sábado, 6 de noviembre de 2010

De esos polvos, estos lodos

No es aplicable el refrán al cien por cien si atendemos al significado puro de la expresión. Cosas pequeñas traen consecuencias no deseables; ésta es la interpretación más común del dicho. Pero los desplantes, las provocaciones, los insultos y los atropellos sufridos por la diplomacia y ciudadanos españoles, no se pueden clasificar como nimiedades o simples banalidades. El problema es que el Gobierno de España así lo ha considerado los últimos años, consintiendo los abusos provenientes de un bolivariano dictador y de un señor feudal alauí. Todo lo que ocurre ahora con Venezuela y Marruecos es una herencia de la errónea y errática actitud del ejecutivo de Zapatero y el ex Moratinos, y su permisividad e, incluso, protección a los regímenes totalitaristas de ambos estados. Esta es la verdad, y no otra. Tal ha sido la debilidad manifestada, tanto se ha tolerado, que estos dos jefes de Estado, listos, astutos y ladinos manipuladores, han encontrado en España un saco perfecto en el que arrojar sus escombros y así entretener a su población. La jugada es ideal: se inventan un enemigo externo, desvían su porquería, engañan a sus paisanos y, nada, a seguir con el mangoneo. Lo único positivo en nuestras amistosas relaciones fue el memorable “¿Por qué no te callas?” con el que nuestro monarca obsequió al maleducado dictador.
Sabedores de que el rival no contesta aunque le retuerzan los riñones, ambos atacan. Cierto es que uno se esconde menos que el otro, que a don Hugo le encanta chupar cámara, mientras que Mohamed VI, taimado el hombre, prefiere mover los hilos desde uno de sus lujosos palacios. Pero los dos coinciden en lanzarse como hienas. Menos mal que, quizás por vergüenza, se ha plantado cara a los improperios e insultos provenientes de Venezuela. Nunca es tarde para reaccionar. Ahora lo que vendría de muerte sería que Trinidad Jiménez por un lado se empollara más el tema y se enterara de que en el país sudamericano sí que hay presos políticos, y que, por otro lado, en un necesario acto de valentía, advirtiese al Duce del Magreb de que ya no se van a tolerar más agresiones, de que se responderá con toda la firmeza posible a los actos contra españoles, intereses españoles y ciudades españolas.
En fin, volviendo al refrán y tomándome la licencia de modernizarlo un poco, los lodos que ahora cubren las relaciones internacionales de España con Venezuela y Marruecos, vienen de los polvos, polvazos a pelo que Chávez y Mohamed VI nos han estado pegando con el beneplácito de un gobierno pasivo y consentidor. Ya se lo han dicho, pero no está mal repetírselo a Zapatero y los suyos: España y los españoles necesitan un Gobierno que les defienda. En verdad, sería todo un detalle por su parte.

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