El presidente del Gobierno y los altos cargos del mismo van a reducir sus vacaciones a dos “fines de semana largos”. En el caso de Zapatero, uno en León y otro en la finca Quintos de Mora. De los demás, ni se sabe y ni ganas de saberlo. Algunos pensamos que si no retornan a sus puestos el 20 de agosto, como está previsto, mejor que mejor. Pero no fallarán no sea que les remuevan el asiento y se vean con las puertas de sus despachos cerradas a cal y canto. El jefe anda inquieto, se le escapa Madrid de las manos y la orquesta desafina. Y eso él, firme y autoritario, no va a permitirlo, faltaría más. Así que, a seguir liándola con los mismos, que hay que ser coherente, qué puñetas.
Es curioso leer la opinión de los psicólogos respecto del tema de las vacaciones de aquellos que tienen grandes responsabilidades públicas. Acortar éstas puede generar ansiedad, estrés, rechazo al trabajo, hastío, desconcentración, irritabilidad, apatía y necesidad de apartarse de las obligaciones laborales, desembocando todo en un “si el mundo se acaba no es culpa mía”.
Pues vaya por Dios. Va a resultar que lo que nos hubiera venido de muerte a los españoles es que los componentes de nuestra casta política hubieran disfrutado de períodos de descanso extensos y llenos de actividades lúdicas que les hiciesen olvidar sus cometidos. De esta forma quizás nos hubiésemos librado de tanta metedura de pata y tantas sinrazones, ya que su concentración e interés hubieran sido mayores: no se habrían desentendido de sus verdaderas obligaciones, cumpliendo con aquello por lo que están donde están, y esa apatía y desgana de la que han hecho muestra en ocasiones, se habría tornado en atención y esfuerzo. En cuanto al rechazo al trabajo, permítanme disentir: el que se mete en estas lides, trabajar, lo que se dice trabajar, más de uno hay hay que no conoce ni el significado. En fin, que es culpa nuestra: con que fueran a la toma de posesión y firmasen un par de veces al mes, sobraría, que el país funciona mejor solo. En vez de comisiones y reuniones, spa y pádel, y a vivir que son dos días.
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