domingo, 24 de octubre de 2010

¿Agenda social?

Una nueva agenda social para los desempleados de larga duración, con proyectos de formación y medidas de conciliación de la vida familiar y laboral para que las mujeres puedan incorporarse al trabajo. ¿Cómo se come esto? Porque yo, cerril y terco en lo de intentar comprender el idioma político, no sé lo que dice y, por supuesto, no tengo remota idea de lo que quiere decir. Lo que pretende sí que lo tengo asumido; en su línea habitual del absurdo nimio y pueril, Zapatero lanza una nueva colección de palabras vacías, de frases atractivas sin contenido ni significado destinadas a quedar bien ante los suyos y ante los que aún confíen en él, que alguno habrá. Porque de mensaje, nada de nada.
Parece cachondeo. Y, en verdad, hay que tomárselo así, como una broma mala. Una agenda social con más cursos de cómo se rellena un currículo para que cobren las empresas dedicadas a impartirlos. Los lunes, madrugar para coger sitio en la cola del INEM, que funciona como un concierto de los Rolling, compras entrada, parece que sí, pero luego te quedas con las ganas, porque entre la próstata y demás no actúa ni Dios. Los martes, entrevista para vender cuchillos japoneses, made in China, dos gritos de autoestima y a la calle, a patear. De vuelta a casa, bolsillo vacío. Los miércoles, un amigo te ha enviado a una empresa donde puedes encontrar curro. Haberlo lo hay, pero de darte de alta, un jamón con chorreras. Los jueves te vas a recoger la fruta del tiempo o a descargar el camión que toque, te deslomas y, al acabar el día, una barra de pan y cien de chóped. Y sin protestar. El viernes ha habido suerte: te ha tocado una de tres en la primitiva y lo vas a invertir en una bono loto y un par de euromillones. Qué por intentarlo que no quede. El sábado, de compras al mercado puliéndote lo quede del subsidio o de la pensión del abuelo, ofertas tres por dos y cena barata para tragarse lo que echen por la tele. Y, por supuesto, los domingos a descansar, a recargar las pilas para comenzar la semana libre de esa sensación de estar de más, de no pertenecer a esta mundo, de saber que el destino que espera a la vuelta de la esquina es un profundo y oscuro pozo del que no te va a sacar nadie.
No se puede tolerar que aquéllos que se tienen que encargar de solucionar los problemas del desempleo de este país además de no hacer nada al respecto, se rían con descaro de la miseria que provocan, nos tomen por gilipollas. No les basta con obsequiarnos con su ineptitud e incapacidad, cualidades que no impiden que levanten un pastón todos los meses, sino que encima manipulan la desgracia como el que juega al dominó sin saber. Ponen fichas por poner: si suena la flauta y ganan, qué buenos son. Si pierden, la culpa es del otro. Vendedores de humo expertos con su gran capitán, José Luis Rodríguez Zapatero, ejerciendo de mesías. Así nos va.

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