lunes, 20 de diciembre de 2010

De estreno en Afganistán

He estado unos días retirado del mundo. Los fríos y mi garganta no son compatibles, no se llevan nada bien. Y mientras me he cocido a paracetamoles e historias, me parece que me he perdido algo. ¿Es ya Alfredo Pérez Rubalcaba el nuevo Presidente del Gobierno, bien de facto o bien in pectore? Porque ejercer como tal, ejerce.

Este hombre que todo lo hace, todo lo sabe, todo lo controla, todo lo puede, todo lo dirige y todo lo maneja ha realizado, como si fuese el Rey, o el Presidente o el Ministro de Defensa, una visita a las tropas españolas en Afganistán. Les ha felicitado la Navidad y usando su poderoso verbo, ha lanzado la arenga lógica y necesaria para unos compatriotas que en un país muy lejano defienden con honor la bandera de España. Eisenhower sentiría envidia de nuestro gran califa Rubalcaba, que ha actuado como el gran líder de masas, como el caudillo que se cree que es (él mismo y su adormecido jefe se encargan de colgar los galones correspondientes). Se pueden pensar dos cosas al respecto: o Zapatero prefiere esconderse hasta que se sofoque el incendio y envía a quemarse por ahí a su prolongación en el gobierno, o es cierto que la abdicación del Presidente ya ha comenzado a gestarse. De ser así, de ser el comienzo del adiós del hombre del talante, el delfín elegido para la sucesión se va a encontrar con que una gran parte de los suyos no le quiere, y con que muchos de los restantes básicamente no le podemos ni ver.

Aparte de esto, de dinastías hereditarias espurias, he de agradecerle al príncipe Alfredo que por fin, tras nueve años, alguien haya explicado con tanta claridad qué pintan las tropas españolas en Afganistán. Resulta, mire usted por dónde, que estamos allí defendiendo la libertad de España, nuestra seguridad… Qué venga Dios y lo vea. Allá, donde los narcodólares han gobernado, gobiernan y gobernarán por los siglos de los siglos, tenemos a nuestros soldados jugándose la vida para que una población que odia al demonio occidental dedique su tiempo a tramar su eliminación. Obama es mucho Obama, y en esto de proteger libertad y seguridad españolas, parece que EE UU tiene la palabra. Yo no sé ustedes, pero yo empiezo a estar muy harto de que Rubalcaba no diga una verdad ni de casualidad. Y dado que es, por lo visto últimamente, el que corta el bacalao, un poco de sinceridad no vendría mal. Y un poco de sentido común. Y un poco de cordura. Y un poco de responsabilidad. Y un poco de dignidad. Y un poco de…

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