martes, 1 de marzo de 2011

Roca, Zapatero, los controladores, el Santander y el barón copión

¿Por qué España está así? Si le echas un vistazo a las noticias que ocupan los periódicos, es sencillo llegar a una respuesta concisa sobre quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos. En resumen, que solucionas de un plumazo la mayor duda sobre la existencia en sí del ser humano, dejando al margen consideraciones que tienen más de fe que de realidad.

Después de este rollo de introducción, bueno es que explique cómo he visto la luz tras leer con detenimiento el comportamiento y actitudes de algunos exponentes del circo patrio. Vayamos por partes.

Primero, las declaraciones de Juan Antonio Roca en las que indica "Le puedo garantizar que con 12.000 euros mensuales después de impuestos se puede vivir muy bien, y me refiero a llevar a los niños a un colegio bueno, permitirse algún viaje". Aquí nos encontramos ante el espécimen más rastrero que genera el sistema, un ser sin escrúpulos que convierte en alevines a los cuarenta ladrones, una degeneración que te roba y se ríe en tu cara. Lo que me fastidia del tema es que tendré que alimentarle mientras viva entre rejas, cuando lo que me apetece es buscar el calabozo más oscuro de la más inmunda prisión del más recóndito rincón del planeta, encerrarle dentro con sus cuadros y tirar la llave.

Una segunda pincelada para definir el elenco de artistas que controla el negocio me la ofrece en bandeja el presidente del Gobierno y su respuesta a la demanda de auxilio por parte de unas empleadas de Trapa. Durante su visita a la Feria Internacional de Alimentación de Dubai, éstas, después de atraer su atención ofreciéndole un bombón, le indican, ilusas ellas, que necesitan ayuda para que la empresa salga adelante. Con su talante habitual Zapatero les desea suerte. Y se queda tan ancho. Lo mismo que dar margaritas a los cerdos, pedir peras al olmo o invertir en paraguas en el desierto. Un acto inútil. En este punto, y ya que de políticos se trata, no sería justo si no quedara constancia de la sinceridad del ministro de Trabajo que avisa, y el que avisa no es traidor, de que los datos del paro en febrero son siempre malos. Se me encienden las neuronas pues, para conseguir todo lo contrario, para que los números sean buenos ya de una puñetera vez, están y cobran él y su jefe. Qué justificarse en la tradición mensual o dejar el futuro en manos de la diosa fortuna es de incapaces.

Como tercera muestra, el laudo con los controladores. Manuel Pimentel destaca que estos trabajadores "tenían razón" en que era necesario "clarificar su jornada laboral" ya que era cierto que trabajaban más horas que en Europa. Aunque cobraran más. Y subraya que se ha logrado el reconocimiento de "la dignidad de una profesión que exige mucho no sólo psicológicamente", ya que se trata de una vida dura con muchas responsabilidades. Ahora viene el turno del resto de los españoles que también necesitan que les clarifiquen su jornada de trabajo(los que trabajen), que les digan por qué cobran menos currando más que en Europa y que se reconozca la dignidad de su profesión, ya sea de mamporrero como de neurocirujano. Qué todos los oficios son respetables y conllevan, en muchos casos, mayor carga psicológica y física (aquí hay que reconocer que ellos tienen ventaja, pues pueden paralizar un país). Y lo de una vida dura con muchas responsabilidades, mejor ni mentarlo. Suena a cachondeo.

Como cachondeo es que los directivos del Santander ganen este año más pese a la caída de beneficios del banco y bajo el cruel dominio de una situación económica provocada, entre otros, por compañeros de profesión. Me siento idiota.

Para finalizar con este pequeño esbozo, qué mejor que una anécdota que relaje tensiones. Resulta que el ministro alemán de Defensa, un barón de nombre Karl-Theodor zu Guttenberg, de los Guttenberg de toda la vida, ha presentado su dimisión porque le han pillado de lleno. Parece ser que el espabilado plagió su tesis doctoral. Aquí eso no ocurriría. Y no porque no se copie en los exámenes, se plagien tesis o se falsifiquen títulos, no. Ni tampoco porque a nuestros políticos no les haces saltar del trono ni con agua hirviendo, que lo de dimitir no está en su diccionario. No pasaría sencillamente porque, y a los historiales académicos de algunos me remito, si no hay carrera terminada, no hay nada para fusilar.

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