Dice José Blanco que cree que no se puede creer la carta de los controladores. Yo también pienso que no se puede pensar que los mismos se queden quietos mientras la justicia les mete mano, de igual forma que digo que no se puede decir que vayamos a disfrutar de unas navidades tranquilas en esto del volar. Ahora bien, considero que no se puede considerar como lógica y acertada la decisión de prorrogar el estado de alarma, y concibo que no se puede concebir que el Gobierno de un estado democrático sea tan torpe y tan poco previsor como el español, al igual que afirmo que no se puede afirmar que con la vigilancia extrema hacia el colectivo chantajista quede solucionado el problema, pues el resto del personal de los aeropuertos comunica que no se puede comunicar la privatización sin esperar las consiguientes movilizaciones.
La ejecutivo español muestra que no puede mostrar otro argumento con el que combatir contra el enemigo de moda y, en consecuencia, hace como que no puede hacer otra cosa salvo militarizar el espacio aéreo per sécula seculorum. Entiendo que no puedo entender cómo se ha llegado a ésta situación y puesto que sé que no puedo saber cuál es el fondo de todo, proclamo que no se puede proclamar la culpabilidad o inocencia de nadie sin el pleno conocimiento de los hechos.
En este lío en el que Blanco cree que no se puede creer a los controladores y los controladores creen que a quién no se puede creer es a Blanco, lo único claro es que ni yo ni nadie se cree ni se puede creer ni al ministro ni a los reventadores del sistema. Ateos totales, vamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario