Hace bien Mariano Rajoy en pedir ayuda al apóstol Santiago, si su fe se lo exige. Además, coincide en la demanda con la realizada en julio por el Rey Juan Carlos, aquella en la que expresaba la necesidad de que la clase política actuase con coherencia, responsabilidad y solidaridad, favoreciendo la cohesión y entendimiento entre todos y atendiendo con eficacia a los problemas de nuestros ciudadanos. El líder del PP va un poco más lejos al solicitar la ayuda del santo para no desfallecer en la tarea y hacer de la política una actividad noble al servicio del bien común.
Si se permite, desearía puntualizarle unos conceptos. En primer lugar, la política es de por sí noble y está en su concepción el servir para el beneficio de todos. Los que la han transformado en un negocio de especuladores y aprovechados son los que se dedican en cuerpo y alma a ella, pervirtiendo sus fundamentos y travistiendo sus objetivos. En segundo lugar, para pedir siempre hay que dar algo a cambio, entonces el milagro puede producirse. Limpieza, honradez y dignidad debería haber ofrecido Rajoy al patrón de España para facilitarle la labor. Un partido con la cara más limpia, y seguro que el apóstol le hace más caso.
Por último, no está mal suplicar ayuda divina, pero hoy en día los problemas generados por los hombres que nos representan, deben ser solucionados por los mismos hombres. Y si estos no valen (que es el caso), habrá otros con más capacidad y disposición que los actuales. Resumiendo, don Mariano, pida pero muévase y hágalo bien. A Dios rogando pero con el mazo dando
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