¡Hombre! ¡Si está por ahí! ¡Está vivo! Yo lo hacía de retiro espiritual en un convento, sin radio ni televisión, sin móvil y mucho menos conexión a internet. Con una modesta túnica, cuidando un jardín y compartiendo rezos y frugales viandas con pacientes y contemplativos monjes. Un bucólico descanso en su azarosa y ajetreada vida. Una separación del cruel mundo que le había llevado a no enterarse de la movida con Marruecos.
Pero, ¡oh, sorpresa! Al más puro estilo de diplomático inglés de película de espías, desde el silencio, con arte y sabiduría, ha sido él y sólo él el gran político que ha terminado con la crisis (¿qué crisis?). Dando órdenes aquí y allá, moviéndose astuto por la vereda de la negociación, de un plumazo ha arreglado un problemilla sin importancia que pasaba casualmente por Melilla.” Ir por ir, pues va a ser que no, ¿verdad? ¿Para qué molestarse por un bloqueillo de nada, por cuatro o cinco dando voces? Si es que, además no entiendo lo que dicen…”
No es serio. Nos vuelven a tomar por tontos por enésima vez. Deben pensar que los españoles somos, y perdón por la expresión, gilipollas. Ministros de vodevil barato, sueldos malgastados en malos profesionales que encima se cachondean de nosotros. Esta semana, primero con Blanco y sus reflexiones, y ahora con Moratinos, perdido en combate, que asoma la cabeza cuando no hay tiros. Menuda caterva.
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