Entre uno que ve jabalíes y la otra que se siente rodeada por los pistoleros de Vito Corleone, el Congreso va a sufrir una reforma integral. Sacos de arena para trincheras y puestos elevados de caza en las filas más altas. Olor a pólvora y cartuchos vacíos por el suelo. Arriba, en lo alto, José Bono, escopeta en mano y tirando con posta. Qué no se le escape ni uno, que le destrozan el sembrado. Y si alguno consigue huir a la certera puntería del presidente del Congreso, ya está Elena Valenciano en su búnker para abatir a los secuaces del mafioso popular.
Y todo, fíjate tú, porque uno piensa que es el dueño del coto y sólo puede circular por ahí aquél que se le antoje, y la otra porque considera que el que no piense como ella, miembro de la Cosa Nostra es. Resumiendo, un coto privado de caza sólo para gente seleccionada, que no selecta, a la que la patente de corso habilita para expresar lo que le apetezca.
Se ahorrarían esto, y de paso nosotros también, si actuaran con dignidad y obedeciesen el mandato soberano del pueblo español que el 22 de mayo les pidió el derecho a votar. Pero como va a ser que no, que no les mueve del sitio ni la guardia de asalto, tendremos que esperar a que a sus señorías decidan cumplir y nos dejen decidir a nosotros que, al fin y al cabo, y aunque parezca lo contrario, somos los que mandamos. Digo.
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