martes, 2 de noviembre de 2010

Un Tea Party español

El secreto del Tea Party radica en el ensalzamiento del individuo frente al poderoso Estado, represor de las libertades inherentes a la condición humana y opresor con su sistema impositivo. En esto se basa el auge y la popularidad alcanzada en los Estados Unidos: en la idiosincrasia del ciudadano de los USA está fuertemente enraizado este sentimiento de independencia de la persona frente al sistema, esta actitud de rebeldía ante lo considerado injusto. Es un movimiento conservador llevado al extremo, protector hasta el límite de lo propio y reacio a interferencias externas en su funcionamiento. En un momento como éste de crisis económica, de despilfarro público y de desajustes sociales, los fundamentos del Tea Party se encuentran cómodos, en su terreno y con sus armas.

Intentemos trasladar la situación a España, ajustar actitudes, acontecimientos y actuaciones públicas al panorama propio. La particularidad, el carácter español, nuestra singularidad y lo peculiar de nuestra forma de ser no parece invitar al desarrollo de un movimiento como el Tea Party. Y digo que no parece, pero creo que sí es posible alcanzar algo semejante.

Nos encontramos luchando todos los días contra una administración que basa en el absurdo y en lo irracional su proceder. Los políticos directores del Estado no sólo no impiden, sino que favorecen el derroche sin control, la cultura del amiguismo, el despilfarro consentido en las distintas administraciones públicas. Y el dinero para este desgobierno sale inevitablemente del mismo sitio, del mismo bolsillo agotado y cansado. Nuestra reciente historia nos dice que radicalizarse, ubicarse en vértices opuestos sólo trae odio, sangre, muerte y destrucción. Pero ya se recela del inmigrante, culpándole de males comunes a todos, ya se abomina del rector político y de su cohorte de asesores, a los que se responsabiliza de la situación económica, ya se rechazan y denuncian impuestos tachados de injustos y ya se acusa al responsable político de corrupción, generalizando ésta para todos. Por si fuera poco, la estrategia de los gobernantes incide en la separación, en la estructuración de España en dos mitades antagónicas, enemigas por principios y, por supuesto, irreconciliables. La eterna historia de las dos Españas que se odian y se matan.

Con este caldo, raro será que un Vino Party creado a partir del descontento y del hastío crezca y asuma posiciones de las que luego será imposible desplazar, Porque esas posturas tendrán mucho de corazón, de sentimiento y de rabia. Y ya se sabe que donde manda éste, la razón no pinta nada. Ojo al parche, agarrémonos que vienen curvas.

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