No piensa tolerar posiciones numantinas ni fundamentalistas. Basándose en los datos de un sondeo de intención de voto, José Luis Rodríguez Zapatero, a través del brazo ejecutor de Manuel Chaves, prolongación del de José Blanco, pretende cargarse las legítimas intenciones de Tomás Gómez de aspirar a derrotar a Esperanza Aguirre. Un “yo mando y aquí se hace lo que yo quiero o estás fuera del juego” que pretenden vender desde Ferraz como un comportamiento democrático dentro del PSOE. Parece cualquier cosa menos esto último.
No permitir al exalcalde de Parla ni tan siquiera soñar con la posibilidad de ser presidente de la Comunidad de Madrid suena a un querer tenerlo todo atado y bien atado, una actitud dictatorial propia de un absolutismo de lo más rancio. Las voces disconformes y libres mejor callarlas que consentir se manifiesten con libertad.: el que no obedezca ciegamente, no me sirve, lo quemo para la política.
Esto no hace más que dotar de razones a aquellos que se han hartado de afirmar que en el partido socialista sólo vale una opinión, la del Presidente del Gobierno que, rodeado por aquellos que fiel y servilmente le acompañan y adulan, dirige como un tirano la formación política, valiéndose siempre de la fuerza de una guardia pretoriana que teme por su futuro. Fácil es entender, ahora, el descontento y la tristeza de muchos socialistas de corazón y convicción. Hay que ver lo que engaña Zapatero, con su sonrisa y sus buenas palabras. No digo yo que sea como Vlad III, el empalador, pero sí que parece un noble cortesano que domina, y de qué manera, feudo y vasallos. Miedo da.
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