sábado, 27 de agosto de 2011

Valeriano y la tormenta perfecta

Desde la UGT se oponía a la reforma laboral. Y, cuando le pusieron en la boca el caramelo, convirtiéndole en ministro de Trabajo e Inmigración, y él le dio un chupetón, el sabor del puesto le capturó. Fue entonces cuando decidió defender la misma contra viento y marea. Quién ha visto y quién ve a Valeriano Gómez, un buen tipo que, entregado el fuerte y rendidas las armas, ha lanzado la temporalidad en los contratos como una solución a la crisis.
No digo yo que no sea una salida, que más vale poco que nada, que quizás sea mejor un temporal que un parado, de acuerdo, pero es una puñeta. Hay que comer como sea, aunque sea renunciando a la estabilidad y la seguridad. Disfrutemos, pues, de este socialismo cocinado por el PSOE. Socialismo del bueno, del auténtico. Planteamientos económicos a los que tenemos que añadir los contratos de formación, el nuevo alias de los contratos basura. La cúspide del Estado de Bienestar.
Y si encima resulta con que no se suben los impuestos a las rentas más altas (no sea que se larguen de España) y no se recupera el impuesto del patrimonio, tenemos delante de nosotros las consecuencias de la ineptitud y torpeza del gobierno Zapatero. Perdón por lo escatológico, pero me mearía de risa sino me hubiera deshidratado de tanto llorar de pena. Escuchas a Valeriano Gómez decir lo evidente, que los jóvenes sufren elevadas tasas de paro y que es preciso tomar medidas que den flexibilidad a las empresas para que contraten y puedan así reducir costes y facilitar el empleo. Le escuchas y, sin poder evitarlo, piensas que en esta desesperación algo tiene que haber para los que ya no son jóvenes, aparte de los 400 euros y un lugar en el olvido. Debe ser que ellos, nosotros, no merecemos nada, que hacerse mayor, que no viejo, y visto lo visto, es un delito no tipificado pero que sí que paga sanción administrativa y civil.
Miren lo que les digo, más en serio que de broma. El Irene será un huracán devastador, que está arrasando con todo lo que se encuentra. Pero no le llega ni a la altura del betún al Gobierno del PSOE, un fenómeno que alcanza la categoría de tormenta perfecta. Eso sí, todo con talante y naturalidad. Mandan huevos.

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