jueves, 23 de septiembre de 2010

Las provocaciones del Duce del Magreb

Es un paso más. En el anterior chantaje cometido por Marruecos contra la ciudad española de Melilla, el dictador alauí se valió de una tropilla de camorristas y alborotadores. Mafiosos de película cutre, bocazas y chillones impresentables, que obedeciendo siempre instrucciones del que todo lo sabe y todo lo manda en Marruecos, y contando con la complicidad de las fuerzas de seguridad propias, nos montaron un lío asediando territorio nacional. Todo apaciguado y tranquilizado con una media bajada de pantalones de nuestra diplomacia.

Ahora, el Duce del Magreb saca a la luz una nueva arma y lanza a su primer ministro, otra marioneta más, para que, a título “personal”, exprese su parecer sobre lo que él considera una provocación. Manda huevos, como diría aquél. Tiene delito que la visita de un español, llámese Mariano Rajoy o Juan López, a cualquier parte de nuestro territorio nacional, sea Melilla, Ceuta, Cádiz, Santiago o Teruel, tenga que ser aprobada por un país extranjero. Pero bueno, el rey de los fosfatos actúa así y así se lo permitimos, por lo que se ve.

La jugada hay que interpretarla. Mohamed VI escala un peldaño más en sus deseos de conquista sobre Ceuta y Melilla mostrando su malestar a través de un político de alto nivel, y deja para sus títeres el resto de sus artimañas y amenazas. Y ahí es donde está la única provocación de todo este asunto. El dictador millonario nos advierte, a través de sus bobos, que continuarán los asedios sobre Melilla, que en la zona manda él. Coloca las dos ciudades españolas en el punto de mira de Al Qaeda. Y, para postre, se permite insultar con sus ofensivos carteles y su vertedero de la historia a Aznar, Rajoy e Imbroda, este último elegido democráticamente por los melillenses para ser su presidente. Claro que a Mohamed VI la democracia le suena a chino. Ni conoce el concepto ni le interesa conocerlo (preguntemos a los saharauis).

El fin de esta historia el señor feudal de Marruecos ya lo tiene previsto. Para que no se salga con la suya, más nos vale que ejército y fuerzas de seguridad estén en alerta, que esto empieza a olor a chamusquina. Porque de los políticos, pusilánimes y débiles, poco parece que se puede esperar.

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