Por falta de iniciativas no va a quedar, no. Aunque éstas consistan en rogarle a Santiago Apóstol que ilumine las oscuras mentes de los dirigentes políticos del país para que actúen con coherencia, solidaridad y responsabilidad. Ahí es nada. Como si esta tarea fuera fácil y/o asumible por voluntad humana o divina. Eso de que sirvan al interés general los miembros de la casta política, lo que vendría a ser su obligación, es como intentar hacerse una fotografía de carnet con el Meteosat. Imposible a la par que estúpido: teniendo tan cerca el control sobre bienes y la posibilidad de llevárselos calentitos con dos pases de magia, la aptitud moral de nuestros dirigentes se desvía, invariablemente, hacia el lado equivocado. En esto no fallan, buscan todos lo mismo, unidos por la avaricia.
Entonces, demandar que se entreguen a la causa común, “favoreciendo la cohesión y el entendimiento entre todos, atendiendo con eficacia a los problemas de nuestros ciudadanos” lo que único que provoca es vergüenza en los españoles y risas en los destinatarios del mensaje. Risas que se transforman en carcajadas cuando apela a la solidaridad entre comunidades, cuando habla de “la gran familia” que es España, cuando intenta destacar “todo aquello que nos une”
Nuestro monarca parece haber lanzado un grito de auxilio, viendo lo que se nos avecina. Nunca podremos entendernos ya que siempre miraremos al vecino y querremos más que él. Estando en manos de quienes estamos, políticos enfrascados exclusivamente en luchas de poder, jamás existirá una cohesión y, mucho menos, se atenderán eficazmente los problemas. Además, esta gran familia se odia por todos los lados, no tiene nada en común y sólo está unida, y no del todo, por los éxitos deportivos.
Esperemos que lo que ha motivado estas regias palabras sea un cumplir con la tradición, y no un desesperado toque de atención a los que deben sacarnos del lío en el que nos han metido. Si sólo nos queda como argumento para escapar de ésta que el Rey de España solicite ayuda espiritual al Patrón de España, es que la cosa está aún más negra de lo que parece. Que Dios nos libre con el apóstol a caballo dirigiendo sus huestes celestiales: la llevamos clara.
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