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Las estrategias políticas son, en ocasiones, de lo más sorprendentes. Ya inmersa en la lucha por la candidatura socialista a la Comunidad de Madrid, Trinidad Jiménez se presenta basando la fuerza de su proyecto en sus diez años junto a Zapatero, y vinculando su capacidad a la misma demostrada por el Presidente del Gobierno. Buen aval se ha buscado. Si piensa hacer las cosas igual que el jefe, en el supuesto supuestísimo que gane, primero a Tomás Gómez y después a Esperanza, que la divina providencia cuide de los madrileños, pues irían más que servidos. No sé quién le asesora, pero es recomendable, si de veras desea hacer carrera, que no se pegue mucho a Don José Luis. ¿Qué por qué lo digo? Aparte del leñazo que se le viene encima, la traición y la ineptitud no son cualidades que precisamente busque un votante en aquél que le vaya a representar. Y de eso, el líder socialista anda muy sobrado. Tiene sobre su conciencia, si sabe lo qué es eso, la responsabilidad sobre la ruina social y económica de casi todo el país. Sólo se libran de la miseria los miembros de la casta política, del partido que sea que lo mismo da, y sus colegas y asociados.
Claro que igual piensa que estaría muy feo que ella no elevara a los altares a Zapatero, ya que ha colaborado estrechamente con él en crear el desaguisado. Son muchos años codo con codo destruyendo España. Y eso une. Por eso quizás haya optado por declararse pública y notoriamente tonta y no renegar del maligno, en vez de que le acusen de alta felonía hacia el mejor dirigente político desde Abraham. Me da la sensación de que se lo está poniendo a huevo a su rival (confiando siempre en la inteligencia de los militantes socialistas madrileños).
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