sábado, 18 de septiembre de 2010

Politica exterior

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España ha iniciado una ofensiva internacional para fortalecer su posición en el mundo, vender lo que pueda y sacar inversiones con las que intentar revitalizar su débil posición económica. El Presidente del Gobierno ha girado visita a China y Japón. Siempre pidiendo confianza y dibujando una España fuerte y capaz, en crecimiento y con solvencia. Está bien. Hay que obtener dinero de donde sea, y parece que en las dos grandes potencias orientales puede hallarse la inyección económica que el país necesita. Ahora falta que por aquellas tierras se crean lo que dice Zapatero y se fíen de su aptitud y capacidad para cumplir lo comprometido y lo ofertado. Tontos no son, pero igual pican.
Lo que no puedo comprender es qué pintan Leire Pajín, Elena Valenciano y unos cuantos más en Cuba. Igual es que hay orden de proteger y justificar los regímenes dictatoriales, y por eso se cierran filas en torno a Fidel y Raúl (o se defiende antes a Marruecos y su “democracia” que a ciudadanos españoles). Quizás se trata de un desarrollo bastardo del concepto de solidaridad con países oprimidos ( los apoyos deberían otorgarse a los dominados y no al opresor). O, simplemente, es una orejada más de nuestra política exterior.
El tema es el de siempre. Para no saltarse la norma, la lógica y el absurdo se funden de nuevo en los comportamientos y acciones del gobierno español. Mientras que por un lado se actúa con corrección, por otros, léase Marruecos y Cuba, seguimos haciendo el ridículo. De donde no hay, poco se puede sacar.

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