Como presidente vuestro que soy, os debo una explicación. Y esa explicación que os debo, os la voy a dar. Porque como presidente vuestro que soy, os debo una explicación. Y esa explicación os la voy a dar... Y así media hora, una o lo que haga falta. Siempre asesorado por Rubalcaba, que es como Manolo Morán con cien kilos menos. José Luis Rodríguez Zapatero, ejerciendo de Pepe Isbert (grande, grande y mil veces grande, el actorazo) congregaría a la masa a su balcón y con su habitual facilidad de palabra expondría los motivos por los cuales permitiría a los americanos del norte que montasen en Rota un pentágono, un hexágono o un dodecágono, lo que les apeteciera, faltaría más. Que para eso aquél que un buen día sufrió una repentina lumbalgia que le impidió levantarse al paso de la bandera de los USA, es ahora amigo, camarada, hermano, más que hermano de Barack Obama. Hay que agradar al presidente yanqui, pelotear rastreramente si se tercia, estrechar relaciones: cosa fácil dadas las afinidades de todo tipo existentes entre ambos dirigentes, tal y como expuso sabiamente en su día Leire Pajín. "Todas las puertas están abiertas para usted", “...el embajador de EE UU en España y el representante personal del presidente Obama no es otro embajador más sino alguien especial", no son más que declaraciones de amor fraternal, de inquebrantable amistad interplanetaria.
Los objetivos son loables; desde la súper base se lucharía contra el terrorismo, la piratería y el crimen organizado, y, ya de paso, se colaboraría con los ejércitos africanos. Con los de los países amigos, claro. Bueno es saber que cada año, los aviones militares estadounidenses efectúan 4.000 vuelos en España y que hasta 250 navíos atracan en los muelles de Rota. Así que, a pesar de irnos de Irak, y continuando encastrados en Afganistán (sigo sin saber qué pintamos allí, semper fidelis a los EE UU en su lucha contra lo que sea), les pondríamos casa, cama y cuartel, como buenos aliados.
Los Estados Unidos son los socios más naturales y lógicos con los que debe contar España. Eso es más que evidente. Lo que me choca, sin sorprenderme, es lo rápido que algunos cambian de opinión en este país. Dicen los papeles del Wikileaks que nuestro presidente se muestra entusiasmado, como el colega de Vicky el vikingo, con la idea de que Mr Marshall retorne a España. Muy socialista todo. Muy socialista.
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