lunes, 15 de noviembre de 2010

De ministros marroquíes y demás lindezas

En idéntica línea que los servicios de propaganda nazis de Goebbels o la oscuridad en los manejos de Heydrich, Mohamed VI envía a sus peones. Primero el ministro de Comunicación y portavoz del Gobierno marroquí, Khalid Naciri, manifiesta que los medios españoles han caído en una deriva "racista y odiosa" hacia Marruecos. Ni más ni menos. Atrás queda el aire fresco que invadió el país vecino tras la muerte de Hassan II, permitiéndose cierta libertad. Ahora, el régimen feudal cierra las bocas de los periodistas locales e intenta con notable éxito controlar y fiscalizar cualquier noticia relacionada con la situación en el Sahara ocupado. Para ello, para seguir ocultando su crueldad, acusa a los medios españoles de racismo y de falsear la verdad al informar sobre los sucesos.

El títere de Mohamed VI habla de los enfoques parciales y subjetivos que desde España se hace de “su” Sahara (y dale con que es suyo). Sin costarse un pelo, dice asistir a procedimientos falaces, técnicas innobles, manipulaciones y montajes inmundos. Vamos, que las agencias de noticias, la prensa escrita, la radio, la televisión, todos han elaborado un maquiavélico plan de desprestigio y acoso del país del norte de África. Informar sobre las salvajadas de las fuerzas de seguridad y ciudadanos marroquíes ahora se llama mentir. Se ceba en la labor del corresponsal de ABC por atreverse a definir, correctamente a mi entender, a Marruecos como una dictadura y a los marroquíes como colonos. Ataca a todo lo que no puede controlar el brazo propagandístico del monarca alauí, como a los periodistas de El País y de la Cadena Ser. "Estamos ante un llamamiento al odio y una incitación a la violencia. Se trata de una grave manipulación de la opinión pública española, con el fin de exacerbar sus sentimientos contra Marruecos, para remontar contra él, en una auténtica deriva odiosa y racista". El violento se ofrece como víctima, el que golpea, viola y destruye habla de odio, el que no permite la libertad en la comunicación habla de manipulación, el que lanza sus camorristas contra Melilla y Ceuta habla de excitar sentimientos. Y nadie le manda callar, nadie le dice a la cara que miente con miseria y alevosía.

Acto después, el Fassi, primer ministro de Marruecos, quizás creyendo que los delirios de Mohamed VI y su sueño de control sobre el Norte de África alcanzan también a España, manda callar a Mariano Rajoy, amenazando al gobierno sibilinamente de exponer al peligro las relaciones entre ambos estados. Y en su línea habitual, insulta también a simpatizantes populares como si de de soldados coloniales se tratasen, y a la prensa española como organizadora del desaguisado. Será verdad que los Tercios de Flandes han invadido el Sahara portando papel, lápiz, cámaras y móviles, todas ellas armas de destrucción masiva al servicio de Mariano I el conquistador.

Las palabras del ministro marroquí se pueden enmarcar dentro del surrealismo y el embuste sistemático que brota desde los poderes políticos de Marruecos. Todo dentro de la misma estrategia utilizada en su día por desaparecidos regímenes totalitaristas. Además, ¿de qué relaciones habla? ¿De las que consienten pasivamente los abusos? ¿De aquéllas que llevan unos años mostrando la vergüenza de su debilidad, permitiendo que Marruecos nos pase por encima donde y cuando quiere? Ese tipo de relaciones no interesan.

El opresor, el invasor, el exterminador habla y habla con impunidad. Y así va a seguir expeliendo sus mentiras hasta que no se le diga ¡basta!

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