Me refiero al periódico, no al Estado español, que en éste ya sé lo que está pasando, que los chiripitiflaúticos han desterrado a Locomotoro y han puesto al frente de la banda al mayor de los hermanos Malasombra (a Pepinho, el menor, no le alcanzan los estudios). Nuevos capítulos repletos de imaginación y fantasía se avecinan, un no parar de risas y diversión sin límites.
El objeto del artículo es el palo, palote que le han atizado desde el diario al PSOE y a sus candidatos, el saliente Zapatero y el entrante Rubalcaba (aunque éste lleve dentro cortando el bacalao la intemerata). A saber. Por un lado, una editorial en la que se habla del final de un ciclo, de la pérdida absoluta de credibilidad y confianza, y de la necesidad urgente de que Zapatero abandone la Moncloa lo antes posible dado que el país está en ruina. Y por el otro, una tribuna de Cebrián en la que expone el optimismo patológico del Presidente, su ir y venir como un pollo sin cabeza, sus dudas y aplazamientos constantes, a la par que acusa al partido socialista de provocar un deterioro grave de las instituciones políticas. Ahí es nada.
Desde el PSOE no se lo creen, aunque algo se olían Saben que Cebrián no traga a Zapatero y además piensan que, aparte de la venganza contra éste, detrás está el intento de El País de posicionarse en la pole para cuando gane Rajoy. Los hay también que consideran que es una respuesta desde el medio a la negativa en la concesión de ayudas al Grupo Prisa.
Sea por lo que sea, parece, y sólo parece, que en El País se bajan de un barco que hace aguas, mayores y menores. Veremos si de verdad triunfa la imparcialidad en este medio de comunicación y empiezan a reflejar la realidad tal y como la percibimos muchos españoles. Que uno está más que aburrido de que le vistan de seda a la mona.
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