miércoles, 3 de noviembre de 2010

Mar Caballero y la ambigüedad del Presidente

Política con mayúsculas. Eso es lo que realizó el martes toda una mujer, con clase y educación, manejando la verdad y estableciendo consignas claras e indiscutibles en forma y contenido. Sin estridencias, sin alterarse, Mar Caballero, hija de Tomás Caballero, asesinado por los cobardes que ahora venden su comportamiento “democrático”, le dijo las verdades del barquero al Presidente del Gobierno de una forma sencilla pero contundente.

La senadora de UPN le planteó que "se están produciendo toda una serie de declaraciones y desmentidos con motivo de los intentos de Batasuna de volver a las instituciones democráticas que han hecho saltar las alarmas en muchos ciudadanos que temen que el Gobierno, en su prisa por acabar con ETA, pueda volver a cometer errores pasados".

Zapatero, serio, muy serio, se sumergió de nuevo en la duda al aclarar primero para oscurecer después una polémica iniciada por sus declaraciones y las posteriores de Blanco. Matiza lo dicho, pero incide de nuevo en el error al dejar libre para la interpretación el posible acceso de Batasuna o ETA, que lo mismo son y lo mismo representan, a las instituciones democráticas. “A pesar de que hemos oído cosas de Batasuna que, todos reconoceremos, no se oían habitualmente, no sirve, no vale. ¿Que puede tener consecuencias? Puede tenerlas"

Es un mensaje ambiguo, una luz para la izquierda abertzale en su intento de sentar a los violentos en los ayuntamientos e instituciones. La vía para acabar con ETA está abierta hace mucho tiempo y no es otra que la detención de sus miembros y su sometimiento a la actuación de la justicia. Esto y no otra cosa es lo que debería haber aseverado el presidente para disipar cualquier duda sobre la posición del Gobierno en la lucha contra el terrorismo. Medias palabras, interrogantes, preguntas retóricas, son elementos del lenguaje propios de otros escenarios más lúdicos y aplicables a otros asuntos mas nimios. Cuando se habla de asesinatos y de aquellos sujetos que los promueven, justifican, defienden y ejecutan hay que ser tajante, demoledor, inflexible, es imperativo ofrecer a la sociedad una postura seria y firme. No se puede ceder un ápice ante los criminales. Manifestar algo distinto, posicionarse entre dos aguas, es una traición a las víctimas, un atentado contra la democracia. Así lo creo, así lo siento y así lo escribo.

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