as de bastos en Oviedo, en un acto de precampaña en el que se ha aburrido de repetir que la responsabilidad hacia España y la coherencia con las ideas socialistas le han llevado a plantear reformas difíciles y casi siempre criticadas pero necesarias para seguir avanzando y consolidar el Estado de bienestar. Como si él supiera lo que significa responsabilidad, coherencia y, si me apuras, socialismo. Conceptos todos aniquilados por su torpeza, su improvisación y su manifiesta incompetencia. Además, no sé a qué Estado de bienestar va a consolidar el hombre, si se lo ha cargado del todo, no existe reanimación posible. Tal es la magnitud del daño producido que, y ahí tiene razón, hasta dentro de treinta años mínimo, no empezaremos a notar la recuperación.
Eso sí, gracioso, lo que se dice gracioso, no es que sea, pero tiene unos golpes simpáticos. Sitúa a la derecha más a la izquierda que los sindicatos (él sabe muy bien por qué lo dice, los ha moldeado a su imagen y semejanza) y se enorgullece de que en los treinta años de democracia las dos terceras partes del tiempo ha gobernando el PSOE. Ahí has dado, José Luis. Así nos va.
Este ejercicio de diarrea mental lo ha protagonizado nuestro as de bastos en Oviedo, en un acto de precampaña en el que se ha aburrido de repetir que la responsabilidad hacia España y la coherencia con las ideas socialistas le han llevado a plantear reformas difíciles y casi siempre criticadas pero necesarias para seguir avanzando y consolidar el Estado de bienestar. Como si él supiera lo que significa responsabilidad, coherencia y, si me apuras, socialismo. Conceptos todos aniquilados por su torpeza, su improvisación y su manifiesta incompetencia. Además, no sé a qué Estado de bienestar va a consolidar el hombre, si se lo ha cargado del todo, no existe reanimación posible. Tal es la magnitud del daño producido que, y ahí tiene razón, hasta dentro de treinta años mínimo, no empezaremos a notar la recuperación.
Eso sí, gracioso, lo que se dice gracioso, no es que sea, pero tiene unos golpes simpáticos. Sitúa a la derecha más a la izquierda que los sindicatos (él sabe muy bien por qué lo dice, los ha moldeado a su imagen y semejanza) y se enorgullece de que en los treinta años de democracia las dos terceras partes del tiempo ha gobernando el PSOE. Ahí has dado, José Luis. Así nos va.
viernes, 18 de febrero de 2011
Cascos para peatones
En todo esto de las bicicletas por las aceras, yo sólo tengo una duda. En el caso de que un ciclista, circulando a un metro de la fachada, sobre una acera de más de tres, todo legal, todo según la norma, sencillamente pierda el control y atropelle a un niño, una mujer, un hombre, un anciano, un perro o cualquier bicho caminante, ¿quién tendrá la culpa? Y, ya que estamos indagando, si se producen daños, lesiones, roturas de caderas y crismas, ¿quién pagará por lo lesivo, las bajas laborales y las estancias en los hospitales? ¿El maestro armero? ¿Tienen las bicicletas un seguro obligatorio? Y puestos a continuar con las preguntas, ¿por qué no un carril patines? ¿A qué obedece esta discriminación?
Hablando en serio. Es un medio más limpio para circular, más barato, más saludable según para quién (yo, por ejemplo, lo tengo prohibido) e, incluso, más divertido. Totalmente de acuerdo. Pero, miren lo que voy a decir, tanta bici me cansa. Con permiso, que no se me enfaden algunos, voy a explicarme. Verán, pase por construir carriles específicos, protegerlos con bordillos asesinos (en Alicante hay más puntos de sutura y huesos rotos de peatones suicidas que usuarios de las vías exclusivas), priorizar la circulación, eliminar plazas de aparcamiento o gastarse un pastón urbanizando. Todo sea por un aire más limpio, por una vida más sana. Pero tener que ir esquivando las dos ruedas cada vez que salga uno a la calle me parece una solemne estupidez, además de un abuso de la ley. Con la ley en la mano, salir de casa supondrá mirar hacia los dos lados no sea que te incrusten un manillar en las costillas, y llevar un espejo retrovisor cosido al hombro para adivinar por dónde vienen los tiros. Para proteger derechos de unos pocos, los ciclistas, nos pasamos por el forro los de otros muchos, los peatones (costumbre muy habitual es este país). Meter las bicicletas por las aceras no es de locos, es de tontos. Es una opinión. Sólo eso.
Hablando en serio. Es un medio más limpio para circular, más barato, más saludable según para quién (yo, por ejemplo, lo tengo prohibido) e, incluso, más divertido. Totalmente de acuerdo. Pero, miren lo que voy a decir, tanta bici me cansa. Con permiso, que no se me enfaden algunos, voy a explicarme. Verán, pase por construir carriles específicos, protegerlos con bordillos asesinos (en Alicante hay más puntos de sutura y huesos rotos de peatones suicidas que usuarios de las vías exclusivas), priorizar la circulación, eliminar plazas de aparcamiento o gastarse un pastón urbanizando. Todo sea por un aire más limpio, por una vida más sana. Pero tener que ir esquivando las dos ruedas cada vez que salga uno a la calle me parece una solemne estupidez, además de un abuso de la ley. Con la ley en la mano, salir de casa supondrá mirar hacia los dos lados no sea que te incrusten un manillar en las costillas, y llevar un espejo retrovisor cosido al hombro para adivinar por dónde vienen los tiros. Para proteger derechos de unos pocos, los ciclistas, nos pasamos por el forro los de otros muchos, los peatones (costumbre muy habitual es este país). Meter las bicicletas por las aceras no es de locos, es de tontos. Es una opinión. Sólo eso.
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¿Les dejarán trabajar?
En todo este cenagal en el que se ha convertido la política patria, un patético ejercicio de interesadas actuaciones, si aparece la cordura con nombre y apellidos hay que señalarla, dejándose de tonterías.
El panorama es desalentador. Diputados tirándose los trastos a la cabeza, salpicándose con las basuras propias y ajenas; senadores afincados en una Torre de Babel ridiculizando su función, si es que ésta existe, con pinganillos y traductores; un ejecutivo que deambula ebrio arrastrando la economía entre desechos y podredumbre; un Presidente de Gobierno del que ya ni se espera ni se desea nada, salvo su desaparición; unos sindicatos de la risa, camaradas de fiestas que han vendido sus principios. En definitiva, un país empequeñecido y empobrecido por la nefasta gestión de aquéllos que deberían protegerle, pero que le están destruyendo. Aires de descomposición política y sindical que apestan y repelen. El fétido perfume de la muerte del sistema y del Estado de Bienestar.
Sin embargo, hete aquí que, como caído del cielo, irrumpe en Alicante, concretamente en una Administración pública, y más exactamente en la Diputación Provincial, un sindicato que decide asentarse en la realidad y en la lógica, el CSIF-Diputación. Llevando como bandera la racionalización de las horas sindicales, buscando la efectividad de las mismas y abogando por la productividad, acabando con el uso indebido de estos derechos, se ha plantado delante del resto de sindicatos y, en mes y medio de existencia, ha logrado remover patio y conciencias. Esta actitud, incomprendida por las demás agrupaciones sindicales, corresponde con la necesidad de recuperar los valores perdidos en el acomodo, con la obligación de ajustarse a la situación actual y con el imperativo mandato del compromiso que se adquiere al representar a un colectivo de trabajadores. Aire fresco, gente nueva que sabe que hay que cambiar las cosas si se desea que funcionen.
Lo malo es que no les dejarán trabajar, no les permitirán demostrar que desde el puesto y desempeñando las labores diarias es como mejor se pueden conocer los problemas y las necesidades, proteger los derechos y luchar por progresar. Muchos hay a los que no interesa el cambio, muchos son los que quieren las cosas como están.
La contienda promete, CSIF no se acobardará. Será interesante seguir los pasos de esta iniciativa, ver quiénes muestran sus miserias delante de sus compañeros y quiénes se unen a la razón. Por sus actos se darán a conocer.
El panorama es desalentador. Diputados tirándose los trastos a la cabeza, salpicándose con las basuras propias y ajenas; senadores afincados en una Torre de Babel ridiculizando su función, si es que ésta existe, con pinganillos y traductores; un ejecutivo que deambula ebrio arrastrando la economía entre desechos y podredumbre; un Presidente de Gobierno del que ya ni se espera ni se desea nada, salvo su desaparición; unos sindicatos de la risa, camaradas de fiestas que han vendido sus principios. En definitiva, un país empequeñecido y empobrecido por la nefasta gestión de aquéllos que deberían protegerle, pero que le están destruyendo. Aires de descomposición política y sindical que apestan y repelen. El fétido perfume de la muerte del sistema y del Estado de Bienestar.
Sin embargo, hete aquí que, como caído del cielo, irrumpe en Alicante, concretamente en una Administración pública, y más exactamente en la Diputación Provincial, un sindicato que decide asentarse en la realidad y en la lógica, el CSIF-Diputación. Llevando como bandera la racionalización de las horas sindicales, buscando la efectividad de las mismas y abogando por la productividad, acabando con el uso indebido de estos derechos, se ha plantado delante del resto de sindicatos y, en mes y medio de existencia, ha logrado remover patio y conciencias. Esta actitud, incomprendida por las demás agrupaciones sindicales, corresponde con la necesidad de recuperar los valores perdidos en el acomodo, con la obligación de ajustarse a la situación actual y con el imperativo mandato del compromiso que se adquiere al representar a un colectivo de trabajadores. Aire fresco, gente nueva que sabe que hay que cambiar las cosas si se desea que funcionen.
Lo malo es que no les dejarán trabajar, no les permitirán demostrar que desde el puesto y desempeñando las labores diarias es como mejor se pueden conocer los problemas y las necesidades, proteger los derechos y luchar por progresar. Muchos hay a los que no interesa el cambio, muchos son los que quieren las cosas como están.
La contienda promete, CSIF no se acobardará. Será interesante seguir los pasos de esta iniciativa, ver quiénes muestran sus miserias delante de sus compañeros y quiénes se unen a la razón. Por sus actos se darán a conocer.
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jueves, 17 de febrero de 2011
Justificarse con gritos
Cada uno a lo suyo. El que trabaja, a producir lo que puede y más, no se rompa el cable que le sustenta y le deje colgado. El que busca trabajo, a penar ante el INEM, la empresa más inútil del Estado, a ver si cae algo. El jubilado, a sacar las cuentas de su miseria. El universitario, a estudiar y estudiar sin saber bien el por qué y el para qué, que las perspectivas son asaz desalentadoras. El que tiene de sobras, a pulírselo pero piano lantano, sin tanta alegría como antes, que en menos que canta un gallo se puede quedar limpio. Y el que no tiene, a buscarlo por las buenas o por las malas. Todo dios peleando contra el mundo que han creado unos cuantos, con su avaricia y/o su torpeza.
Bueno. Todo dios no. Los mismos que han originado el caos, desarrollan su papel, hacen como que no se enteran, como que con ellos no va el lío, y se enfrascan en su juego favorito. Yo te insulto, tú me insultas, eres un chorizo, pues tú más, mira la mierda que enfanga tu partido, mira la ciénaga en la que nadan los tuyos, os lo habéis llevado calentito, a vosotros aún os quema en los bolsillos, tienes las manos sucias y la conciencia corrupta, pues para los que te acompañan ya no hay sitio en las cárceles. Posturas de cara a la galería, defensas hipócritas de la honradez. A mí me enoja y me aburre; entre la supuesta (aún por constatar) culpabilidad de Camps, el vergonzoso atraco ya demostrado en Andalucía con los ERE (¿por qué Griñán rechaza una investigación del Parlamento?), el presunto fraude electoral de Melilla, el deleznable soplo del Faisán y demás heridas recientes de nuestra democracia, el debate sobre la crisis económica ha sido sustituido por un mercadillo. Mientras la gresca luce espléndida, Mariano Rajoy busca poner en evidencia los cambios de criterio de José Luis Rodríguez Zapatero sobre la economía, pregunta sobre los giros del Gobierno, y el Presidente, para explicar sus bandazos, sentencia con un "La economía no permanece quieta". Frase que pasa a convertirse en la única verdad que ha dicho en los últimos años y solamente matizable, a modo de explicación, indicando la dirección en la que camina, de morros hacia la nada, precipitándose en caída libre.
Estos grandes hombres y mujeres sólo temen por que el club privado al que pertenecen sea invadido por la lógica, la razón y la honradez, y ellos y ellas acaben de patitas en la calle, cuando no dando explicaciones delante de una toga. Y por eso escenifican, actúan, venden imagen y pulcritud, estafan a la opinión pública con sus trucos y embustes, pretendiendo aparecer como necesarios e insustituibles.
Y, entre nosotros, la realidad es bien distinta. Son empleados nuestros, gente que debería trabajar para nosotros, protegernos, velar por el bienestar común y producir para el beneficio colectivo. Pero no cumplen con su cometido, se han apropiado de la empresa, han blindado su posición y se han enquistado de tal manera que no hay forma humana o divina de quitárselos de encima. Seguirán con su farsa mientras el resto nos mataremos por sobrevivir. No me gustan ni el juego, ni las reglas ni los jugadores. No me gustan nada.
Bueno. Todo dios no. Los mismos que han originado el caos, desarrollan su papel, hacen como que no se enteran, como que con ellos no va el lío, y se enfrascan en su juego favorito. Yo te insulto, tú me insultas, eres un chorizo, pues tú más, mira la mierda que enfanga tu partido, mira la ciénaga en la que nadan los tuyos, os lo habéis llevado calentito, a vosotros aún os quema en los bolsillos, tienes las manos sucias y la conciencia corrupta, pues para los que te acompañan ya no hay sitio en las cárceles. Posturas de cara a la galería, defensas hipócritas de la honradez. A mí me enoja y me aburre; entre la supuesta (aún por constatar) culpabilidad de Camps, el vergonzoso atraco ya demostrado en Andalucía con los ERE (¿por qué Griñán rechaza una investigación del Parlamento?), el presunto fraude electoral de Melilla, el deleznable soplo del Faisán y demás heridas recientes de nuestra democracia, el debate sobre la crisis económica ha sido sustituido por un mercadillo. Mientras la gresca luce espléndida, Mariano Rajoy busca poner en evidencia los cambios de criterio de José Luis Rodríguez Zapatero sobre la economía, pregunta sobre los giros del Gobierno, y el Presidente, para explicar sus bandazos, sentencia con un "La economía no permanece quieta". Frase que pasa a convertirse en la única verdad que ha dicho en los últimos años y solamente matizable, a modo de explicación, indicando la dirección en la que camina, de morros hacia la nada, precipitándose en caída libre.
Estos grandes hombres y mujeres sólo temen por que el club privado al que pertenecen sea invadido por la lógica, la razón y la honradez, y ellos y ellas acaben de patitas en la calle, cuando no dando explicaciones delante de una toga. Y por eso escenifican, actúan, venden imagen y pulcritud, estafan a la opinión pública con sus trucos y embustes, pretendiendo aparecer como necesarios e insustituibles.
Y, entre nosotros, la realidad es bien distinta. Son empleados nuestros, gente que debería trabajar para nosotros, protegernos, velar por el bienestar común y producir para el beneficio colectivo. Pero no cumplen con su cometido, se han apropiado de la empresa, han blindado su posición y se han enquistado de tal manera que no hay forma humana o divina de quitárselos de encima. Seguirán con su farsa mientras el resto nos mataremos por sobrevivir. No me gustan ni el juego, ni las reglas ni los jugadores. No me gustan nada.
miércoles, 16 de febrero de 2011
Rebelión parlamentaria del PSOE
"Ante la demagogia y el populismo hemos respondido con más demagogia y más populismo. ¿Cómo hemos podido dejar que la sociedad crea que somos unos privilegiados?". Juan Barranco, del Grupo Parlamentario socialista, se manifiesta dolido, perseguido por una injusta opinión pública que no conoce la dureza del trabajo que desarrollan los sufridos diputados. La masa ignorante vierte su furia contra los esforzados padres de la patria que, a cambio de un miserable salario, y sin ningún tipo de prebenda, de sol a sol se dejan piel y carne en los escaños.
Los parlamentarios socialistas claman contra la injusticia, y ensalzan el encomiable sacrificio, nunca bien reconocido, de servir a los ciudadanos hasta el último aliento. Defienden la actividad política y la tarea que realizan con puntualidad, responsabilidad y presencia. Abarrotadas están Cortes y Senado; se apelotonan sus señorías en las entradas todos los días y a todas horas, no se les vaya a hacer tarde, que no falte ni uno. Y este abnegado martirio, este generoso padecimiento, por nada, por seis mil euros mensuales de base más dietas y complementos, una menudencia que no compensa de ninguna manera privaciones y entrega sin par. Es por ello que, para salir adelante deben pluriemplearse vendiendo su sabiduría a empresas por unos cuartos que les permitan sobrevivir en este inmisericorde mundo.
Es una confabulación, un complot orquestado por una derecha que ha atacado la dignidad de los políticos. Barranco, ejerciendo de diputado coraje, expone las heridas del abuso. "Ya nos dejamos arrastrar porque la derecha dijo que había que trabajar en julio y en enero y nos inventamos reuniones para justificarnos, cuando la mayoría de los diputados tenemos actividades en nuestra circunscripción en esos dos meses; y ahora caemos en lo mismo". Por Dios, a quién se le ocurre reclamar tamaño empeño, agotaditos que llegan todas las noches a la cama, que ni pijama se ponen. "Han acuñado la especie de que tenemos privilegios quienes están en mejor situación y tendrán la vida asegurada, por lo que quien pierde es el más débil". Ciertamente, no se puede consentir el acoso que penan las criaturas, indefensos rectores públicos, denostados proletarios, mártires de España (y autonomías).
Así que nada, manos al asunto, y a ponerse las pilas; el grupo socialista será muy activo en la regulación de remuneraciones, incompatibilidades y derechos de los parlamentarios, faltaría más. Ante el ataque de la derecha, la mejor forma de responder es legislando en beneficio propio. Yo me pongo el sueldo, yo me pongo la pensión, yo me pongo las funciones, yo me pongo las incompatibilidades, yo me pongo el horario, yo me pongo las obligaciones, yo me pongo los derechos, yo me pongo los privilegios y, en resumen, yo me pongo morado. Sin pudor, sin vergüenza, sin cortarse un pelo.
La casta política enseña la deformidad de su rostro y se blinda; presiente su final, la muerte del chollo, y se resiste a perder aquello que han conseguido con embustes y traiciones. El buen político debe actuar por y para los que depositaron su confianza en él. Algunos hay de éstos. Pero esta izquierda rancia y torpe que protesta y se burla, es un colectivo al que no le importa un cuerno nada que no sea su posición y sus ingresos. Deberían desaparecer de inmediato y volver a las cavernas. Es muy duro asistir a la muerte de los principios, a la desintegración definitiva de las ideas.
Los parlamentarios socialistas claman contra la injusticia, y ensalzan el encomiable sacrificio, nunca bien reconocido, de servir a los ciudadanos hasta el último aliento. Defienden la actividad política y la tarea que realizan con puntualidad, responsabilidad y presencia. Abarrotadas están Cortes y Senado; se apelotonan sus señorías en las entradas todos los días y a todas horas, no se les vaya a hacer tarde, que no falte ni uno. Y este abnegado martirio, este generoso padecimiento, por nada, por seis mil euros mensuales de base más dietas y complementos, una menudencia que no compensa de ninguna manera privaciones y entrega sin par. Es por ello que, para salir adelante deben pluriemplearse vendiendo su sabiduría a empresas por unos cuartos que les permitan sobrevivir en este inmisericorde mundo.
Es una confabulación, un complot orquestado por una derecha que ha atacado la dignidad de los políticos. Barranco, ejerciendo de diputado coraje, expone las heridas del abuso. "Ya nos dejamos arrastrar porque la derecha dijo que había que trabajar en julio y en enero y nos inventamos reuniones para justificarnos, cuando la mayoría de los diputados tenemos actividades en nuestra circunscripción en esos dos meses; y ahora caemos en lo mismo". Por Dios, a quién se le ocurre reclamar tamaño empeño, agotaditos que llegan todas las noches a la cama, que ni pijama se ponen. "Han acuñado la especie de que tenemos privilegios quienes están en mejor situación y tendrán la vida asegurada, por lo que quien pierde es el más débil". Ciertamente, no se puede consentir el acoso que penan las criaturas, indefensos rectores públicos, denostados proletarios, mártires de España (y autonomías).
Así que nada, manos al asunto, y a ponerse las pilas; el grupo socialista será muy activo en la regulación de remuneraciones, incompatibilidades y derechos de los parlamentarios, faltaría más. Ante el ataque de la derecha, la mejor forma de responder es legislando en beneficio propio. Yo me pongo el sueldo, yo me pongo la pensión, yo me pongo las funciones, yo me pongo las incompatibilidades, yo me pongo el horario, yo me pongo las obligaciones, yo me pongo los derechos, yo me pongo los privilegios y, en resumen, yo me pongo morado. Sin pudor, sin vergüenza, sin cortarse un pelo.
La casta política enseña la deformidad de su rostro y se blinda; presiente su final, la muerte del chollo, y se resiste a perder aquello que han conseguido con embustes y traiciones. El buen político debe actuar por y para los que depositaron su confianza en él. Algunos hay de éstos. Pero esta izquierda rancia y torpe que protesta y se burla, es un colectivo al que no le importa un cuerno nada que no sea su posición y sus ingresos. Deberían desaparecer de inmediato y volver a las cavernas. Es muy duro asistir a la muerte de los principios, a la desintegración definitiva de las ideas.
martes, 15 de febrero de 2011
El directivo feroz
Cómo han cambiado los cuentos. Se ha perdido la inocencia, la frescura, y todo ha girado, ubicándose en el polo opuesto. Ya nada es igual. El lobo se zampa a los tres cerditos, a la mamá marrana y al tío de Guijuelo; de nada sirve ya la inteligencia y la dura labor del hermano trabajador. Si no hay curro, no se come; si no se come, no hay fuerzas; y si no hay fuerzas, viene el bicho y te traga, quedándose con la paja, la madera y la casa de ladrillos.
Pero el cánido no tiene bastante. Quiere más y continúa de caza. Lleva años cebándose y afilando las garras y es el momento de mostrarse atroz y salvaje, no vaya a ser que la suerte se tuerza. Nadie le puede parar, ni tan siquiera los guardabosques y sus colegas leñadores. Se han olido el percal y se han escondido en cómodos hogares subvencionados, mientras el señor Feroz se cepilla a la abuela, a Caperucita, a los siete cabritillos, al Gato con Botas, al Marqués de Carabás y a la madre que los parió. Y no contento con esto, y dada la nula oposición planteada, abandona el agro tras desertizarlo y se vuelca en la ciudad.
Ahora el lobo va de traje y corbata, come de lujo con sueldo de todos y atraca las cajas de ahorro desde dentro. Se lleva los kilos como si de caramelos de publicidad se tratara, a cara descubierta y protegido por una ley elaborada por otros carnívoros depredadores de idéntica calaña.
Es, en definitiva, la vida al revés. El chorizo es el que maneja el negocio, el honrado. Así que ya sabes, amigo, si tienes hambre y entras desesperado en una sucursal, con la cabeza embutida en una media del mercadillo y empuñando una pistola simulada que recién has robado en el todo a un euro de la esquina, asegúrate primero de quiénes están dentro. Si tienes la mala suerte de encontrarte con los lobos y/o sus socias las hienas, aún te toca abrirte un plan de pensiones, una póliza para el coche, los decesos, una cuenta ahorro familiar y comprarle a la cajera una papeleta con los tres euros que te quedan para terminar el mes. Pardillo, que eres un pardillo. Igual de tonto que el resto de los españoles, que vemos cómo nos saquean y seguimos consintiéndolo. Para llorar, pero sólo un rato. Después, a por ellos, que uno empieza a estar más que harto.
Pero el cánido no tiene bastante. Quiere más y continúa de caza. Lleva años cebándose y afilando las garras y es el momento de mostrarse atroz y salvaje, no vaya a ser que la suerte se tuerza. Nadie le puede parar, ni tan siquiera los guardabosques y sus colegas leñadores. Se han olido el percal y se han escondido en cómodos hogares subvencionados, mientras el señor Feroz se cepilla a la abuela, a Caperucita, a los siete cabritillos, al Gato con Botas, al Marqués de Carabás y a la madre que los parió. Y no contento con esto, y dada la nula oposición planteada, abandona el agro tras desertizarlo y se vuelca en la ciudad.
Ahora el lobo va de traje y corbata, come de lujo con sueldo de todos y atraca las cajas de ahorro desde dentro. Se lleva los kilos como si de caramelos de publicidad se tratara, a cara descubierta y protegido por una ley elaborada por otros carnívoros depredadores de idéntica calaña.
Es, en definitiva, la vida al revés. El chorizo es el que maneja el negocio, el honrado. Así que ya sabes, amigo, si tienes hambre y entras desesperado en una sucursal, con la cabeza embutida en una media del mercadillo y empuñando una pistola simulada que recién has robado en el todo a un euro de la esquina, asegúrate primero de quiénes están dentro. Si tienes la mala suerte de encontrarte con los lobos y/o sus socias las hienas, aún te toca abrirte un plan de pensiones, una póliza para el coche, los decesos, una cuenta ahorro familiar y comprarle a la cajera una papeleta con los tres euros que te quedan para terminar el mes. Pardillo, que eres un pardillo. Igual de tonto que el resto de los españoles, que vemos cómo nos saquean y seguimos consintiéndolo. Para llorar, pero sólo un rato. Después, a por ellos, que uno empieza a estar más que harto.
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lunes, 14 de febrero de 2011
Faisán podrido
No sé por donde coger la noticia. Es terrible, un atentado a la libertad, un insulto brutal para la democracia.
“La Guardia Civil señala que los cortes que tiene la cinta de vídeo que grabó el bar Faisán de Irún (Guipúzcoa) el 4 de mayo de 2006, cuando se produjo el soplo que alertó a ETA sobre una operación policial contra su red de extorsión, no son accidentales. Esta es la principal conclusión que figura en el informe que remitió el Instituto Armado al juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz, que reclamó una nueva investigación sobre ese vídeo para confirmar el análisis realizado en un primer momento por la policía, que apuntaba a agentes externos, accidentalmente o deterioro como causas más que probables. La Guardia Civil descarta que el corte haya sido accidental, situándolo en el momento de la grabación. Si esa manipulación se produjo y se llevó a cabo mientras se vigilaba el bar Faisán, la autoría recaería sobre alguno de los miembros del equipo que iba a realizar la operación policial, el mismo que después investigó el chivatazo que la frustró. La Fiscalía pidió archivar la causa y el juez Ruz ordenó practicar unas nuevas diligencias que han llevado a la nueva conclusión”.
Me hace temblar. El hedor que desprende la actuación policial alrededor del caso Faisán aleja de ella todo atisbo de legalidad. Si es cierto que se advirtió a los asesinos de que se les iba a capturar, si es cierto que los que deben defendernos de los animales les alimentan, si es cierto que el juego sucio político colaboró y promovió la traición, si es cierta nuestra indefensión, aquellos indeseables, aquellos criminales que ordenaron el chivatazo o colaboraron en el mismo, tienen que desaparecer de una sociedad a la que han atacado, tienen que pagar por su delito como cómplices de ETA. Sus manos están manchadas por la misma sangre que anega Batasuna y su brazo armado. No tienen sitio entre nosotros.
“La Guardia Civil señala que los cortes que tiene la cinta de vídeo que grabó el bar Faisán de Irún (Guipúzcoa) el 4 de mayo de 2006, cuando se produjo el soplo que alertó a ETA sobre una operación policial contra su red de extorsión, no son accidentales. Esta es la principal conclusión que figura en el informe que remitió el Instituto Armado al juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz, que reclamó una nueva investigación sobre ese vídeo para confirmar el análisis realizado en un primer momento por la policía, que apuntaba a agentes externos, accidentalmente o deterioro como causas más que probables. La Guardia Civil descarta que el corte haya sido accidental, situándolo en el momento de la grabación. Si esa manipulación se produjo y se llevó a cabo mientras se vigilaba el bar Faisán, la autoría recaería sobre alguno de los miembros del equipo que iba a realizar la operación policial, el mismo que después investigó el chivatazo que la frustró. La Fiscalía pidió archivar la causa y el juez Ruz ordenó practicar unas nuevas diligencias que han llevado a la nueva conclusión”.
Me hace temblar. El hedor que desprende la actuación policial alrededor del caso Faisán aleja de ella todo atisbo de legalidad. Si es cierto que se advirtió a los asesinos de que se les iba a capturar, si es cierto que los que deben defendernos de los animales les alimentan, si es cierto que el juego sucio político colaboró y promovió la traición, si es cierta nuestra indefensión, aquellos indeseables, aquellos criminales que ordenaron el chivatazo o colaboraron en el mismo, tienen que desaparecer de una sociedad a la que han atacado, tienen que pagar por su delito como cómplices de ETA. Sus manos están manchadas por la misma sangre que anega Batasuna y su brazo armado. No tienen sitio entre nosotros.
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domingo, 13 de febrero de 2011
Domingos de fiesta política
Esto de la pre-pre-pre-campaña de los domingos cuando algunas elecciones se acercan y los sillones tiemblan entretiene un huevo. Los monstruos de la política se homenajean a sí mismos y se dan un baño de multitudes, rodeados de los cobistas de turno. En Sevilla, el Cristo de los desastres, José Luis Rodríguez Zapatero, flanqueado por Griñán, que hace magia de la buena y se saca jubilados de donde no puede haberlos, y el azote de los dopados, Lissavetzky, que digo yo que se encargará de los controles de orina de los ponentes, ha destapado el tarro de las esencias derramando su sabiduría y empapando de arte la historia de la oratoria política. El presidente dice que para ganar las elecciones municipales hay que merecerlo y que el PSOE va a merecer esa victoria manteniendo sus señas de identidad, haciendo una campaña en favor del empleo y lejos de todo enfrentamiento. Ahí es nada. Todos trabajando para crear empleo, y salvaguardando el Estado de bienestar, la protección social y la igualdad.
Los 2.000 alcaldes y concejales socialistas que han ido al guateque se han juramentado para vencer unas elecciones que huelen a debacle, pues creen meritar la victoria por la grandeza de su gestión y lo sublime de su proceder. Y, para que no se nos olvide lo buenos que son los hermanos salustianos, qué buenos son, que nos llevan de excursión, basan la campaña en la recuperación económica, el empleo, el ahorro y la eficiencia energética.
Aquí es donde me matan. Porque, no es por manía, no; es que me parece todo una broma, cono si los oradores se tornaran orates, como si vivieran en un mundo de dulces y ambrosías, retozando desnudos por el paraíso, que no sé yo si habría que cambiarle a más de uno la medicación. Que nombre el Estado de bienestar, la protección social y la igualdad aquél que se ha cepillado todo lo cepillable no es temeridad, es locura de amor, una pasión enfermiza hacia el poder otrora conquistado y que ahora se aleja escopetado. No tiene fin su demencia y se engalana ensalzando las intactas señas de identidad de una formación que enterró hace años la O de obrero, descuartizó la S de socialista, y vende día sí y día también la E de español, sobreviviendo con la P de partido, en el sentido más amplio de la palabra.
Empleo, ahorro y eficiencia energética, que no política, que ésa no existe ni existirá, en la boca del general de la marabunta me suenan como si Satanás oficiase la Misa de Gallo y me hablara de paz y amor. José Luis y 2.000 de los suyos se aplauden entre sí, se besan con fruición, se miman y, entre risas, se reparten un pastel que es ahora del tamaño de un Tigretón. Y Pepinho, el Ivanhoe del PSOE, saca la espada y dice, con la mano en el pecho, que no hay motivos para arrugarse, que la hoja de servicios del PP está en blanco y que Rajoy y Arenas son incompatibles con la democracia. Ladridos de chihuahua, bufidos de un docto ministro que presenta un aval con más tachones que papel. En todos los lados debe haber elementos de combate que se líen a cabezazos con todo lo que se mueva, y en esta fiesta le ha tocado a él (cachondo lo de cambiar cinismo por civismo, de lujo la alta velocidad del PSOE, y para los anales "No hay mejor factura para los de la avaricia que un voto al PSOE" Sin desperdicio, doy fe).
Los 2.000 alcaldes y concejales socialistas que han ido al guateque se han juramentado para vencer unas elecciones que huelen a debacle, pues creen meritar la victoria por la grandeza de su gestión y lo sublime de su proceder. Y, para que no se nos olvide lo buenos que son los hermanos salustianos, qué buenos son, que nos llevan de excursión, basan la campaña en la recuperación económica, el empleo, el ahorro y la eficiencia energética.
Aquí es donde me matan. Porque, no es por manía, no; es que me parece todo una broma, cono si los oradores se tornaran orates, como si vivieran en un mundo de dulces y ambrosías, retozando desnudos por el paraíso, que no sé yo si habría que cambiarle a más de uno la medicación. Que nombre el Estado de bienestar, la protección social y la igualdad aquél que se ha cepillado todo lo cepillable no es temeridad, es locura de amor, una pasión enfermiza hacia el poder otrora conquistado y que ahora se aleja escopetado. No tiene fin su demencia y se engalana ensalzando las intactas señas de identidad de una formación que enterró hace años la O de obrero, descuartizó la S de socialista, y vende día sí y día también la E de español, sobreviviendo con la P de partido, en el sentido más amplio de la palabra.
Empleo, ahorro y eficiencia energética, que no política, que ésa no existe ni existirá, en la boca del general de la marabunta me suenan como si Satanás oficiase la Misa de Gallo y me hablara de paz y amor. José Luis y 2.000 de los suyos se aplauden entre sí, se besan con fruición, se miman y, entre risas, se reparten un pastel que es ahora del tamaño de un Tigretón. Y Pepinho, el Ivanhoe del PSOE, saca la espada y dice, con la mano en el pecho, que no hay motivos para arrugarse, que la hoja de servicios del PP está en blanco y que Rajoy y Arenas son incompatibles con la democracia. Ladridos de chihuahua, bufidos de un docto ministro que presenta un aval con más tachones que papel. En todos los lados debe haber elementos de combate que se líen a cabezazos con todo lo que se mueva, y en esta fiesta le ha tocado a él (cachondo lo de cambiar cinismo por civismo, de lujo la alta velocidad del PSOE, y para los anales "No hay mejor factura para los de la avaricia que un voto al PSOE" Sin desperdicio, doy fe).
jueves, 10 de febrero de 2011
Recorte en las horas sindicales
Un sindicato en Alicante ha decidido solicitar la racionalización de las horas sindicales por considerarlas excesivas y poco productivas. Se trata del CSIF de la Diputación Provincial, que concurre a las elecciones para representantes de los trabajadores en la Administración con esta idea como parte importante de su campaña. Ni que decir tiene cómo le ha sentado esta iniciativa al resto de los sindicatos. Menos guapos, de todo se ha oído. Que si son contradictorios, que si destruyen los derechos de los trabajadores, que si traicionan a los compañeros, que si son un sindicato político manipulado por la empresa y demás lindezas. Total, sólo por decir una verdad como un templo.
Si uno no produce en su trabajo, deja de ser positiva su aportación y se le corrige, cuando no se le pone de patitas en la calle. 2868 mensuales de liberados para 1400 empleados son una cantidad insostenible para cualquier empresa, pública o privada, máxime si estas horas no se traducen en beneficio del colectivo, no ofrecen resultados tangibles, no se gestionan correctamente. Los sindicatos son imprescindibles, necesarios, y basan su existencia en la defensa, formación y protección del trabajador. Pero cuando se acomodan, cuando se acostumbran y profesionalizan, cuando consideran hereditaria la representación, cuando yerran por pasividad y cuando permiten acciones que transforman el uso en abuso, prostituyendo los derechos, dejan de pertenecer a la lógica y caen en el peligro de convertirse en castas privilegiadas.
Pretender que el sindicalismo recupere su esencia, luchar por dignificar con trabajo la imagen destruida del representante sindical, no es contradictorio, no. Es un intento de volver al origen, retomar la esencia y enterrar vicios y errores que han colaborado, y de qué manera, a que este país caiga en el pozo en el que se encuentra. Traicionar a los trabajadores no es exigir que se cumpla la ley; la felonía real consiste en manipular en el propio interés derechos otorgados con libertad.
CSIF ha dado un paso adelante buscando la racionalización y la productividad. Un paso que de ser imitado demostraría a la sociedad que sindicatos y sindicalistas son elementos básicos para la misma. Lo contrario es una rémora, un lastre para el desarrollo. Estamos en el siglo XXI.
Si uno no produce en su trabajo, deja de ser positiva su aportación y se le corrige, cuando no se le pone de patitas en la calle. 2868 mensuales de liberados para 1400 empleados son una cantidad insostenible para cualquier empresa, pública o privada, máxime si estas horas no se traducen en beneficio del colectivo, no ofrecen resultados tangibles, no se gestionan correctamente. Los sindicatos son imprescindibles, necesarios, y basan su existencia en la defensa, formación y protección del trabajador. Pero cuando se acomodan, cuando se acostumbran y profesionalizan, cuando consideran hereditaria la representación, cuando yerran por pasividad y cuando permiten acciones que transforman el uso en abuso, prostituyendo los derechos, dejan de pertenecer a la lógica y caen en el peligro de convertirse en castas privilegiadas.
Pretender que el sindicalismo recupere su esencia, luchar por dignificar con trabajo la imagen destruida del representante sindical, no es contradictorio, no. Es un intento de volver al origen, retomar la esencia y enterrar vicios y errores que han colaborado, y de qué manera, a que este país caiga en el pozo en el que se encuentra. Traicionar a los trabajadores no es exigir que se cumpla la ley; la felonía real consiste en manipular en el propio interés derechos otorgados con libertad.
CSIF ha dado un paso adelante buscando la racionalización y la productividad. Un paso que de ser imitado demostraría a la sociedad que sindicatos y sindicalistas son elementos básicos para la misma. Lo contrario es una rémora, un lastre para el desarrollo. Estamos en el siglo XXI.
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martes, 8 de febrero de 2011
Nobleza baturra
Siglo XIX. Se tambalean los cimientos del Antiguo Régimen. Las clases populares reclaman lo que les pertenece y arremeten contra la nobleza. Progresistas, demócratas y republicanos alzan la voz y se enfrentan a los moderados. Es el laberinto español, los españoles se odian y se matan entre ellos, sumergidos en crisis de subsistencias, hambrunas, un continuo caos político, golpes militares, motines populares, revueltas campesinas, asaltos a conventos y fincas, odio y represión de un lado y del otro. La nobleza, siempre con el Borbón. La monarquía, medrando con el noble y conspirando con el sublevado con tal de mantener su posición. La iglesia, defendiendo su terreno y protegiendo su riqueza. El pueblo, peleando por sobrevivir. Y el ejército, gobernando. Un siglo convulso, atroz, en el que las dos Españas iniciaron su andadura por caminos distintos que siempre se encontrarían con las armas y el rencor en las manos. Es nuestra historia, y hay que respetarla. El rey era el rey, un duque era un duque y un obispo, además de hablar con Dios, mandaba más que él. El trabajador comenzaba a conocer sus derechos y los buscaba, el campesino reclamaba la tierra que laboraba como suya, y la política mantenía siempre a los mismos actores con casacas de distinto color, según soplara el viento. El laberinto español, un lío del que todavía no nos hemos librado.
Dicen que la historia es cíclica, que los episodios se suceden similares, que todo se repite. Me resisto a creerlo, pero los detalles invitan a sospechar de que algo de cierto puede haber en ello. Miren, por ir al grano. A mí, que a día de hoy saquemos lo rancio y nombremos marqués como quién compra pan, me parece un retorno al pasado, costumbres propias de una sociedad anclada en la tradición y que maquilla su agonía con tonterías como ésta. Y puestos a cargar sobre los títulos nobiliarios, sandez suprema es que cargos políticos se enorgullezcan y luzcan el nombre de barón, cuando en sus ideas era lo primero a exterminar. Y siguiendo con lo absurdo, oro parece, plátano es, estos detalles bananeros sólo indican que hemos tocado fondo, y que éste luce negro de sucio.
Me gusta la seriedad cuando de temas que me afectan se trata. Es por ello que me toca mucho las narices tanto marquesado, tanto barón socialista, tanto noble en política y tanto bobo en el poder. Batasuna, que es ETA y no otra cosa, nos va a torear con el beneplácito de la Ley. Zapatero se acomoda el cuerpo según le apetece, niega, aprueba, concede y viste como el monarca que paseaba desnudo creyéndose vestido de gala, con el capricho del que no sabe si vela o duerme. A Cataluña le quita, a Cataluña le da, y, con el mayor respeto, se la sopla el resto del país.
Resumiendo, por no aburrir. Entre marqueses, barones, Zapateros y bufonadas, el tiempo se pierde y el país se hunde, con la premura que manden gabachos y teutones y al ritmo que marca la banda de titiriteros que nos gobierna. Con San Valentín encima, sólo puedo y quiero mandar un abrazo para todos los nobles de sangre, los nobles de lata, los vecinos del norte, los políticos trapisonda, al abuelo Cebolleta, a la rana Gustavo y demás muñecos de trapo que desde arriba nos observan y se ríen de nosotros. Un abrazo muy fuerte, de oso, de los que aprietan y ahogan
Dicen que la historia es cíclica, que los episodios se suceden similares, que todo se repite. Me resisto a creerlo, pero los detalles invitan a sospechar de que algo de cierto puede haber en ello. Miren, por ir al grano. A mí, que a día de hoy saquemos lo rancio y nombremos marqués como quién compra pan, me parece un retorno al pasado, costumbres propias de una sociedad anclada en la tradición y que maquilla su agonía con tonterías como ésta. Y puestos a cargar sobre los títulos nobiliarios, sandez suprema es que cargos políticos se enorgullezcan y luzcan el nombre de barón, cuando en sus ideas era lo primero a exterminar. Y siguiendo con lo absurdo, oro parece, plátano es, estos detalles bananeros sólo indican que hemos tocado fondo, y que éste luce negro de sucio.
Me gusta la seriedad cuando de temas que me afectan se trata. Es por ello que me toca mucho las narices tanto marquesado, tanto barón socialista, tanto noble en política y tanto bobo en el poder. Batasuna, que es ETA y no otra cosa, nos va a torear con el beneplácito de la Ley. Zapatero se acomoda el cuerpo según le apetece, niega, aprueba, concede y viste como el monarca que paseaba desnudo creyéndose vestido de gala, con el capricho del que no sabe si vela o duerme. A Cataluña le quita, a Cataluña le da, y, con el mayor respeto, se la sopla el resto del país.
Resumiendo, por no aburrir. Entre marqueses, barones, Zapateros y bufonadas, el tiempo se pierde y el país se hunde, con la premura que manden gabachos y teutones y al ritmo que marca la banda de titiriteros que nos gobierna. Con San Valentín encima, sólo puedo y quiero mandar un abrazo para todos los nobles de sangre, los nobles de lata, los vecinos del norte, los políticos trapisonda, al abuelo Cebolleta, a la rana Gustavo y demás muñecos de trapo que desde arriba nos observan y se ríen de nosotros. Un abrazo muy fuerte, de oso, de los que aprietan y ahogan
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domingo, 6 de febrero de 2011
Salir por donde sea
El vicepresidente primero del Gobierno y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, dice que no se sale igual de la crisis por la izquierda que por la derecha. Como si importarse algo más de un rábano el camino que sigamos para escapar de ésta, con tal de huir por piernas de la miseria que nos ha caído encima. Creo yo que cualquiera que sepa solucionar los problemas, cualquiera capaz de generar una política positiva orientada a la creación de empleo y punto, cualquiera con ideas, con proyecto, cualquiera que sepa algo más que enseñar los premolares en las fotografías, vale más que la troupe de incansables ineptos que con sus sabio proceder nos han lastrado para que no salgamos a flote.
La realidad dice que entrar en el lío se ha entrado por la labor torpe e irresponsable de una izquierda de chiste, traidora a sus principios y obsesionada únicamente por mantener el poder de la ceja y el talante. Y la realidad también dice que esa izquierda de supercampeones no puede salvarse ni a sí misma. Entonces, estimado Alfredo, dado que usted, su jefe y el resto de la banda ya han demostrado que no sirven ni para taco de escopeta, que son más malos que la carne de pescuezo, pienso yo que, a lo mejor, el sendero de baldosas amarillas al que en un alarde imaginativo define usted como izquierda, no sea más que el camino directo al averno, la condena eterna, la destrucción. Entonces, si me permite su todapoderosa excelencia, el que escribe y suscribe prefiere tirarse por un acantilado antes que seguir las directrices que emanan de su política. Es decir, si por no comulgar con su torpeza me quiere usted llamar facha, fascista, conservador, reaccionario, o lo que le apetezca, hágalo, a palabras de necios oídos sordos. Mire usted, buen hombre, lo que yo pretendo es sobrevivir y para ese menester, ni de usted ni de los que le acompañan se puede extraer algo que no sea caos y miseria. Así que, bautícenme como se les antoje a vuestras socialistas vuecencias, pero piérdanse en el olvido de la razón y déjenme en paz. Inútiles. Torpes e inútiles.
La realidad dice que entrar en el lío se ha entrado por la labor torpe e irresponsable de una izquierda de chiste, traidora a sus principios y obsesionada únicamente por mantener el poder de la ceja y el talante. Y la realidad también dice que esa izquierda de supercampeones no puede salvarse ni a sí misma. Entonces, estimado Alfredo, dado que usted, su jefe y el resto de la banda ya han demostrado que no sirven ni para taco de escopeta, que son más malos que la carne de pescuezo, pienso yo que, a lo mejor, el sendero de baldosas amarillas al que en un alarde imaginativo define usted como izquierda, no sea más que el camino directo al averno, la condena eterna, la destrucción. Entonces, si me permite su todapoderosa excelencia, el que escribe y suscribe prefiere tirarse por un acantilado antes que seguir las directrices que emanan de su política. Es decir, si por no comulgar con su torpeza me quiere usted llamar facha, fascista, conservador, reaccionario, o lo que le apetezca, hágalo, a palabras de necios oídos sordos. Mire usted, buen hombre, lo que yo pretendo es sobrevivir y para ese menester, ni de usted ni de los que le acompañan se puede extraer algo que no sea caos y miseria. Así que, bautícenme como se les antoje a vuestras socialistas vuecencias, pero piérdanse en el olvido de la razón y déjenme en paz. Inútiles. Torpes e inútiles.
Controlar el déficit
El presidente del Gobierno español se muestra dispuesto a dar los pasos que se necesiten para controlar por ley el déficit público de todas las administraciones. Loable decisión la adoptada por el secretario de Ángela Merkel, aunque quizás tardía, teniendo en cuenta que a Cataluña, por decir un ejemplo, se la han cepillado entre él y el muy honorable José Montilla. Dado que está sufriendo un ataque de estaditis aguda, y se ha creído que es uno de los grandes, el megalómano líder socialista, con los oídos azucarados por los patronos (alemanes y franceses), parece decidido a desplegar toda su soberbia y aplicar toda su torpeza con tal de seguir manipulando nuestras vidas.
“Yo ordeno y mando” Interplanetario y vanidoso, se cree lo que dice, llevando al extremo lo patológico de la mentira sobre la que basa su comportamiento. Está ahí, en el poder, preparado para iniciar nuevas y ruinosas aventuras con las que agrandar su leyenda, listo tijera en mano para fiscalizar autonomías. Esto es de locos, es el colmo de la estupidez. Permitir que Zapatero continúe velando por los cuartos es como dejar que Hannibal Lecter y Freddy Krueger monten una residencia de estudiantes. En dos días, no queda molla sobre carne. Hay que pararle los pies. Hay que alejarle inmediatamente de todas las gestiones, meterle en un despacho, cerrar la puesta y tirar la llave. Que descanse, que seguro que lo necesita. Que descanse mucho.
Lo de este hombre lo analizará y juzgará la historia. O estamos ante alguien muy inteligente, ladino y astuto genio capaz de dominar con arte y engaño todas las situaciones, o todo lo contrario, nos gobierna un cadáver político sin capacidad ni preparación, torpe títere que basa su actuación en la improvisación y la mentira. Sea como sea, o nos lo quitamos de encima cuanto antes, o perderemos las pocas posibilidades que nos quedan de salir del hoyo.
“Yo ordeno y mando” Interplanetario y vanidoso, se cree lo que dice, llevando al extremo lo patológico de la mentira sobre la que basa su comportamiento. Está ahí, en el poder, preparado para iniciar nuevas y ruinosas aventuras con las que agrandar su leyenda, listo tijera en mano para fiscalizar autonomías. Esto es de locos, es el colmo de la estupidez. Permitir que Zapatero continúe velando por los cuartos es como dejar que Hannibal Lecter y Freddy Krueger monten una residencia de estudiantes. En dos días, no queda molla sobre carne. Hay que pararle los pies. Hay que alejarle inmediatamente de todas las gestiones, meterle en un despacho, cerrar la puesta y tirar la llave. Que descanse, que seguro que lo necesita. Que descanse mucho.
Lo de este hombre lo analizará y juzgará la historia. O estamos ante alguien muy inteligente, ladino y astuto genio capaz de dominar con arte y engaño todas las situaciones, o todo lo contrario, nos gobierna un cadáver político sin capacidad ni preparación, torpe títere que basa su actuación en la improvisación y la mentira. Sea como sea, o nos lo quitamos de encima cuanto antes, o perderemos las pocas posibilidades que nos quedan de salir del hoyo.
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jueves, 3 de febrero de 2011
José Luis al habla
Alfredo, recógelo bien todo, que no quede nada fuera de su sitio, que como algo no le guste nos cruje. ¿Has quedado con los de ayer? Vale. ¿Y vienen los otros? Mira que si me falla alguno, ésta no se va a creer lo del acuerdo y nos la lía…¿Cómo que no me preocupe? Mira lo que te digo, o nos la metemos en el bote o ya puedes preparar las maletas y salir pitando… Sí, de acuerdo, que ya has hablado con Nicolás y está dispuesto también a echarnos un cable, pero no te engañes, el pequeño dirá lo mismo que la alemana, así que no te fíes, asegúrate de que tienes todo controlado, que si suspendemos hoy no nos queda excusa. ¡Ah!, otra cosa, recuérdale a Manolo que él es el encargado de maquillar el asunto, que tiene que decir que no estamos pasando un examen, que es una cumbre entre grandes estadistas, a ver si cuela y no se tuerce el día, que con lo de los parados ya se nos fue al carajo lo del acuerdo... Por cierto, explícame una cosa, que no me he enterado mucho. Verás, me han llamado diciendo que eran de la embajada alemana y me han preguntado sobre quién iba a hacer de Serrano Suñer hoy, que ya que yo hacía de Francisco y Ángela de Adolfo, le faltaba el negociador para detener la invasión…Yo creo que alguien me ha gastado una broma, pues el único serrano que conozco es el de pata negra y de Francisco sólo me suena aquélla de “Latino” y nada más…¿Me oyes, Alfredo? ¿Se puede saber de qué te estás riendo? ¿Alfredo? ¿Alfredo? No te rías que me cabreo y ya sabes que cuando me cabreo aún atino menos de lo normal…¿Alfredo? Para ya de reír. ¿Has sido tú el que ha llamado? Mira que eres borde… Bueno, ya me explicarás de qué va después, cuando termine la inspección, que Ángela sólo se queda seis horas, y en seis horas como no me dé un cabezazo no me puede pasar nada malo. Te dejo. Voy a ver si me encajo la mandíbula, que toca sonrisa talentosa. Luego hablamos.
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miércoles, 2 de febrero de 2011
El español más caro de la historia
Dicen que el español más caro es Fernando Torres, antes de rojo y ahora de azul. 58 millones de euros es el precio que se ha pagado por contratar sus servicios. Pero la afirmación es errónea. Hay otro por el que ha habido que apoquinar más, pero que mucho más, desde hace mucho tiempo y hasta el día en curso, en el que continúa impertérrito saqueándonos los bolsillos sin descanso y sin pudor. Vale que comparar es odioso, aunque también inevitable en según qué casos. Pensemos fríamente; si el “niño” es un delantero resolutivo al que se valora por su eficiencia, el verdadero hombre record en esto del desembolso desmadrado, eficiente, lo que se dice eficiente, pues va a ser que no; meter goles, mete el sujeto, pero en propia puerta. Se cuela uno tras otro, con tal potencia que encima agujerea las redes dejándolas inservibles. Y lo más cruel de todo es que los celebra abrazándose con los suyos, que como no saben a qué juegan, lo mismo les da donde entren los balones.
Torres es una apuesta que, a medio plazo, puede ser muy rentable. El grande, el talentoso, el divino, el genio, el sabio, el maravilloso, el increíble e inigualable estadista que nos cuesta la vida, es una ruina con piernas. Torres, al lado del puñal que nos gobierna, en lo relativo al monto, es como un céntimo en la cueva de los cuarenta ladrones, pequeña, insignificante miseria entre tamaña riqueza. A nuestro agujero negro es imposible hacerle sombra, una plaga, la Apocalipsis a crédito, pasarán generaciones hasta que, con mucho sacrificio, recuperemos lo invertido en su fichaje.
Así que, con toda seguridad, el español más caro de la historia (a los datos me remito) no es otro más que el azote de los pobres, el exterminador, el tío Viruelas, el magnífico y, sobre todo, indefinible José Luis Rodríguez Zapatero. Que Dios lo guarde en su gloria, y que esa gloria se encuentre muy lejos de aquí. Pero que muy lejos.
Torres es una apuesta que, a medio plazo, puede ser muy rentable. El grande, el talentoso, el divino, el genio, el sabio, el maravilloso, el increíble e inigualable estadista que nos cuesta la vida, es una ruina con piernas. Torres, al lado del puñal que nos gobierna, en lo relativo al monto, es como un céntimo en la cueva de los cuarenta ladrones, pequeña, insignificante miseria entre tamaña riqueza. A nuestro agujero negro es imposible hacerle sombra, una plaga, la Apocalipsis a crédito, pasarán generaciones hasta que, con mucho sacrificio, recuperemos lo invertido en su fichaje.
Así que, con toda seguridad, el español más caro de la historia (a los datos me remito) no es otro más que el azote de los pobres, el exterminador, el tío Viruelas, el magnífico y, sobre todo, indefinible José Luis Rodríguez Zapatero. Que Dios lo guarde en su gloria, y que esa gloria se encuentre muy lejos de aquí. Pero que muy lejos.
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