Ya tardaba Mohamed VI en inventarse una historia con la que desviar la atención sobre el asesinato de Nayem Elgarhi, ejecutado por los esbirros armados de la dictadura marroquí. La agenda oficial y las televisiones de Marruecos lanzan la noticia de la muerte de un menor musulmán a manos de la Guardia Civil en los incidentes de Melilla.
Le han puesto nombre, Younes y la agencia nacional, controlada directamente por el Rey, ha redactado el cuento: un pelotazo de goma disparado a bocajarro por un malvado Guardia Civil, ha acabado con la vida de un joven que protestaba contra la ocupación de la ciudad. Lo curioso es que cuando lo traducen al castellano, la pelota de goma se transforma en una bala. El caso es dar carnaza a los ciudadanos de Marruecos y así tapar con fango el asesinato de un adolescente saharaui a manos de la policía del régimen feudal. Dado que no hay cadáver, ni desaparición, ni denuncia, dado que no hay muerto ni rastro del mismo, las huestes del Duce del Magreb se inventan hasta la desaparición del cuerpo, trasladado a un lugar desconocido por la Guardia Civil con el objetivo de hacerlo desaparecer.
Toda esta basura informativa y toda esta manipulación de medios, conducen a la misma conclusión: Marruecos quiere igualar Melilla con el Sahara, establecer un paralelismo entre los dos territorios, en un intento claro de amortiguar lo que se le viene encima tras el crimen de Nayem Elgarhi y las protestas saharauis, las más fuertes desde 1975. En la ciudad autónoma, desde el martes se venían produciendo disturbios radicados en la protesta de jóvenes de origen marroquí en desacuerdo con los planes de empleo. Dichos acontecimientos fueron ampliamente cubiertos por los medios de comunicación del país vecino. Un chollete bueno para disimular la vergüenza y, posiblemente, organizado por los mismos mafiosos que la liaron en verano, bajo la batuta del dictador Mohamed VI. Y qué mejor para dar consistencia a la función que inventarse un muerto y la posterior desaparición de sus restos. De película de las malas.
Pero ahí no acaba el cachondeo. Los medios de comunicación marroquíes aseguran que Melilla se encuentra prácticamente en estado de sitio y que a los periodistas de Marruecos se les hostiga y acosa, en una violación clara de la libertad de prensa. Vamos, igualito que los periodistas españoles que intentan en vano viajar al Sahara para informar del estado de los acontecimientos y que se encuentran con la prohibición de la monarquía alauí.
¿Por qué nadie de exteriores le dice al dictador que ya está bien de estupideces, que se deje de manipular la realidad y que finalice de una vez por todas con la represión que ejerce sobre el Sahara? ¿Por qué nadie del Gobierno le deja claro al señor feudal que Ceuta y Melilla son españolas, que se vaya olvidando de ellas? ¿Por qué nadie le exige respeto al Duce del Magreb y le pone en su sitio? Salvo que, a nivel internacional, Marruecos sea ya más importante que España, y su sitio esté por encima del nuestro. Visto cómo le permiten actuar, puede que sea así…
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