jueves, 11 de noviembre de 2010

Portavocías asesinas

Las últimas demostraciones de descoordinación entre ministros, de irresponsabilidad y desconocimiento al fin y al cabo, definen a las claras el funcionamiento desquiciado y desquiciante del gobierno español. La situación requiere personas que mediten sus manifestaciones, gente que domine aquello sobre lo que opina porque lo que ellos digan tiene el peso político inherente al cargo que ostentan. Vamos, que no están de tapas en un bar tomando unas cañas ni con los amigos compartiendo sobremesa y tertulia. El donde dije digo, digo Diego podría tener un pase en los días de vino y rosas. Ahora hay que ser más serios.

Las aseveraciones de Valeriano Gómez sobre la ayuda de 426 euros y la posterior rectificación por parte de Elena Salgado son una mala broma en comparación con las manifestaciones de Ramón Jáuregui. El ministro de Presidencia no puede equivocarse al otorgar la soberanía sobre el Sahara a Marruecos, justificando así el bloqueo marroquí a prensa y periodistas, y quedarse tan ancho. Vale que Trinidad Jiménez enseguida, viendo la metedura de pata, ha enmendado rauda el error del compañero: “España no reconoce la soberanía de Marruecos sobre el Sahara, la constata” Ahí estamos, devanándose los sesos desde Quito. ¡Por Dios, si ése es el problema, señora ministra, ése es el problema!... Todo el mundo está constatando cómo Marruecos ejerce su soberanía, con la fuerza de las armas.

Pero es que después de la matización de la titular de Exteriores, el señor Jáuregui demuestra un desconocimiento preocupante sobre el asunto cuando, al intentar explicarse a sí mismo, manifiesta que es Marruecos quien posee la administración del territorio. Vamos a ver. España no ha reconocido jamás la soberanía del país vecino sobre el territorio: lo único en ese sentido es el escrito en el que Zapatero refleja que es la ley marroquí la que se aplica en el Sahara Occidental, un documento elaborado tras el caso de Aminatu Haidar para que el rey “amigo” no se enfadara. Pero sólo eso, que no es poco. Además, que se sepa, la ONU considera al Sahara territorio ocupado y el Tribunal de La Haya dictaminó que ni Marruecos tiene autoridad sobre la zona, ni en 1975, cuando abandonamos la colonia, se la transfirió España.

Da la sensación de que cualquier cosa vale con tal de no condenar el abuso y la violencia, con tal de no posicionarse contra la opresión y con tal de no paralizar el plan de extermino saharaui que está llevando a cabo Mohamed VI.

De las últimas muestras del guirigay dominante en el ejecutivo español, ésta es quizás la más grave…

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