Me atraen esos poemas llamados haiku. Con pocas palabras, muchas cosas claras. Yo, propenso a enrollarme, he descubierto en ellos una forma de expresarme sin gastar en demasía el teclado. Reconozco que cuesta horrores redactar uno, porque cuando te lanzas y son tantas las cosas a decir, ser breve y exacto es muy difícil. Lo más habitual es que escribas una solemne tontería.
Los que saben del asunto comentan que el truco está en elegir bien el tema y ajustar con precisión lo que pretendes comunicar en tres versos de cinco, siete y cinco sílabas. Ahí es nada. Me he puesto a pensar, y de momento se me han ocurrido, antes de aburrirme, unos cuantos. Ejerciendo de aficionado, y de los malos, aquí dejo una muestra. Por ejemplo, respecto a la ausencia de los señores diputados en las sesiones parlamentarias en las que se debaten temas tan importantes como los presupuestos, quedaría bien “Si no trabajas/¿por qué tienes que cobrar?/No te lo ganas”. Sobre el tema pensiones, “No llego vivo,/con los sesenta y siete/ no me jubilo”. Referente al jefe del ejecutivo español, al real, a Zapatero, “En el presente,/no está ni se le espera/ al presidente”. Y con Rubalcaba, gobernante in pectore, “Miedo produce/ el que con su posición/ todo conduce”. Aquí me detengo, porque éste último haiku casi me sirve de comodín, ya que se le podría aplicar a infinidad de personas y personajes, como Pepe Blanco, Leire Pajín y demás responsables de la debacle nacional. Y ya puestos, y manteniendo las distancias con los anteriores, también a los Castro, Mohamed VI, Mahmud Ahmadineyad y la restante colección de dictadores que asolan sus respectivas naciones ante la mirada, pasiva y cómplice en ocasiones, del resto de los estados.
Mirándolo bien, esto del haiku puede llegar a ser divertido, parecen mensajes con los que encabezar una manifestación. Lo que no tengo claro es si la rima debe ser asonante, consonante o mal sonante, o simplemente no rimar. Me da a mí que esto no es lo mío.
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