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El Barcelona con Ibrahimovic puede que palme del orden de 45 millones de euros al desprenderse del jugador, enfrentado con Guardiola, los compañeros, el club, el de las pipas y el panadero de la esquina. Parece ser que el bueno de Zlatan se quiere marchar a Italia cuanto antes y para dejarlo claro clarete habla cuando antes callaba. Los que saben de esto dicen que el BarÇa no tiene otro remedio más que quitárselo de encima mal vendiéndole: tener en el vestuario una bomba de tal calibre cobrando lo que cobra y sin jugar desmontaría el equipo.
Hay en este país mucha gente preocupada y ocupada en el tema: en ocasiones parece que más de la que está atenta a la actualidad social y económica. Sabemos mejor lo que costó el sueco que los puntos de la reforma laboral o cómo está el asunto de Melilla y el chantaje de Mohamed VI. La liga comienza, el futbol nos coloca y nos produce un subidón sublime que nos aparta de la realidad, otorgándonos aire fresco y liberación. Por eso nos gusta, porque es nuestra evasión.
Y si no nos entregamos a este loco y absurdo vicio, y nos ponemos a razonar sobre la barbaridad que suponen 45 millones de euros para perderlos de un plumazo, con lo que nos corre por dentro y por fuera a nosotros si no hallamos 20 que teníamos en la cartera, acabaríamos por darnos cuenta de que el fútbol es en sí un timo dirigido por mafiosos y especuladores que jamás pierden un euro propio, y a los que les hacemos el juego con nuestras ilusiones. Pero no todo va a ser penar en la vida. Estafados por nuestro gobierno, engañados continuamente en múltiples facetas de nuestra vida social y laboral, un embuste como éste no nos duele, nos divierte, es una bendita mentira para disfrutar. Hagámoslo pues.
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