¿Qué debate? ¿Alguien duda sobre en qué estado se encuentra la nación? ¿Qué nación? Porque en esta España unida por el fútbol naciones hay muchas y peleadas. Vayamos por partes para dar respuesta a estas tres cuestiones. En primer lugar, uno hablará y los otros le dirán de torpe para arriba. Le culpabilizarán hasta de la muerte del Torete y no ayudarán en nada, que es pecado socorrer al prójimo, aunque éste deambule perdido, sin rumbo y sin fuerza. Ciertos son los fracasos del Gobierno en el fondo y forma de afrontar la crisis, los continuos errores y vaivenes en su política económica y sus traiciones en lo social: este mérito es de Zapatero y los suyos. Pero no dejemos libres de polvo y paja a los demás, más preocupados de luchar por el poder que de cumplir con aquellos que les votaron confiando en su decisión y capacidad.
Todo esto no es debatir: es tirarse los trastos a la cabeza, desviar atenciones y proseguir con su negocio entre descalificaciones y acusaciones de ineptitud unos y corrupción otros. Un circo bien montado al que asistir y quedarse con cara de idiota viendo que la cosa se queda como está, que no hay nada que hacer salvo apretarse bien los machos y seguir tragando con lo que sueltan los miembros de la casta política.
Sobre el estado crítico y terminal en el que se encuentra sumergida España, sólo podemos esperar el parte médico, en el que a buen seguro vendrán peores noticias para nosotros, en forma de recortes, pérdida de derechos, ajustes e impuestos. Nada nuevo en un enfermo que esta agonizante y agonizando, y que sobrevive gracias a algún que otro chute de morfina.
Morfina en forma de pelota, que ha conseguido unir a casi todo el país y sus múltiples naciones en torno a una única bandera, despertando el orgullo otrora facha de ser español, español, español. Cabría desear que lo que ha unido el fútbol no lo separe el hombre. Pero cuando esto acabe, me da a mí que andaremos de nuevo a la gresca.
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