Cuando tiene razón, hay que dársela. Y ahora está en posesión de ella, no miente cuando afirma que “hoy en España somos más ricos que con Aznar” Lo que le ha faltado especificar al Presidente del Gobierno es quiénes son más ricos. La ministra Leire Pajín es una. La legión de políticos de medio pelo y asesores que sustentan y apoyan el desaguisado económico también han engordado su hacienda. Algún que otro cargo público se une solidariamente al grupo de afortunados (andaluces, valencianos, catalanes, baleares, un no parar de voluntarios en esto de forrarse). Por no contar los que, dichosos ellos, ya tenían dinero antes y, ahora, que la necesidad aprieta, han salido beneficiados con la puñetera crisis.
¡Pues claro que somos más ricos, hombre! Lo que ocurre es que los malvados y quiquillosos españoles no queremos entender al insigne y glorioso José Luis Rodríguez Zapatero. ¿Qué en Cáritas han pasado de 400.000 a 800.000 los que acuden en busca de auxilio? Esos no cuentan, que le están echando morro a la situación. ¿Qué uno de cada cinco de los hogares (en algunos sitios es uno de tres) está bajo los umbrales de la pobreza? Nada, no pasa nada. Mucha economía sumergida, mucho dinero negro que no se declara, que somos unos pillos. ¿Qué hay cinco millones de parados? La gente no quiere trabajar, perros más que perros…
Hablemos en serio. Lo de este hombre es de consulta médica. Mentir es decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa, fingiendo, mudando o disfrazando una cosa, haciendo que por señas exteriores parezca otra. Y hacerlo de forma repetitiva es un problema patológico que hoy puede resolverse con la terapia adecuada. Esta conducta se llama mitomanía
Los psiquiatras definen al mitómano como aquél que utiliza la mentira como conducta de vida, falseando la verdad respecto de hechos, cosas y personas con el objeto de hacer daño. Establecen tres tipos de personalidad donde se asienta esta conducta: la psicótica (relacionada con los delirios), la perversa (la mentira como instrumento para falsearlo todo) y la neurótica (la mentira para llamar su atención).
Con todo esto no pretendo decir que Zapatero sea un psicópata o un neurótico. Me inclino más por el lado del mitómano perverso. Sea como sea, lo aconsejable para él y, por ende, para todos nosotros mientras esté en el poder, sería que acudiese al especialista, y que cambiase de medicación. Que igual lo suyo aún tiene remedio. O igual no.
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