“Nunca pasa nada. La vida es una hermosa sucesión de vacíos en la que los hombres flotamos llenos de felicidad y placer. No hay intrigas, ni crímenes ni maldad. Todo lo negativo es pura imaginación, un sueño que desaparece cuando la maravillosa realidad te conquista invadiéndote cuerpo y razón para llevarte al éxtasis. Lo imperfecto del ser humano crea el engaño y te hace dudar. Pero no debes preocuparte, pues siempre encontrarás el camino correcto si escuchas y obedeces sin pensar lo que te decimos nosotros, los nuevos chamanes, los pastores de un rebaño inculto que sin nuestra dirección deambularía perdido en su desconocimiento. Síguenos, que la verdad está unida a nuestras palabras”.
Este desvarío es una forma como otra cualquiera de interpretar el mensaje que emana constantemente de las altas esferas de la política española. No hay crisis, ¿qué crisis?, te bajo el salario, el mío también (después de subírmelo), veo brotes verdes, la culpa del paro es de los que se apuntan al INEM, no subo los impuestos, ahora sí, no que es broma (reflexiones personales), te doy 400, te quito 400, me agencio 400, se me secan los brotes, contrato un colega como asesor (donde comen 500, comen 600), en Melilla no pasa nada, ¿dónde está Melilla, que yo paro por Francia de vacaciones y no sé si me pilla de paso?, Mohamed VI es nuestro amigo (más que Félix), no digas nada no se ofenda mientras nos extorsiona, en el Sahara no hay más que arena, así que pasamos de él, ¿estás con Gómez o con Jiménez?, tengo un puestecito para ti, puedo ser presidente desde la cárcel (afirmación y/o pregunta), primarias en Madrid pero en Aragón no, que no me molan...
Un no parar. La casta política debe creer que los españoles consumimos el mismo volumen de estupefacientes que de agua. O eso, o nos toman por gilipollas.
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