Agosto siempre había sido un mes tranquilo a nivel de noticias. Los políticos gozaban de sus reglamentarias vacaciones, el país iba caminando a su ritmo, dependiendo de la coyuntura, y los españoles nos librábamos de tener que aguantar las estupideces típicas y habituales en la casta política. Este año, la situación ha variado: estamos de lo más entretenidos. El juego no se ha detenido, la crisis no descansa y nuestros representantes siguen dale que te pego.
Por un lado, Madrid y el enfrentamiento interno, casi caníbal, del PSOE. Puedes creerte o no que de verdad haya surgido alguien con arrestos suficientes para plantarse delante de su jefe y decirle que hasta aquí. Puedes optar por pensar que es una jugada de alta política que tiene como meta recuperar a los socialistas que habían abandonado, maltratados y traicionados, por el camino. Sea como sea, el espectáculo es digno.
Luego sale José Blanco, casi abogado, y pare trillizos. Poco comentario me merece lo que para mí es una sandez más de un gobierno en derrota constante: si quieres que empatemos en impuestos, equipara los salarios también. Todo lo demás son tonterías. Aunque a éstas ya nos tiene acostumbrados el Presidente y su camarilla.
Para postre, por Melilla anda un personaje tocándonos la moral. Mohamed VI, listo como él solo, se está aprovechando de la debilidad de un Gobierno de opereta para montar un lío que ya veremos cómo acaba, si es que acaba. Tanto hablar de Cuba, de Corea del Norte, y, pegadito a nosotros, campa a sus anchas un dictador chantajista y ventajista que juega con las miserias de una Unión Europea rendida ante la sardina, la caballa, el jurel y los fosfatos.
Lo dicho, llevamos medio mes y la cosa no ha parado. Todo lo contrario. Promete continuar.
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