martes, 5 de octubre de 2010

Leire, sin más

Desde que el actual sistema democrático irrumpió en el país, generó sus normas y estableció la forma de gobierno que disfrutamos hoy en día, creo no equivocarme al asegurar que ningún dirigente ha provocado tanto desprecio como la múltiple asalariada Leire Pajín. La número tres del PSOE ha alcanzado, en virtud de no sé qué capacidades y conocimientos, unas cotas de control y poder absurdas e ilógicas en alguien de su categoría política. ¿Cuál es su función dentro de las estructuras de gobierno españolas? ¿Qué labores desempeña para merecer los montantes económicos que se lleva a casa todos los meses? ¿Qué méritos ha presentado para poder cortar el bacalao con la impunidad y el descaro con el que maneja el cuchillo? Es un elemento caro, tremendamente caro, e inútil, absolutamente inútil, además de totalmente prescindible. Es inconcebible su existencia dentro de una España amargada por los recortes sociales, exprimida por los ajustes económicos, y derrotada por el desempleo.

No simpatizo con Leire Pajín. Pero no es una aversión contra su persona: gracias a Dios tengo la suerte de no conocerla lo suficiente. Se trata de su figura política la que me produce repulsión, y no soy el único que participa de este sentimiento. Los que hemos accedido entre el asombro, el estupor y la indignación a las distintas informaciones públicas sobre las retribuciones salariales que recibe gustosa la señorita Pajín, compartimos rabia y crispación. Por decirlo suave, es indecoroso, indecente, indigno, insultante y vergonzoso que alguien como ella viva tan bien del esfuerzo de los demás. Te matas a trabajar, miras hacia arriba y la ves luciendo su desfachatez peloteando al peor presidente de la historia.

Mientras, por detrás, como de tonta no tiene un pelo, sabe cubrirse los riñones, tiene arte en el juego político. Como muestra, dos botones: se ha hecho con el PSOE de Benidorm entregándoselo a familiares muy cercanos, en una clara apuesta por quedarse con el control del jugoso municipio, y ha colocado a su protegida, una desconocida Elena Martín, como candidata para la alcaldía de Alicante. Suelta la red y le sirve todo lo que pesca, siempre y cuando lo pueda controlar.

Trepó muy rápido, asombrosamente veloz, y ahora, desde su posición, con la sociedad asqueada y la situación económica en barrena, sabe que le queda poco, el mismo tiempo que a su mecenas Rodríguez Zapatero. Quizás por eso arrambla con todo lo que pilla, y va engordando su hacienda dentro de la más amoral legalidad. No me gustan los parásitos y mucho menos aquéllos que me sacan el jugo con tamaña impúdica e insolente desvergüenza. En resumen, que no me van ni los jetas ni los chorizos. Así que, para que nadie se me enfade, dejo al libre albedrío el identificar a esta escoria social.

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