"En el fútbol los amigos me comentaron que la Junta daba ayudas individuales y a empresas. Y me acerqué a pedir una porque estaba en el paro". Lo mejor que he oído en los últimos años, de verdad. Lo dice José Antonio García, ex concejal del PSOE en Camas (Sevilla), y le sirve como excusa para explicar cómo entró a formar parte del grupo de 70 mangantes descubiertos hasta ahora en los ERE irregulares de Andalucía. Prejubilados sin vergüenza ni pudor, ladrones que se beneficiaron de expedientes de regulación de empleo subvencionados por la Junta andaluza, pese a que ni tan siquiera llegaron a trabajar en las compañías que redujeron personal.
De momento son 70 los golfos, son 70 los intrusos que accedieron a este fondo de reptiles, aunque debiera llamarse de gusanos. Gracias a la connivencia de aseguradoras, consultoras y altos cargos de la Consejería de Empleo, ediles, sindicalistas, intermediarios, familiares y amigos, colegas en esto de estafar, durante años se lo han llevado calentito. Y coincide que en nueve de esos años un tal Javier Guerrero fue director general de Trabajo, manejando a discreción la módica cantidad de 647 millones de euros de ayudas públicas. Y, claro, de tanto repartir, yerno mío, déjame un piquito para mí, que no llego, ya ves. ¿Oyes a mi madre? Pues ahora me la prejubilas donde te salga de las narices, que no van a ser todo colegas del partido, que a la familia también le tiene que tocar algo, digo yo. Y tras la conversación, la suegra colocada. Una mafia chapucera, pero millonaria abusando de las ayudas públicas.
La policía ha desarticulado al núcleo duro de los intrusos, una trama que se lucró a través de la consultora Vitalia y Juan Lanzas, que parece que era el encargado de conectar al espabilado de turno con la caja del dinero, y que además está incluido en dos ERE junto a su mujer y su cuñada. Por ahora, van 70 de 1.569 trabajadores examinados. Alguno más saldrá del pozo ciego pues son 6.096 los empleados que están recibiendo estas ayudas públicas. Pongamos, por mera estadística, que entre 250 y 300 está el número de ratas. Todo un ejemplo de lucha democrática que nos deja enseñando el culo ante los socios europeos. Volvemos de nuevo a la imagen del país de ladrones al que no vale la pena ayudar. Tú, alemán, pon pasta para salvar a los españoles. Y va el alemán y dice que no, que para que se la pulan cuatro listos, mejor se queda en Alemania.
Ahora, lo más hediondo, lo más repugnante, lo más obsceno, ¿por qué el PSOE no quiere que el Parlamento andaluz investigue el caso? Huele a podrido. Como apesta a muerto el uso del dinero destinado a ayudar a las empresas. Otro cantar cavernoso en el que muchos amigos se han repartido un pastel que no les pertenecía. Corrupción en mayúsculas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario