jueves, 23 de septiembre de 2010

Aguirre y los sindicatos

Setenta millones de euros son muchos millones. Éste es el ahorro calculado por Esperanza Aguirre si consigue reducir el número de liberados sindicales y/o el crédito de horas del que gozan los mismos: al reincorporarse a su puesto de trabajo desaparecerían aquéllos que ahora desempeñan sus funciones y el liberado cobraría por los conceptos por los cuales tiene la condición de empleado público, y no por su labor dentro de su sindicato. Setenta millones de razones para enfrentarse con los representantes de los trabajadores, a los que la Ley Orgánica de Libertad Sindical reconoce en su articulado una serie de derechos en el desempeño de sus funciones como sindicalista. Pero también están los Convenios, y por ahí es por dónde se les va a atacar.

Los funcionarios no están bien considerados por la opinión pública de este país. Se les sataniza, se les acusa de vagos y ociosos vividores que se limitan a vegetar en puestos de trabajo absurdos e innecesarios. Craso error la generalización. En sanidad, educación, fuerzas de seguridad, servicios sociales, infraestructuras, medio ambiente, etc. hay mucha gente que desarrolla un trabajo impecable y, en la mayoría de los casos, mal pagado. Claro que también están los que no sirven para nada, los que pelearon por una oposición, consiguieron ganarla y una vez en el sitio, se tumbaron a dormir y así hasta hoy.

Muchos son los que catalogan así a los representantes sindicales, imprescindibles en el mantenimiento de derechos del trabajador, pero excesivos sin duda en número y horas, y caros, muy caros de mantener para las administraciones. El sindicato es necesario como escudo protector y como generador de progreso, igualdad y libertad, pero su precio es muy elevado si sumamos a lo que reciben directamente de las cuentas del Estado lo que debe invertirse en cubrir los huecos que se generan. Hay que reducir y racionalizar el gasto público, y en la Comunidad de Madrid van a empezar con ellos. Si es cierto que con la décima parte se pueden proteger con efectividad los derechos de los trabajadores, no es un mal camino a seguir. Aunque me da en la nariz que se va a liar parda.

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