Reza el artículo 14 de la Constitución: "Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social".
La comisión parlamentaria del Pacto de Toledo acordó recomendar al Gobierno la ampliación del número de años necesarios para cobrar el 100 % de la pensión. Recomendación que no va afectar a diputados y senadores, que seguirán siendo los privilegiados del sistema.
Es decir, los trabajadores normales, a los que se refiere el 14 de la Carta Magna, para acceder a un “sabroso” 50 % de pensión tendrán que haber cotizado 20 años, mientras sus señorías, seres superiores, no verán modificadas sus prebendas; con 7 añitos de parlamentario ya se colocan en el 80 %, hasta los 10 se plantan en un 90 % y al superar los 11, ya tienen el 100 %. Para que el españolito de a pie alcance el total debe haber estado 35 años colaborando con el sistema y tener cumplidos los 65, o los 67 si el Gobierno continúa erre que erre con su intención de alargar la edad de jubilación. Cierto es que los del 14 podemos jubilarnos pasados ya los 61, con las penalizaciones correspondientes, mientras que sus señorías pueden ya a los 60 con 40 cotizados.
Es decir, 614 españoles, entre diputados y senadores, elegidos en las urnas por el pueblo soberano se transforman gracias a nuestra voluntad en aventajados ciudadanos que labran su fortuna legislando para su beneficio, mientras que el resto de incautos mortales que hemos confiado en ellos observamos impotentes su bonanza y nuestra desesperanza.
Repito el inicio de la tribuna. "Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social". Hermoso si fuera verdad, pero una burla cuando no se cumple. Y ahora no lo hace: no se trata de un tema legal, enterrado por leyes elaboradas por los interesados para blindar la injusticia. Es un problema social, una razón moral. Ya es hora de que en España seamos o todos moros o todos cristianos, sin califas ni señores feudales.
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