Se te queda cara de tonto, pero no tanto ya que no era deseado pero si esperado lo que va apareciendo en relación con la CAM. Según revela “El País”, entre 2004 y 2010, la caja alicantina concedió préstamos blandos (en condiciones favorables) a consejeros y miembros de la comisión de control por un total de 161 millones. Pasta fácil y rápida de obtener para así forrarse a toda velocidad, aprovechando coyunturas y situaciones propicias para el enriquecimiento.
Es decir, presidente y consejeros, uno y otros, se han lucrado sin pudor ni vergüenza, utilizando su posición para ello. El desglose que ofrece “El País” es para coger grilletes, cadenas y encerrar a más de uno para siempre. Modesto Crespo, aparte del sueldo (que ya tiene su aquél), nada más acceder a la presidencia, obtuvo un préstamo de cinco millones al 2,5 %, con los que pudo obtener importantes plusvalías. Un amigo suyo, Ginés Pérez Ripoll, que también se dedica a la venta de coches, fue incluido en la comisión ejecutiva y seis meses después recibió 11 préstamos por 11,44 millones, desde el 1,98 % al 2,93 % de interés. El consejero Aniceto Benito en cuatro años logró préstamos por 47,5 millones en 19 operaciones de préstamo. José Ramón Avilés, presidente de la comisión de control realizó en los últimos seis años 23 operaciones de crédito por casi 38,5 millones. José Enrique Garrigós, miembro de la misma comisión, 4,5 millones. O los 22 préstamos de casi 30 millones que le concedieron al notario de Benidorm Antonio Magraner en solo tres años.
Mientras tú has estado partiéndote la cara trabajando o buscando el sustento, unos tunantes han estado engordando su hacienda con descaro y caradura. Con el nepotismo por hábito, con la práctica de que todos nos pringamos y así nadie protesta, con el uso fraudulento y deleznable de un dinero que no les pertenecía, con el abuso de la posición y contando con el silencio responsable de muchos, unos cuantos elementos sobrantes del sistema desde los puestos de control se han burlado de todo y de todos.
No sé si la justicia les alcanzará, pues es posible que la ley ampare su comportamiento. (es sabido que no se legisla igual para todo el mundo, y por ahí quizás escapen). No sé si a ellos les importa tres cuartos que se hagan públicos sus tejemanejes; pienso realmente que no, que ya se han comido el pastel, así que se siente, se siente. Y no sé si el sistema y la sociedad le cobrarán la deuda a estos tramposos. Lo que sí que sé es que yo, que poco puedo hacer, para no variar y así darme un capricho, de momento procedo con todo el cariño del mundo a ciscarme en todo lo que se menea alrededor de ellos, que a mí los golfos como que no me van. Eso sí, prometo no perderles de vista y empaparme de sus andanzas, que la cosa recién comienza. País de piratas.
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