El pasado domingo 18 de julio, Manuel Chaves inició la campaña de marketing e imagen del Gobierno y su Presidente posterior al Debate sobre el Estado de la Nación. En Mérida mostró a Zapatero como el gran salvador de la patria, el único capacitado para sacar el país adelante. Habló de las medidas adoptadas y las que están por caer, calificándolas como duras, difíciles y delicadas, pero necesarias para la estabilidad y futuro del Estado. Insistió en que lo prioritario eran los ciudadanos y sus problemas y, por supuesto, advirtió de que el PP no busca otra cosa que no sea ganar las elecciones, importándole poco país, economía, paro, pensiones y funcionarios. De regalo, a mitad de la perorata, dejó caer una reprimenda hacia los españoles porque, pobrecitos de nosotros, consideramos, según su sabio entender, que los recursos del estado son ilimitados y por eso no hacemos más que pedir (más triste es robar).
Ahí es nada. Los dirigentes del PP son manifestaciones corpóreas del Maligno y los españolitos de a pie, una banda de descerebrados que sólo pensamos en gastar y gastar. Mientras, los dirigentes del PSOE, ángeles custodios, se desviven en buscar nuestro bienestar y conducirnos por la senda del ajuste y el recorte: resulta que somos nosotros los que nos hemos comido todo el pasto dejando el campo como un erial.
Con respeto y educación y sin utilizar esa demagogia que usted maneja con docta soltura y acertada suficiencia, me permito, libre como soy, decirle algo. Son ustedes, nefastos administradores, los que han agotado los recursos, obrando irresponsablemente al tener como objetivo primordial perpetuarse en el poder. Ahora, aquellos a los que usted riñe debemos pagar por sus errores. Así que no me insulte, no me tome por idiota, porque no se lo tolero.
Mire usted: la casta política del PSOE y del PP son ramas del mismo árbol (iba a escribir estiércol del mismo saco, pero quedaba grosero). Insúltense entre ustedes, aporreándose por las esquinas y mentándose a la parentela si es ese su deseo. Pero, hagan el favor usted, los suyos y los de enfrente: dejen de usarnos para sus juegos de poder. Y, sobre todo, pongan fin a la burla, que todo aguante tiene su límite.
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