Tonto que es uno, o lo parece, y atontado que está por el calor, entre chorretones de sudor e intentando cazar esos malditos mosquitos que te brean los tobillos y los dedos de los pies, las noches de agosto dan para mucho que pensar. Buscas el fresco en el balcón rezando para que el sueño se apodere de ti y te invada dulce y reparador. En esas estás, expulsando de tu mente los ruidos y silencios (en ocasiones más inquietantes estos últimos), relajando los músculos y anulando los sentidos, cuando, como una saeta certera, siempre, indefectiblemente, algún resquicio de tu realidad se aviva en ti, prende tu conocimiento y te desvela al reavivar su fuego. Política, sociedad, problemas de trabajo, la educación de los niños o los gemidos de la vecina de enfrente. Cualquier cosa vale para destrozarte el descanso.
Comienza entonces otra noche más en blanco. Te refugias en la música, sintonizas todos los canales de radio existentes sobre la faz de la tierra, hurgas en libros y revistas, conectas el televisor para inmediatamente devolverlo a la oscuridad ante lo infame de la programación, pecas asaltando la nevera, y las horas se transforman en días. A los que nos gusta escribir la inspiración nos abandona para tomarse un helado en otro sitio y nos cierra, golpeada por el calor, nuestra mejor forma de expresión. Papel y teclado se muestran en blanco pues, al igual que nosotros, no tienen ganas de nada. Todo lo que podrías plasmar sobre ellos ya está en el ambiente: la temperatura es alta, altísima, y no tiene pinta de dar una tregua. Los cuerpos están agotados, lasos y sin fuerza, reclamando frescura para poder funcionar. Los cerebros, ya de por sí de dudosa resistencia y capacidad, se han derretido ante los calores presentes y futuros. Sólo un golpe de brisa, una pequeña caricia de aire nuevo y refrescante alcanzaría a revitalizar lo que ya no sirve para casi nada.
Todo este desvarío, este roción de palabras vierte su significado en un único destino, en una conclusión clara: algo tiene que cambiar, deben alterarse las instituciones y sus estructuras, y tiene que ocurrir ya, antes de que este calor nos mate
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