martes, 15 de marzo de 2011

La que se avecina.

Reunión de pastores. Los principios del Pacto por el Euro tienen por objetivo fomentar la competitividad para afrontar la crisis de la deuda. Deuda en la que nos han metido los mismos que ahora pretenden sacarnos exprimiéndonos al máximo. La casta política que nadie quiere y que todos sufren como mal endémico y sin remedio.

El acuerdo entre canallas se basa en compromisos sobre moderación salarial, contención del gasto en pensiones y prestaciones sociales, además de un engendro entre flexibilidad y seguridad laboral encaminado supuestamente a la creación de empleo, y la coordinación de las políticas fiscales. Eso sí, dejando a cada país que escoja las políticas específicas necesarias. Es decir, que cada gobierno cruja a los suyos como le venga en gana.

Por el momento, Zapatero, el leviatán patrio, admite la exigencia alemana de vincular salarios con productividad. Debemos hasta de callar y no estamos como para decirle que no a Ángela Merkel, que las cosas se están poniendo muy feas. En los últimos días las presiones sobre Grecia, Portugal, Irlanda y España se han intensificado, en parte motivadas por las rebajas de la deuda que han hecho las agencias de calificación. Han tocado a rebato de nuevo en Europa, el castillo se desmorona por el lado más débil y nos va a tocar apuntalarlo con lo que podamos, que es escaso y malo.

El Pacto del Euro necesita de la total implicación de los agentes sociales en las negociaciones que vincularán los salarios con la productividad. Los países deberán garantizar que "la fijación de los salarios en el sector público esté en consonancia con los esfuerzos de competitividad del sector privado" y que "los salarios deberán evolucionar con la productividad". Atención funcionarios, que viene el torpe con las tijeras y se avecina un palo con el que empezar a devolver lo que nos han prestado.

De postre, para que todos participen de la fiesta, el acuerdo propugna un "alineamiento de los sistemas de pensiones con la situación demográfica nacional, por ejemplo alineando la edad de la pensión con la esperanza de vida". Pensiones entumecidas para que los mayores se sacrifiquen un poco más, que viven muy bien los viejos.

Me da lo mismo que me tachen de demagogo. El que piense que exagero, que analice sin temblar las palabras del presidente del Gobierno, que admitió que seguramente se tendrán que realizar más ajustes y reformas. Si el embustero reconocido comunica esto, es que muy negro viene el futuro, peor de lo que parece.

Yo insisto en lo de siempre. Difícil será que España aguante sin derrumbarse, sin caer en la miseria absoluta, si el innombrable y su equipo continúan al frente. Empeñado en pasar a la historia, el mesías socialista persiste en la encomiable labor de hundirnos. Y camina muy rápido, dando largas y profundas zancadas.

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