viernes, 6 de agosto de 2010

Apátridas a la fuerza

A pesar de, y también porque creo que la patria es un sentimiento y un derecho, me cuesta comprender cómo pueden existir personas que viven sin pertenecer a ningún sitio, sin la protección que establece una ley porque no hay legislación que se les pueda aplicar. Un apátrida es aquél cuyo Estado ha desaparecido, devorado siempre por la política y, en ocasiones, también por las guerras: el que integra un colectivo que el Estado de nacimiento no reconoce y niega el derecho a la nacionalidad: el que ha nacido en un territorio disputado por varios países y no pertenece a ninguno de ellos: aquél cuyo gobierno retira la nacionalidad o, por último, el que renuncia voluntariamente a ésta. Las Naciones Unidas acordaron que los apátridas debían poseer los mismos derechos que los extranjeros. España desarrolló un Reglamento de Reconocimiento de Estatuto de Apátrida y conformó los requisitos que se tienen que cumplir para ser considerado como tal.
¿A santo de qué viene este rollo? En esta España abocada a la secesión democrática, destinada a desenvolverse en estados federales, más de uno y más de dos se encontrarán con que la patria en la que nacieron y a la que desean pertenecer ya no existe, que es otra distinta que brota de reivindicaciones históricas, de raíces más antiguas, y que establecerá sus normas y legislará, en buena lógica, a su acomodo. Entonces, a pesar de tener como propio el derecho natural de considerarse español, la política dictaminará qué patria corresponderá, y borrará este sentimiento igual de justo y de legítimo que cualquier otro. Será entonces cuando habrá que decidir entre la sumisión, la rebelión, el exilio voluntario, o la renuncia a la nueva patria, dada la imposibilidad de mantener la misma con la que se nació. Quizás esta última solución no sea la peor. Siempre estará mejor tratado el apátrida como un extranjero que un español, opresor e imperialista para según qué ojos.
Creo que tenemos que elegir con libertad cuál es nuestra patria y acogernos a ella sin que nadie nos la imponga. Esto debería de valer para todos. Catalanes, vascos y gallegos tienen el derecho histórico de ser catalanes, vascos y gallegos así como también el de ser españoles. Derecho, que no obligación (ni de lo uno ni de lo otro). La patria es personal, no una imposición, la elige uno mismo, no ella a ti. A ver cómo se legisla esto para que sea mínimamente justo y políticamente correcto.

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