martes, 2 de agosto de 2011

Actuar cuando no hay tormenta

No puede, es indigno que el Mesías Rubalcaba entone el mea culpa y sentencie sin que se le caiga la cara de vergüenza “No es lo mismo actuar con la tormenta encima que cuando ha pasado”. Él estaba ahí precisamente para edificar el techo con el que guarecernos de los aguaceros, para tomar las medidas preventivas necesarias para evitar que la economía se enfangase y hundiese de la manera en la que está ahora, y para proteger a la sociedad española de las inclemencias cuando la riada que nos asola nos alcanzase inmisericorde. Pero no pudo y no supo hacerlo. Con los nubarrones encima, tronando y relampagueando, negó la crisis. Cuando ya estábamos calados hasta los huesos, negó la crisis. Y cuando nos empezamos a ahogar, negó la crisis. Sólo una vez perdidos medios y estructuras, sólo una vez arrasado violentamente el Estado de Bienestar, sólo una vez destruidos avances sociales, y sólo una vez aniquiladas las pequeñas economías, situando a muchos españoles en el umbral de la pobreza, sino dentro, el candidato socialista (porque él estaba ahí, cortando el bacalao, que nadie se engañe ni se deje engañar) reaccionó obligado por los que saben más, por los socios de la Unión, que en vez de fumarse los brotes verdes, supieron guardar y sembrar para reaccionar a tiempo.
Ahora, en su programa electoral promete lo que no ha hecho, porque sencillamente no sabe el cómo. Habla de desarrollar el Estado de Bienestar el mismo que ha colaborado activamente en su desaparición. Ofrece creación de empleo después de situarnos en el 20% de tasa de paro, el doble que la media de la zona euro. Tira el cebo a parte de los indignados, para que piquen y acudan a su red con contratos para jóvenes sin formación, tiempo parcial y primeros empleos en un momento en el que no hay trabajo para nadie. Se compromete a perseguir la intolerable diferencia salarial entre hombres y mujeres, aquél que ha conseguido ampliar la distancia entre el rico y el pobre, sea macho o hembra, borrando a la clase media. Dice que va a pedir a los bancos que compartan sus beneficios pero no ha tenido ni tiene arrestos para ello, ha sometido al país a la especulación financiera. Nombra el apoyo a las familias, núcleos básicos de la sociedad, después de afiliar a todos sus miembros al INEM. En materia de educación va a contratar, ni más ni menos a 200.000 profesores (pinocho, un aficionado a su lado). Plantea reformar el Senado tras ridiculizarlo con los pinganillos, cediendo al absurdo y exponiendo la inutilidad de la institución. Y por último dice que acabará con los sueldos públicos desorbitados (empezando por el suyo y sus colegas, espero).
Mentiroso es el que miente, embaucador es el persigue su fin con embustes y malas artes, charlatán es el que habla sin decir nada, manipulador es el que utiliza su inteligencia para conseguir sus espurios objetivos, y malvado es el que hace el mal indiscriminadamente, sin importarle medios ni personas. Este es Alfredo Pérez Rubalcaba, alguien que ya ha demostrado de sobras que no sirve para lo que se presenta. Sólo hay que meditar un poco para ver su verdadero rostro y lo que pretende. El sentido común y el más elemental instinto de supervivencia nos deben obligar a desprendernos de sus servicios.

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