miércoles, 28 de julio de 2010

Políticos por la gracia de Dios

Las encuestas nacionales sobre qué es lo que más nos preocupa a los españoles, arrojan un resultado muy clarificador. Junto a paro y terrorismo, aparecen destacados los políticos patrios. Parece que ya nos estamos percatando de cuál es el problema endémico de la sociedad española. La mala praxis, el abuso, el descontrol, las mentiras y traiciones, todo proviene del mismo grupo, secta, mafia, logia o como cada uno quiera llamarlo: la casta política.

Todos, sin distinción de corriente política, que no ideológica, pues las ideas ya las han asesinado, tienen como objetivo perpetuarse dentro de esta escala social exclusivista y casi impenetrable. Acceder a la organización y formar parte de ella requiere, además de un sacrificio moral, una amplia formación en el arte de la manipulación y un gran dominio de la mentira. Una vez prostituidos los principios, sólo falta arrimarse al lado adecuado y convertirse en meretrices del poder. Encaramados en una institución de la entidad que sea, que no es necesario llegar al gobierno del Estado para medrar, el truco está en anclarse y presentarse como insustituible líder de masas. Y si no funciona, si los calan enseguida, les quedan cuatro años para garantizarse un futuro dorado.

Decir que la política española necesita imperiosamente una renovación es una obviedad. Todos nos hemos dado cuenta. Pero a ver quién los mueve de ahí. Cuando lleguen las urnas a dictar sentencia, tendremos ante nosotros de nuevo un panorama desolador: otra vez los mismos, exhibiendo su mejor cara e hiriéndonos con sus embustes. Una estirpe de truhanes que pretende heredar los cargos por la gracia de Dios. Son como Fernando VII, El Rey Felón, El Deseado, que por seguir siendo rey vendió familia y país. Si embargo, me resigno a conformarme: no nos merecemos lo que tenemos. De verdad que no.

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