Por fin. El jinete torpe se ha bajado del burro, viejo y deslomado, y ha convocado unas elecciones que deberían haberse realizado ya. Pero, bueno, como una encuesta le ha dicho que igual no palma por mucho, y a Rubalcaba sólo le falta que le sumerjan en el río Jordán para consagrarle como el nuevo Mesías, Zapatero zapatones ha dejado de tocarnos los mismos y nos ha dado lo que el 22 de mayo le exigimos los españoles en las urnas. La fecha tiene su aquél y está elegida con toda la intención del mundo. Ya se verá como algún comisario político saldrá a hurgar en las heridas, removerá la sangre con el objetivo de rascar para su negocio, la política.
Pero bueno, lo mismo da el 20 de noviembre que el 27. Tendrían que haber sido en septiembre, pero como de luces y vergüenza el saliente anda escaso, aún tenemos que esperar casi cuatro meses para quitárnoslo de encima de una vez y para siempre. Y, de paso, a su delfín y a la banda de políticos desgastados e inútiles que le acompañan.
En resumen, no es un mal día para España, que va. Quizás el ciego ha reaccionado a la infinidad de toques dados por los socios de la Unión, los compañeros del partido, los empresarios, los bancos, todos los españoles y hasta su periquito. Quizás se ha cansado de hacer el ridículo. O quizás la cordura se ha hecho un hueco en su mente y le ha abierto los ojos. Sea por lo que sea, hasta nunca, Zapatero.
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