Tomás Gómez no ha agachado la cabeza y ha decidido, honrosamente, plantarle cara al jefe. Se cree con la fuerza suficiente y los apoyos necesarios como para conseguir ser el candidato socialista por Madrid. A Zapatero le ha salido rana el ex alcalde de Parla; no se somete, no acata por las buenas y sin protestar las imposiciones poco democráticas, en palabras de Gregorio Peces Barba, que el aparato federal del partido quería establecer soviéticamente.
La reunión debe de haber sido asaz entretenida. . No son más que lucubraciones, poner voces a los protagonistas, pero quizás lo ocurrido no difiera en el contenido de lo que aquí expreso. Dos amigos tirándose los trastos, reprochándose actitudes y comportamientos. Un no me jodas que aquí mando yo contra un déjame presentarme, que tengo todo el derecho del mundo, que ya está bien de meter la pata. Un mira que te limpio del partido respondido con un atrévete y te monto otro que te lo rompe, y como te gane a ver quién te salva de esa. Un cuestionas mi liderazgo y mi poder frenado en seco con un de qué liderazgo hablas, que una cosa es dirigir y aglutinar voluntades y otra bien distinta un sistema feudal, y el vasallaje a callar.
Sea como sea, José Luis Rodríguez Zapatero ha tenido que ceder en bien de la democracia interna, y otorgar el derecho a unas primarias entre Tomás Gómez y Trinidad Jiménez. Gane uno o gane la otra, el que ha perdido ya ha sido el presidente, para regocijo extremo en el PP. Deberían intentar, evitando las luchas interinas de poder, que el PSOE no se parta en dos, si no está ya en visos de que pase. Por otro lado, pensándolo detenidamente, este enfrentamiento podría ser positivo para el partido: una manera como otra cualquiera de regenerarse y sustituir a los que han demostrado con creces lo poco o nada que pueden aportar al socialismo y al país. Caras nuevas y nuevas formas que devuelvan confianzas perdidas.
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