Que cada uno lo interprete como quiera, que para eso existe la libertad. Camps ha dimitido, le han dimitido, ha renunciado por honestidad o porque no tenía otro remedio, abandona todos los cargos en un gesto de responsabilidad o le obligan desde dentro. Lo mismo da. El caso es que ha dimitido y opta así a defenderse sin involucrar la institución que presidía.
Como de lo que se trata es de opinar, y para eso escribe uno, aquí va, en cuatro fascículos, lo que pienso de todo esto. En primer lugar, que era un hecho necesario, lógico y absolutamente inevitable que Francisco Camps dejara la presidencia de la Generalitat y también la regional del partido. Por tres razones. Por él, para poder defenderse de las acusaciones que se formulan en su contra con total libertad, sin arrastrar detrás de sí la institución. Por todos los ciudadanos de la Comunitat Valenciana, hartos de tener siempre escupido por bocas ajenas el estigma de la corrupción. Y por los votantes del PP, siempre sospechosos de participar con el consentimiento del juego sucio.
En segundo lugar, puede, ese es mi deseo, que se haya abierto un melón del que sacar tajadas. Es decir, a ver si cunde el ejemplo y se largan otros presuntos culpables en esto de llevárselo calentito. Insisto en lo de presunto, que pulula mucho por ahí haciéndose el sueco, escudándose en que como Camps no dimitía, nadie tenía por qué hacerlo. Ahora no es obligatorio estar condenado, con que asome una pata podrida por debajo de la puerta sobra y basta para tomar las de Villadiego (como, por ejemplo, algún cargo andaluz, o desertor de allá y vegetando en Madrid, que huele que apesta, y que ya tendría que haberse ido lejos, muy lejos)
En tercer lugar, la renuncia de Camps (que no culpabilidad, eso saldrá de los tribunales) fortalece, y mucho, al PP, limpia la formación de sombras y deja sin su único argumento al PSOE local, regional y/o nacional. Tendrá que tirar de imaginación el Rubalcaba´s team para inventarse algo con lo que su candidato entretenga al respetable en sus mítines, ya que se le ha secado el filón de golpe. Ampliará, sin dudas, el repertorio de mentiras y barbaridades, como esa de que sabe cómo solucionar el problema del paro pero que ya lo hará si gana. De esto, de no decir una verdad ni muerto, andan sobrados por esos lares.
Y en cuarto lugar, más anhelo que lucubración. A ver qué les parece. Todo apunta a elecciones anticipadas. Entre que España carece de gobierno, que el partido en el poder muestra una bicefalia ridícula, que la situación económica en otoño será dramática, que por el camino que vamos nunca recuperaremos un pepino, que en el barco del PSOE ya no quedan ni ratas ni tripulación (pasaje sí, que la fidelidad existe) y que el país necesita como el aire y el agua un rumbo coherente, el acabado Zapatero no tendrá otro remedio y rendirá plaza antes de diciembre. En el PP lo saben y por eso, porque no se podían permitir unas elecciones con Camps en el banquillo de los acusados, han consentido o forzado (repito, opiniones para todos los gustos) la situación y se han desprendido de lo poco que le quedaba al PSOE para plantar cara.
En resumen, un buen día para la democracia, un buen día para Camps, un buen día para Rajoy, un buen día para el PP y un mal día, un malísimo día para Rubalcaba y el PSOE. Es lo que pienso y así lo escribo.
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