¿Conocen la fábula? Un escorpión quiere atravesar un arroyo y le pide ayuda a una rana. Ésta, recelosa ante el temible aguijón y sabedora del carácter que gasta el bicho en cuestión no quiere acceder a sus deseos. El alacrán le insiste, le dice que no tiene nada que temer, que él sabrá recompensar al batracio por el servicio prestado, que le protegerá, que será un amigo agradecido. “Es un acuerdo entre tú y yo que nos favorecerá a ambos”, le comenta. “Bien, lo haré”, piensa la rana. “Si me pica mientras cruzamos, él se ahogará, muriendo también. Así que no hay peligro. Además, con su apoyo ganaré en seguridad y respeto, nadie se meterá conmigo, seré por fin alguien”. Dirigiéndose al escorpión le dice que se suba sobre ella, que le ayudará. Dicho y hecho. Rana y escorpión avanzan por el río, luchando contra la fuerza de una corriente fuerte y peligrosa, provocada por un prolongado período de lluvias torrenciales. Agotada, la rana alcanza la orilla opuesta, el agua no les arrastrará. En ese momento, justo en ese instante siente cómo el mortal aguijón se hinca inmisericorde en su carne, inyectando su veneno mortal.
“¿Por qué me haces esto? Teníamos un acuerdo. Yo te ayudaba y tú me proporcionabas seguridad y poder”, gime moribunda la rana. El escorpión esgrimiendo una maliciosa sonrisa, contesta: “No he podido evitarlo. Es mi carácter”
¿A qué santo viene el cuento? Zapatero ha pactado con Urkullu, le ha ofrecido el oro y el moro a cambio de su inestimable ayuda. Mucho de lo acordado no se conoce, no es un trato tan transparente como el hecho por el presidente con Coalición Canaria. Los nacionalistas vascos cruzarán el río llevando en volandas el proyecto socialista. Pero, cuando lleguen a la otra orilla, si llegan y no se ahogan antes por el peso de la carga, que no esperen que Zapatero cumpla con lo prometido. Les clavará hasta el fondo el rejón, el dardo de su traición, seguro. Y les responderá lo mismo que el escorpión del relato. “Es una cuestión de carácter”.
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