jueves, 30 de diciembre de 2010

Brindemos por el 2011

Vestido para la ocasión y llevando al extremo la tradición. Calzoncillos rojos, calcetines rojos, camiseta roja y la sangre, la que no se han chupado los vampiros que gobiernan, roja, amarilla y roja. Una copa de cava en la mano y rodeado de los míos, propongo un brindis por el año que va a comenzar. Por todos nosotros, para que el sentido común nos conduzca a librarnos lo antes posible del cáncer político que nos destruye; por todos los que cabalgan en la ruina por culpa del paro, para que encuentren de una vez por todas un medio con el que luchar por la supervivencia; por las mujeres y los niños que sufren el injusto y miserable acoso de la violencia, para que obtengan paz y tranquilidad; por las víctimas del terrorismo, para que sigan luchando por una justicia clara sin escondites para los asesinos; por los indefensos que no pueden hacer nada contra los desmanes de los rectores públicos, para que alcancen la estabilidad y reciban el mérito que les corresponde por su trabajo de muchos años; por los que no tienen nada, para que el sistema les proteja y les acoja, en vez de hundirles cada vez más; por los pueblos oprimidos bajo el yugo de dictaduras y totalitarismos, por los saharauis, para que encuentren su libertad; por todo aquello que signifique igualdad, solidaridad y justicia. Por esto y mucho más brindo y deseo con todas mis fuerzas un feliz 2011 a aquéllos que como yo quieren que nuestra suerte cambie, sea como sea.

Balance 2010

Zapatero y Rajoy hacen balance del 2010 y se fijan los objetivos para el 2011. El primero reconoce que ha sido un año duro, pero que con su sagacidad y sabiduría ha conseguido encauzarnos por el buen camino, y manifiesta que a través del nuevo sendero del sacrificio y la austeridad ,y siempre bajo su responsable y acertada dirección, España volverá a ser lo que era en unos cinco añitos de nada, impacientes, que eso es lo que sois, unos impacientes, que no entendéis de altas finanzas, eso dejármelo a mí y a mis coleguillas, que desde el lado oscuro de la fuerza os traeremos estabilidad y trabajo (la banda desafina que es un horror).
Mariano Rajoy también se detiene en la ruina que asola el país, culpa al del talante y a su comparsa de incapaces del desastre y pide para el año entrante, como no podía ser de otra manera, la cabeza del presidente aunque se la traigan en una bolsa del Carrefour, que no hace falta que venga en bandeja de plata. Y para exigir la decapitación esgrime como argumento el espectacular avance del partido popular en las encuestas y sondeos. Razón no le falta.
Ahora bien, yo quiero unirme a esto de hacer balance y ofrecer el mío. Nunca me había alegrado tanto de que se terminase un año, por lo catastrófico e irracional del mismo. Desde el principio hasta el final, todo han sido palos, llevándose la palma el paro y su 20 % y la luz con su 43 % (ahí es nada, Sebastián). Políticamente, un desastre a nivel nacional y un ridículo histórico a nivel internacional; socialmente, marcha atrás y sin frenos, y económicamente, qué quieren que diga. Peor imposible.
Yo tengo muy claro quiénes son los artífices del desaguisado, sé muy bien quiénes sobran en nuestra estructura social. Por eso lo único que pido al 2011 es que me permitan disfrutar del legítimo derecho de decidir delante de unas urnas quién deseo que me gobierne. Así de fácil. Pero me parece que va a ser que no; la ponzoña es tan fuerte que ha penetrado profundamente enquistándose. No los sacamos ni con agua hirviendo. De momento, empiezan su labor subiéndolo todo, menos salarios y pensiones (bueno, los suyos sí). En su línea, vamos.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Un café para Sebastián

O escribo sobre esto, o reviento. Y alguno dirá que sería preferible que callase y me estallase la cabeza, a tener que aguantar mis lastimosos quejidos. Pero, no puedo evitarlo. Se me van los dedos solos hacia el teclado, como si estuvieran poseídos por fuerzas interplanetarias, que digo yo que, dada la mala leche que me entra, serán las mismas que guían las decisiones del emperador José Luis y sus socios del lado oscuro. Porque, para ser sincero, de parte de la razón y la lógica no es que se posicionen precisamente el presidente y los miembros del ejecutivo ejecutor que gobierna esta pobre y desolada España. Doy fe de que son peores que una plaga de langosta, que todo lo arrasa, y más mortales que la peste bubónica, que todo lo pudre hasta el exterminio.
Aquello que me provoca este repunte en mi particular estado de cabreo son las declaraciones de Miguel Sebastián, a la sazón, y por desgracia para todos, ministro de Industria, Turismo y Comercio, en relación a la subida del precio de la electricidad aprobada el pasado lunes. Para el ínclito caballero, la medida es justa, responsable y no olvida a los más vulnerables (mira por dónde, en esto último comparto su criterio, pues éstos son los que van a sufrir más en sus carnes el atraco eléctrico). Simpático y locuaz que es el hombre, también ha dado a entender que no descarta nuevas subidas, porque el Ejecutivo no puede predecir qué va a pasar con el precio del petróleo, y nos recuerda que lo que sube de la mano con la luz es el butano, que se coloca a dos mil doscientas pesetas de las de antes. Déficit tarifario, incremento de precios internacionales de la energía, el alza del crudo y las ayudas al carbón están detrás del asalto. Vaya por Dios.
Como estamos en fiestas, el ministro compara el incremento en la factura con un café de 1,7 euros (los que se pimpla Méndez en el cinco estrellas). Obvia en su sabia defensa de la nueva medida, porque le interesa, que el incremento del recibo es lo menor del desastre. Todo se va a ver arrastrado por la luz, el gas y los combustibles. Todo menos los salarios y las pensiones, por supuesto. Vamos a pagar más por nuestra supervivencia. Política social en su máxima expresión. Política de mercadillo realizada por falsos socialistas, por malos profesionales, incapaces de prevenir una embestida aunque el toro les respire junto a la nuca. Política tóxica y destructiva a la que tenemos que poner fin si queremos que nuestra sociedad continúe existiendo. Algo harto complicado mientras los Sebastián, Blanco, Rubalcaba, Salgado, Pajín, Zapatero y demás (y no precisamente en este orden) sigan al frente del negocio. Ángeles exterminadores de bote que nos conducen inexorablemente al apocalipsis. Exagerado qué es uno, ¿verdad?

martes, 28 de diciembre de 2010

Inocentada eléctrica

Inocentada al canto. Sube la luz un 9,8 %. Fantástico y maravilloso presente, un regalo más con el que las compañías eléctricas, contando con la insultante incompetencia del gobierno como aliada, felicitan las fiestas al rico y sobrado pueblo español. Alegría y buen humor para recibir este nuevo asalto cosario a nuestros bolsillos. Y de nuevo son lentejas contra las que no puedes luchar; o pagas, o corte que te crió y a morar en las cavernas.
Algunas asociaciones de consumidores han tachado la subida como inaceptable, brutal y aberrante, destacando que el coste real para el bolsillo rondará los doscientos euros en el recibo. Pero lo que hay que decir es que ahí no se queda el palo. El viaje gordo para la economía doméstica no viene vía factura; aquí, con la luz y el gas, que también se ha unido a la fiesta, todo lo demás se encarecerá también hasta en un 2,5 %. Súmale que los carburantes no paran en su escalada, y te encuentras con una somanta de golpes que no sabes por dónde vienen y que no te dejan ni respirar.
Entonces, para cualquier hijo de vecino cuyo concepto sobre la economía se reduce a hacer virguerías para pagar y comer, el problema está muy claro: si sube lo básico, lo esencial, lo imprescindible para la supervivencia, y los dineros para enfrentarse a los repuntes en los precios no sólo no acompañan este alza, sino que se congelan en el mejor de los casos, o, directamente desaparecen, que alguien explique cómo carajo se puede salir hacia adelante. Y que cuando lo haga, en su explicación y por respeto a la más común inteligencia, el docto economista o el político de turno tengan a bien omitir aquello de que hay que luchar unidos y perseverar en el sacrificio y la solidaridad. Porque lo que se dice sacrificarnos lo hacemos casi todos, menos aquéllos que nos han metido en la ruina, y solidarizarnos, tres cuartos de lo mismo. Y en cuanto a luchar, la inmensa mayoría ejerce de soldado desde que sale el sol hasta que vuelve a salir. En consecuencia, todo ese discurso demagógico está de más, apesta. Es como si no se enteran de que lo que hay que hacer es proteger a las gallinas, pues si continúan masacrándolas, ya no habrá huevos ni para el granjero ni para nadie.
Sinceramente, no sé lo que pensará aquél que lea este artículo. Por mi parte, yo ya estoy muy harto de esta banda de miserables que nos están desplumando y de los inútiles rectores públicos que colaboran, por incapacidad y/o mala fe, en nuestra destrucción. Así no se puede durar mucho más.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Desvaríos de fin de año

Año nuevo, vida nueva. Toca, como siempre por estas fechas, hacer un lavado de conciencia y comprometerse en misiones arduas y difíciles. Hay que abandonar vicios y reeducar al cuerpo en eso de la salud, hacer ejercicio, dejar de fumar e intentar ser menos borde con los demás. Todo esto y mucho más prometemos después de haber cenado lo que nos encontramos en la mesa y bebido todo lo que de vidrio, cartón o lata viene. Debemos cambiar los hábitos y alcanzar metas hasta ahora imposibles. Son los propósitos para el año entrante. Ropa interior roja, las uvas que no falten y el autoconvencimiento de que somos lo suficientemente poderosos como para cumplir con lo convenido. Y este año parece que los que nos cuidan y velan por nuestro bienestar nos lo van a poner fácil.

El 2011 será bueno para modificar muchas cosas. La primera, aquellos que fuman, a dejar de hacerlo, o los escuadrones negros sancionarán su comportamiento asocial, su actitud agresora como apestados insolidarios a los que habrá que tatuar un número de serie en el antebrazo y perseguir hasta su exterminio. Una nueva raza con los pulmones libres de nicotina se erige, majestuosa, sobre los asesinos humeantes. O reinserción, o marginación; o acatamiento disciplinado, o condena.

Una vez todos más sanos, con la subida de la luz, el ejercicio viene solo. O te mueves, o te congelas y te tienen que amputar los dedos de los pies y parte de la nariz. Por una España de chatos renqueantes las compañías eléctricas hacen lo que sea, faltaría más. Encima, se han marcado como objetivo revitalizar el sector textil potenciando la fabricación masiva de mantas, pijamas de tergal y calzones de felpa para cubrir las necesidades en invierno, y recuperar los tradicionales, a la par que bonitos, abanicos para el verano. El que pueda, que invierta en telares, que son el futuro.

Ejercicio y tabaco. Dos objetivos conseguidos. Ahora viene la dieta. Comida sana; para empezar verdura, mucha verdura, a ser posible de cosecha propia si la comunidad de vecinos y el ayuntamiento de turno no pone trabas a la instalación de huertos en azoteas y terrazas. Eso sí, los tomates de Marruecos por ley: aquél osado que se atreva a consumir o fomentar el consumo de tomates de la tierra irá al mismo presidio que los fumadores, por antipatriota.

Para el segundo, comida internacional; perros, hormigas, saltamontes, serpientes, cualquier bicho que respire aporta las proteínas y vitaminas justas y necesarias para el desarrollo. Muchas culturas son las que no hacen ascos, por qué íbamos a ser nosotros distintos. Y para el arroz, conejo felino (miau). Claro está que, para los que prefieran pescado, caña, sedal, anzuelo y paciencia son los mejores compañeros, además de constituir un entretenimiento de lo más ameno.Y de postre, lo mejor de todo: nada de nada, que no estamos para gastos, que no os enteráis. Y los que quieran lácteos, una vaca en la urbanización que, además de leche, produce abono y cuida el césped.

Mientras tanto, los padres de la patria continuarán aplicados en lo suyo, en la muy noble tarea de idear maldades y torpezas con las que seguir arruinándonos sin descanso. Y nosotros, a sufrir que sólo servimos para eso, para sufrir. Eso sí, tras haber depositado el voto correspondiente al candidato idóneo... Tenemos lo que nos merecemos, sin más.

Todo sigue igual

Dos días de desconexión absoluta, desde el discurso del rey hasta el domingo por la tarde, sin saber nada de nada de política, políticos, y demás bebedizos tóxicos culpables de la úlcera económica que arrasa el país. Soñaba, estúpido de mí, que tras la Nochebuena y la Navidad el espíritu de la Paz y el amor, de la armonía y la solidaridad se hubiera apoderado por la fuerza de la razón del gobierno del Estado, y que el sentido común hubiera invadido, arrasador, la conciencia del sumo rector patrio. Ilusionarse, fantasear con que existe un futuro mejor que el penoso presente, imaginar una España regida por la lógica y el conocimiento, es sólo codicia, anhelo vano y fútil, una ficción igual que la del señor de rojo ése, que se bebe la leche y se come las galletas que le dejan los niños, y que trae un montón de regalos por la cara.

Me conecto con la realidad, con una acidez del siete, y se me revuelve el estómago al ver que todo sigue exacto, tal y como estaba antes del alegato anti crisis de nuestro monarca. Nada ha variado. El mismo lobo feroz, con sus hambrientos lobeznos a cuestas, arremetiendo contra la casa de los cabritillos, enseñándoles la patita blanca por debajo de la puerta, después de limarse las uñas, y diciéndoles aquello de que “soy vuestra mamá, que me he dejado las llaves dentro, que no me voy, que era broma, que me lo pienso y me quedo, que como en casa en ningún lado, que me abráis de una vez, que fuera hace un frío del carajo y si no me dejáis entrar quién os va a hacer de comer y a lavaros la ropita, quién os va a llevar de la mano al colegio y quién os va a enseñar a ser cabritos de provecho el día de mañana”. Y si ya tenía a dos convencidos cuando aún sus garras eran negras y sus zarpas afiladas, ahora que va de mártir un tercero se une a su fiesta y le facilita el acceso franco a la casa.

Está todo perdido, porque este depredador y sus secuaces se van a comer a todos menos a uno que se ha olido el percal desde el principio y abandonó el hogar hace tiempo, esperando que alguno más le acompañase, y a otra que, desde dentro del reloj de pared, se camufla como buenamente puede. Mariano y Rosa. Dos que están condenados a entenderse si quieren pararles los pies al carnicero que devora inmisericorde presente y devenir de España.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Todo sigue igual

Dos días de desconexión absoluta, desde el discurso del rey hasta el domingo por la tarde, sin saber nada de nada de política, políticos, y demás bebedizos tóxicos culpables de la úlcera económica que arrasa el país. Soñaba, estúpido de mí, que tras la Nochebuena y la Navidad el espíritu de la Paz y el amor, de la armonía y la solidaridad se hubiera apoderado por la fuerza de la razón del gobierno del Estado, y que el sentido común hubiera invadido, arrasador, la conciencia del sumo rector patrio. Ilusionarse, fantasear con que existe un futuro mejor que el penoso presente, imaginar una España regida por la lógica y el conocimiento, es sólo codicia, anhelo vano y fútil, una ficción igual que la del señor de rojo ése, que se bebe la leche y se come las galletas que le dejan los niños, y que trae un montón de regalos por la cara.
Me conecto con la realidad, con una acidez del siete, y se me revuelve el estómago al ver que todo sigue exacto, tal y como estaba antes del alegato anti crisis de nuestro monarca. Nada ha variado. El mismo lobo feroz, con sus hambrientos lobeznos a cuestas, arremetiendo contra la casa de los cabritillos, enseñándoles la patita blanca por debajo de la puerta, después de limarse las uñas, y diciéndoles aquello de que “soy vuestra mamá, que me he dejado las llaves dentro, que no me voy, que era broma, que me lo pienso y me quedo, que como en casa en ningún lado, que me abráis de una vez, que fuera hace un frío del carajo y si no me dejáis entrar quién os va a hacer de comer y a lavaros la ropita, quién os va a llevar de la mano al colegio y quién os va a enseñar a ser cabritos de provecho el día de mañana”. Y si ya tenía a dos convencidos cuando aún sus garras eran negras y sus zarpas afiladas, ahora que va de mártir un tercero se une a su fiesta y le facilita el acceso franco a la casa.
Está todo perdido, porque este depredador y sus secuaces se van a comer a todos menos a uno que se ha olido el percal desde el principio y abandonó el hogar hace tiempo, esperando que alguno más le acompañase, y a otra que, desde dentro del reloj de pared, se camufla como buenamente puede. Mariano y Rosa. Dos que están condenados a entenderse si quieren pararles los pies al carnicero que devora inmisericorde presente y devenir de España.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Sea breve. Un haiku, por favor.

Me atraen esos poemas llamados haiku. Con pocas palabras, muchas cosas claras. Yo, propenso a enrollarme, he descubierto en ellos una forma de expresarme sin gastar en demasía el teclado. Reconozco que cuesta horrores redactar uno, porque cuando te lanzas y son tantas las cosas a decir, ser breve y exacto es muy difícil. Lo más habitual es que escribas una solemne tontería.

Los que saben del asunto comentan que el truco está en elegir bien el tema y ajustar con precisión lo que pretendes comunicar en tres versos de cinco, siete y cinco sílabas. Ahí es nada. Me he puesto a pensar, y de momento se me han ocurrido, antes de aburrirme, unos cuantos. Ejerciendo de aficionado, y de los malos, aquí dejo una muestra. Por ejemplo, respecto a la ausencia de los señores diputados en las sesiones parlamentarias en las que se debaten temas tan importantes como los presupuestos, quedaría bien “Si no trabajas/¿por qué tienes que cobrar?/No te lo ganas”. Sobre el tema pensiones, “No llego vivo,/con los sesenta y siete/ no me jubilo”. Referente al jefe del ejecutivo español, al real, a Zapatero, “En el presente,/no está ni se le espera/ al presidente”. Y con Rubalcaba, gobernante in pectore, “Miedo produce/ el que con su posición/ todo conduce”. Aquí me detengo, porque éste último haiku casi me sirve de comodín, ya que se le podría aplicar a infinidad de personas y personajes, como Pepe Blanco, Leire Pajín y demás responsables de la debacle nacional. Y ya puestos, y manteniendo las distancias con los anteriores, también a los Castro, Mohamed VI, Mahmud Ahmadineyad y la restante colección de dictadores que asolan sus respectivas naciones ante la mirada, pasiva y cómplice en ocasiones, del resto de los estados.

Mirándolo bien, esto del haiku puede llegar a ser divertido, parecen mensajes con los que encabezar una manifestación. Lo que no tengo claro es si la rima debe ser asonante, consonante o mal sonante, o simplemente no rimar. Me da a mí que esto no es lo mío.

martes, 21 de diciembre de 2010

José y María. Se acaba el cuento. Un historia con muchos finales

Sobrevivieron durante un año con los ahorros recogidos durante los buenos tiempos, hasta que se acabaron. Nadie necesitaba el trabajo de un artista ebanista, y eso era lo único que José sabía hacer. Un buen día Magdalena le sugirió a María la posibilidad de incorporarse a una empresa de limpieza, y no perdió esa oportunidad. Mal pagada, explotada muchas horas por un mísero salario, María comenzó a traer a casa el sustento básico para sobrevivir. Y en esas estaban esa mañana. María debía salir hacia su trabajo, José levantaría a Jesús, le acompañaría al colegio y se dirigiría a continuación a la oficina de empleo, a probar fortuna, a desesperarse de nuevo. La coyuntura económica era dramática y cruel, estaba arrasando vidas y familias enteras y la esperanza empezaba a desaparecer, diluyéndose en lágrimas de desesperación. El rico, que se había vuelto aún más rico, le decía al pobre; “Date con un canto en los dientes si tienes para comer. Y si no tienes, ¿para qué quieres los dientes?” Y al pobre no le quedadaza otra que agachar la cabeza y recrearse en su indigencia.
María ya se había marchado a trabajar. José y su hijo caminaban despacio rumbo al colegio. José, absorto, no conversaba con Jesús como era su costumbre todas las mañanas. Estaba demasiado preocupado. Aquella tarde había una manifestación frente a la delegación del gobierno y le habían convencido para acudir. La cosa podía volverse seria, peligrosa. Los ánimos estaban muy exaltados y se sabía que iban a producirse disturbios. José nunca había sido un hombre agresivo; siempre intentó solucionar todo mediante el diálogo. Pero hoy, el ambiente provocaba tumulto, confrontación. La gente moría de hambre, y aquellos que tenían que aportar soluciones habían agotado ya todos los recursos. Un aire revolucionario impregnaba la ciudad. “No te preocupes. Nada te ocurrirá.”
Estas palabras sobresaltaron a José. Siempre que hablaba con su hijo, éste parecía conocer sus pensamientos, y le apaciguaba el espíritu. Pero el tono era distinto hoy. Jesús se detuvo delante de él y le miró a los ojos. “Nada te pasará, pues nada harás para que te pase. Debes ir, gritar, expresarte, protestar y manifestar tu indignación y tu enojo. Ellos se ocultarán, pues su cobardía les impedirá razonar con vosotros. Sabiéndose culpables de nuestra desgracia, no serán capaces de dar la cara. Son serpientes que se arrastran para conseguir su presa, pero que huyen cuando el peligro les acecha. Y hoy el peligro golpeará la puerta de sus escondites. Pero el brazo armado y policial que tendría que sofocar a aquellos que luchan junto a la razón, no obedecerá el mandato del culpable. Todo lo contrario. Se unirá a vosotros y provocará la huida del miserable. Hoy triunfaréis. Porque hoy seréis más fuertes que nunca, actuaréis juntos, unidos y decididos. Hoy no acaba nada. Hoy es el principio” . Dicho esto, Jesús abrazó a su padre y caminó con rapidez hacia la entrada del instituto. “Llego tarde, papá. A la noche, después de la manifestación, nos veremos y celebraremos el comienzo de nuestra liberación.”
José se quedó plantado en mitad de la acera. Atónito, pensativo y asustado. Temeroso de la sabiduría de su hijo, pero feliz por la clarividencia de sus palabras. Sí. Hoy iba a ser un buen día. Hoy iban a ganar la guerra. No se podía perder nada, pues nada había para perder. Quizás hoy estallase la revolución de la razón. Quizás hoy comenzaran los cambios. Jesús nunca se equivocaba. José sabía que su hijo estaba llamado a hacer grandes cosas, a ser importante; era valiente y arriesgado en sus juicios. Y la gente le escuchaba, valoraba su opinión. Sí. Hoy tocaba luchar para sobrevivir. Por María. Por Jesús. Por Roque y por todas aquellas personas sencillas, simples y trabajadoras que habían compartido con él y su familia penas y alegrías. Por Magdalena, Mateo y Marcos, que les habían ayudado por apenas nada. Por el bueno de Pedro, que se quitaba su comida para que a Jesús no le faltase. Hoy habría una batalla y tenían que ganarla…
Eran ya las diez de la noche. María estaba nerviosa. Se oían por la calle gritos de alegría. La gente celebraba un triunfo, una victoria que la buena de Magdalena había definido como el principio de los buenos tiempos. Estaba como loca. María había intentado calmarla, pero ella decía que no, que jamás había imaginado que algo así pudiera ocurrir, que tenía que salir a la calle a saltar y a cantar con todos. María no entendía nada. En el trabajo le habían preguntado por su asistencia a la concentración, pero ella había dicho que no, que tenía que recoger ella a Jesús por que José no podía. Y ahora esto. José tardaba mucho.
Caminaba inquieta de un lado a otro de la habitación. ¿Dónde estará José? Marcos le había dicho que le había visto con Pedro al empezar el revuelo, pero que después todo se había vuelto confuso…”¿Dónde estará José?”
“Está bien, mamá. No debes preocuparte por él. Está bien. Pronto regresará y te contará todo. Y hay mucho que contar. Y el mejor para hacerlo será él. Pues es uno de los elegidos para el cambio. Va a ser el padre de todo lo que está por llegar. Y si no somos estúpidos y lo estropeamos, lo que está por llegar es bueno. Muy bueno. Siéntate y descansa, mamá. Junto a mí. Esperaremos a que papá regrese, y lo celebraremos. Empieza el futuro”
María observó la sonrisa en el rostro de Jesús y se serenó. Si su hijo decía que todo iba bien, es que todo iba bien. Nunca se equivocaba…

Zapatero está mal.

Me he comido todas las uñas, ni una me queda. No descanso ni un segundo, estoy en un permanente estado de alerta, que no alarma, desde que Zapatero le ha comunicado a un miembro (o miembra) de su partido su decisión de presentarse o no, quién sabe, a las próximas elecciones. La duda me corroe, al borde del colapso me tiene el Presidente. “Sí, no, sí, no, sí, no…No quedan margaritas en Moncloa, están todas peladas. Sí, no, sí, no, sí, no…¡Ésta tampoco! Probaré con otra a ver. O mejor con algo más grande, con más hojas. A ver si encuentro el Espasa por algún lado”
José Luis Rodríguez Zapatero se dejó querer por los periodistas el lunes, en la tradicional copa de Navidad, al manifestar que ya había tomado su decisión. Pero que sólo lo sabían Sonsoles y uno más del partido. Misterio.
Qué suenen clarines y trompetas, qué el mundo se detenga, qué nadie respire, porque desde la crucifixión de Jesús nada es tan trascendental ¿Será Rubalcaba, el presidente in pectore actual, su confidente? ¿Será Blanco, maestro de maestros en esto de no decir una verdad, el guardián de su secreto? ¿Qué será, será? A mí me importa cuarto y mitad lo que haga y quién lo sepa, porque el resultado va a ser el mismo: con él o con el delfín que elija (ya veremos si en primarias o a dedo de césar), el PSOE pierde hasta la camisa en las próximas y en las que vengan. Conocer quién tiene la llave de su diario secreto sólo produce el morbo de saber sobre qué hombro llora sus errores el caballero del talante.
Eso sí, no se puede negar que moral no le falta. Ha plagado Moncloa de velas negras y ataviado con una bata que horrorizaría a Demis Roussos, pasa horas alternando la bola de cristal con la ouija (o güija, según los de la “ye”). Parece que voces del más allá (Rubalcaba, Blanco y Pajín escondidos tras las cortinas) le han dicho que ganará las municipales, las autonómicas y las generales porque nos daremos cuenta los españoles de qué todo, todo, todo lo que se ha hecho y deshecho durante su mandato ha sido por nuestro bien. Está peor que la bruja Lola. De verdad, el Presidente del Gobierno abandonó hace tiempo el mundo real y se estableció en uno particular que deja al Edén como una porquera. Tiene que cambiar de medicación con urgencia, o lo perderemos para siempre. Para habernos matado.

lunes, 20 de diciembre de 2010

José y María. María y José. La historia continúa.

Como dos ladrones, sin hacer ruido, se despidieron de Joaquín y de Ana y, en el viejo Panda que tenían desde muchos años antes, partieron rumbo a la capital a buscarse la vida. El viaje no fue nada fácil. Tras recorrer apenas treinta kilómetros, el vehículo dijo que hasta ahí llegaba, que sus engranajes no daban más de sí. Estaban en mitad de la noche, en una carretera vecinal lejos de cualquier ruta transitada. José, nervioso por la situación, sugirió a su mujer continuar andando en dirección a una luz que creía haber visto un par de curvas atrás. María, dolorosamente accedió a la petición de José y, más mal que bien, emprendió camino junto a él. Las contracciones eran cada vez más fuertes y frecuentes. El hijo de ambos estaba llamando a la vida.
Trescientos metros anduvieron hasta que, tras sobrepasar una señal de prohibición de adelantamiento, al final de un estrecho camino que se adentraba en la ladera de una montaña, José y María distinguieron una centelleante luz.” ¿Ves, María? Ya te decía que había gente por aquí...” María le sonrió por enésima vez esa noche, asintió con la cabeza y, agarrándose con fuerza de su brazo para no desplomarse, siguió el paso presuroso de José.
En efecto. En una cabaña de piedra que servía de establo, un pastor dormía junto a sus perros y cabras. Un pequeño fuego iluminaba el rasero en el que el cabrero dormitaba, hasta que se despertó, sobresaltado, ante la presencia del matrimonio. Los perros no habían ladrado; se acercaban y jugaban con la joven pareja.”¡Qué susto me acabáis de dar! ¿Quiénes sois? ¿Qué hacéis por aquí, que no vienen ni las águilas? Pero. Muchacha,¿tú te has visto cómo estás? Si no puedes ni moverte. No irás a parir justo ahora,¿no? Dios bendito, tendrías que ir a un hospital ya mismo…” Mientras decía todo esto, el zagal acomodó unas mantas y su zurrón y, con mucha delicadeza, agarró a una débil María obligándole a recostarse sobre el improvisado camastro. “Tú quédate con tu señora, que ya voy corriendo yo al pueblo más cercano, a tres kilómetros de aquí, a pedir ayuda a los civiles. Ahí tienes agua, y en la bolsa del fondo una toalla limpia. Chica, aguanta lo que puedas; yo ya he visto nacer muchos animales, y no creo que esto sea muy distinto…¡Enseguida vuelvo!”
De nuevo solos. María esbozó una sonrisa en su rostro agotado. “José, el niño ya viene. Está aquí, ya no espera más…” Y no esperó, no. Jesús tenía ganas de nacer, tenía un apetito inmenso por vivir. Cuando llegaron el pastor y la pareja de la Guardia Civil, María ya portaba en sus brazos aquel pedazo de luz que había surgido de sus entrañas. José, de pie junto a ella, observaba la imagen paralizado ante la belleza de la misma. Su hijo había venido al mundo lejos de todo y cerca de nada, rodeado de borregos y con la única compañía de un zagal nervudo y dos guardias que, asombrados ante la situación, optaron por arrodillarse ante madre e hijo tras cubrir a ambos con sus largas capas.
Tras una semana en el Hospital Comarcal, José, María y su niño continuaron viaje hasta la urbe. Los problemas, los impedimentos parecieron desaparecer, como si el pequeño Jesús hubiera traído consigo la buena suerte. Ninguna puerta se les cerraba. Encontraron enseguida una planta baja donde establecerse con un alquiler irrisorio; la casera, Magdalena, quedó prendada de la hermosura de madre e hijo y, a cambio de cuatro duros y su cariño, les dio cobijo y abrigo. José encontró trabajo de inmediato; justo al lado de su vivienda existía una pequeña carpintería, antaño esplendorosa, pero en ese instante olvidada. Acceder al negocio fue muy fácil; Mateo y Marcos, los propietarios, lo cedieron a cambio de un porcentaje del negocio, y José no dudó en hacerse cargo de ella. Fueron días de rosas; el comercio floreció, y las manos de José se popularizaron en el barrio. Nunca un artesano de tanta categoría se había establecido por aquellos lares. María repartía su simpatía y su belleza, mientras que Jesús crecía en sabiduría y amabilidad.
Todo iba bien. Fueron quince años de bonanza, de felicidad continua. Jesús se ofrecía inteligente y tranquilo, siempre rodeado de niños, que acudían a su compañía en los juegos, y de adultos, que pasaban horas de charla con el muchacho. Pedro, el de la pescadería, cerraba incluso su puesto antes de tiempo, cuando él volvía de sus clases, sólo por sentarse y escucharle. Jesús mostraba serenidad, transmitía paz y consuelo a todo el que hablaba con él.
Pero, un mal día, ocurrió lo indeseable. Una crisis económica brutal destruyó el empleo de los vecinos y condenó a la ciudad entera a la miseria. Las fábricas de calzado y complementos tuvieron que plegarse ante la escasez de ventas y terminaron por cesar su actividad. La ciudad entera quedó en la calle, sin nada. Sólo unos pocos, los especuladores de siempre, estaban en posesión de la riqueza, y decidieron quedarse con todo. Y ese todo incluyó también el próspero comercio de José. Tuvo que cerrar, condenando de nuevo la carpintería a la ruina y el abandono. Y él, autónomo que era, quedó en el paro, sin subsidio ni ayuda con la que mantenerse.

De estreno en Afganistán

He estado unos días retirado del mundo. Los fríos y mi garganta no son compatibles, no se llevan nada bien. Y mientras me he cocido a paracetamoles e historias, me parece que me he perdido algo. ¿Es ya Alfredo Pérez Rubalcaba el nuevo Presidente del Gobierno, bien de facto o bien in pectore? Porque ejercer como tal, ejerce.

Este hombre que todo lo hace, todo lo sabe, todo lo controla, todo lo puede, todo lo dirige y todo lo maneja ha realizado, como si fuese el Rey, o el Presidente o el Ministro de Defensa, una visita a las tropas españolas en Afganistán. Les ha felicitado la Navidad y usando su poderoso verbo, ha lanzado la arenga lógica y necesaria para unos compatriotas que en un país muy lejano defienden con honor la bandera de España. Eisenhower sentiría envidia de nuestro gran califa Rubalcaba, que ha actuado como el gran líder de masas, como el caudillo que se cree que es (él mismo y su adormecido jefe se encargan de colgar los galones correspondientes). Se pueden pensar dos cosas al respecto: o Zapatero prefiere esconderse hasta que se sofoque el incendio y envía a quemarse por ahí a su prolongación en el gobierno, o es cierto que la abdicación del Presidente ya ha comenzado a gestarse. De ser así, de ser el comienzo del adiós del hombre del talante, el delfín elegido para la sucesión se va a encontrar con que una gran parte de los suyos no le quiere, y con que muchos de los restantes básicamente no le podemos ni ver.

Aparte de esto, de dinastías hereditarias espurias, he de agradecerle al príncipe Alfredo que por fin, tras nueve años, alguien haya explicado con tanta claridad qué pintan las tropas españolas en Afganistán. Resulta, mire usted por dónde, que estamos allí defendiendo la libertad de España, nuestra seguridad… Qué venga Dios y lo vea. Allá, donde los narcodólares han gobernado, gobiernan y gobernarán por los siglos de los siglos, tenemos a nuestros soldados jugándose la vida para que una población que odia al demonio occidental dedique su tiempo a tramar su eliminación. Obama es mucho Obama, y en esto de proteger libertad y seguridad españolas, parece que EE UU tiene la palabra. Yo no sé ustedes, pero yo empiezo a estar muy harto de que Rubalcaba no diga una verdad ni de casualidad. Y dado que es, por lo visto últimamente, el que corta el bacalao, un poco de sinceridad no vendría mal. Y un poco de sentido común. Y un poco de cordura. Y un poco de responsabilidad. Y un poco de dignidad. Y un poco de…

No es más que un cuento, la historia de José

Después de mal dormir una noche más, José se levantó de la cama ya cansado. Había estado viendo pasar las horas del reloj hasta que, por fin, consiguió conciliar el sueño a eso de las cuatro de la mañana. Ahora ya eran las siete pasadas y había que comenzar un nuevo día. Se aseó con rapidez y tras beber quemándose los labios un vaso de leche, volvió a la alcoba y despertó a María. Ésta, ensoñada aún, le preguntó a su marido; “¿Qué hora es ya? ¿Ya hay que levantarse?” José le dijo que sí, que lo sentía mucho, pero que si no lo hacía llegaría tarde a la empresa de limpieza donde trabajaba ella desde que él perdió el negocio. María, hermosísima recién arrancada de su descanso, sonrió a José, le miró a los ojos y le dijo; “Hoy tendrás suerte, ya verás como encuentras algo. No te preocupes. Verás como todo se arregla…”

José, entristecido, que no triste, devolvió la sonrisa a su mujer. Le resultaba imposible no derretirse cuando ella le miraba. Desde siempre había ocurrido así. Desde pequeños, en aquel pueblo donde se conocieron y donde se enamoraron siendo niños. Su suegro, Joaquín, no le quería para su hija; decía que era como juntar un cardo con una rosa bellísima. Menos mal que Ana, la madre de María, accedió desde el principio a su inocente amor con aquel aprendiz de carpintería; le caía simpático el muchacho. Siempre pensó, y no se equivocaba, que tenía un corazón de oro y que era muy trabajador. Una gran verdad, como un templo de grande.

Otra cosa son los libros. José no había sido nunca un buen estudiante. El maestro sufría viendo cómo se esforzaba en memorizar y calcular. Sin embargo, tenía unas manos prodigiosas para la ebanistería, poseía ese algo tan maravilloso capaz de transformar en arte un taco de madera. Por eso, nada más terminar el ciclo obligatorio, el chiquillo entró a trabajar con Roque, maestro carpintero y escultor aficionado. Éste enseñó a un joven José todo lo relativo a la fabricación de muebles, mientras que al adolescente mostraba a su viejo profesor ebanista cómo dar vida a pedazos de madera que estaban muertos.
La relación entre ellos fue buena, excelentemente buena, hasta el punto de que Roque, soltero de profesión, meditó e incluso preparó la documentación para que él y José se asociaran y, juntos, transformaran y modernizaran el negocio. En esas estaban cuando José y María decidieron casarse, unirse para siempre, si no estaban ya bastante unidos. La boda fue muy sencilla, pues de pocos posibles eran ambos. No obstante, según dicen en la comarca, jamás ninguna mujer había lucido su inmaculada blancura con tanta belleza. Casa propia no tenían, pero poco les importaba; el bueno de Roque les dejó la planta superior de la carpintería para que allí vivieran el tiempo que considerasen necesario. José, mago con sus manos como era, restauró toda la vivienda y, en tan sólo dos meses convirtió un almacén de listones y tableros en un confortable y precioso lugar donde compartir su amor.
María cubría de luz toda la morada y él creyó morir de felicidad. Y toda esa alegría se condensó en la mejor noticia que podría ocurrir. Su mujer estaba embarazada, esperaba un hijo fruto de su noble pasión. Pero la vida deparaba a José un nuevo contratiempo; su jefe y amigo, su maestro y compañero Roque falleció. De la noche a la mañana, todo lo que eran luces se tornaron sombras. Los herederos del anciano vieron buen pastel donde obtener tajada, y despacharon el negocio y también a José y a María. De repente, estaban en la calle. Sin nada. La voluntad de Roque no se respetó y el joven matrimonio tuvo que abandonar la entreplanta de la carpintería llevándose con ellos sus ropas y los contados objetos de valor que poseían. José se desesperó; María, en avanzado estado, le calmó consolándole y animándole a partir, a marcharse de ese pueblo donde las circunstancias le habían maltratado. Además, la envidia que sentían algunas vecinas ante la belleza y serenidad de María se había tornado en guerra contra ella; una denuncia en los servicios sociales del ayuntamiento, y el niño que esperaban les habría sido arrebatado nada más nacer.
Ante esto, José y María aprovecharon una noche y abandonaron el lugar...

domingo, 19 de diciembre de 2010

Adoro la Navidad

¿Y cómo no voy a adorarla? Son unas fechas maravillosas, en las que todo el mundo te sonríe, también los que no pueden ni verte, y en las que tú ofreces los mejores deseos incluso para aquellos a los que no te importaría ver colgando de una farola. Son unos días en los que nos engañamos a nosotros mismos y a los que nos conocen, y mostramos una cara llena de amor, alegría y ternura, aunque tropecemos con un bordillo del carril-bici y nos dejemos los piños en el asfalto. Son unos momentos del año en los que te gastas lo que tienes y lo que no tienes en proporcionar sonrisas y recoger besos de los que quieres y de los que te quieren ( o eso piensas tú).
Te juntas en tu casa con los tuyos y con alguno más que hace la intemerata que no ves o que no has visto en tu puñetera vida, pero que te presentan como la hermana del tío del primo de la nieta de Merceditas, la prima segunda de mi madre, ¿es que no te acuerdas de Merceditas? Aquella que se casó con el sobrino de Sofía, la que hacía los encajes esos tan bonitos. No puede ser que no les recuerdes, si estuvieron en la boda de tu hermano…Y tú acabas asintiendo, como si todos los días almorzaras con ellos. El caso es que dos más a cenar, que el marido está vivo. ¡Ah! Que no son dos, que son cuatro, que vienen con la hija y el novio, que digo yo si es que éste tío de los pendientes no tiene casa donde poner la gorra, que hay que ver qué rapidez con los langostinos. Pero no te importa, como es Navidad, todo vale...
Fuera de bromas. Me encanta la Navidad con todo lo que conlleva, con los recuerdos alegres y las tristezas por los que faltan, con sus borracheras tontas y sus indigestiones varias, con sus regalos y los nervios y las emociones de los niños esperando su Papá Noel, con las sonrisas forzadas y los hipócritas apretones de manos y no menos falsos besos en las mejillas y palmaditas en la espalda, con los maravillosos encuentros casuales con tus mejores fantasmas del pasado, con las cuatro cañas con los amigos, con la maldita lotería que nunca toca y, sobre todo, con la felicidad, y ésta sí que es real, de los niños, con el brillo de sus ojos y sus increíbles risas. Ellos son, sin lugar a dudas, lo mejor de la Navidad. Ellos son la Navidad.

viernes, 17 de diciembre de 2010

El nuevo recorte que viene

El Gobierno a principios de 2011 tendrá que hacer frente a un desembolso enorme para cumplir con los compromisos adquiridos. Y se encontrará con la saca vacía, pues lo que se recauda por un lado se escapa enseguida por otro. La lamentable ineptitud y la incapacidad manifiesta de los rectores económicos nos conducirán inexorablemente a una nueva situación límite en la que surgirá la necesidad imperiosa de liquidez. Las privatizaciones previstas no llegarán a tiempo y, de hacerlo, además de significar una negativa descapitalización de bienes públicos, la desamortización aérea no será suficiente. Es entonces cuando este ejecutivo, sin duda el peor de la historia de España, sacará otra vez la chistera y, con un pase mágico de una varita en forma de decreto, se inventará un nuevo y traidor recorte en el sueldo de los funcionarios. De la noche a la mañana, como en Grecia. Es el camino más fácil, una recaudación segura y rápida con la que afrentar las consecuencias de su inutilidad.

Ya se está preparando el camino al Rubalcazo que se abate sin remedio sobre los emolumentos de los empleados públicos. En junio se argumentó la medida tomada en base a que el funcionario es el único que tiene estabilidad laboral. Ahora la excusa viene cocinada gracias a estadísticas comparativas entre los ingresos de los trabajadores en los sectores público y privado. El dato ariete en el ataque será aquél que ha reseñado que un 43 % de los empleados públicos cobra más de 2.500 euros, frente a un 11 % en el sector privado. Dato manipulado, como todo lo que proviene del aparato propagandístico del ejecutivo socialista. Porque incluir como funcionario al asesor y al cargo de libre designación que multiplica por mucho los ingresos citados es tergiversar y manipular la verdad. El cáncer más importante de las administraciones es el elevado e injustificado número de edecanes y palanganeros que rodean a los cargos electos; destruyen los presupuestos y arruinan las administraciones. No es comprensible y mucho menos tolerable que se ataque al que accedió a su trabajo mediante una oposición, mientras se incrementa irresponsablemente el gasto en estos personajes de dudosa o nula utilidad pública.

El funcionario tiene que preocuparse, y mucho, por la nueva agresión que va a sufrir. El Gobierno ya ha empezado con el plan de satanización del empleado público, de tal forma que la sociedad apoye cualquier recorte que se aplique en su contra. Y el pringado, otra vez denostado y solo, tendrá que tragarse esa rueda de molino porque, al igual que el resto del país, tiene que sobrevivir. Son y serán lentejas tóxicas que se tomarán porque no quedará otro remedio. O esto o dejárselas en el plato y lanzarle la olla al torpe que no sabe o no quiere saber cómo sacar a España de la ruina. Va a ser un invierno gélido en lo climatológico y en lo económico, pero muy caliente en lo social.

Iguales ante la Ley

Reza el artículo 14 de la Constitución: "Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social".

La comisión parlamentaria del Pacto de Toledo acordó recomendar al Gobierno la ampliación del número de años necesarios para cobrar el 100 % de la pensión. Recomendación que no va afectar a diputados y senadores, que seguirán siendo los privilegiados del sistema.

Es decir, los trabajadores normales, a los que se refiere el 14 de la Carta Magna, para acceder a un “sabroso” 50 % de pensión tendrán que haber cotizado 20 años, mientras sus señorías, seres superiores, no verán modificadas sus prebendas; con 7 añitos de parlamentario ya se colocan en el 80 %, hasta los 10 se plantan en un 90 % y al superar los 11, ya tienen el 100 %. Para que el españolito de a pie alcance el total debe haber estado 35 años colaborando con el sistema y tener cumplidos los 65, o los 67 si el Gobierno continúa erre que erre con su intención de alargar la edad de jubilación. Cierto es que los del 14 podemos jubilarnos pasados ya los 61, con las penalizaciones correspondientes, mientras que sus señorías pueden ya a los 60 con 40 cotizados.

Es decir, 614 españoles, entre diputados y senadores, elegidos en las urnas por el pueblo soberano se transforman gracias a nuestra voluntad en aventajados ciudadanos que labran su fortuna legislando para su beneficio, mientras que el resto de incautos mortales que hemos confiado en ellos observamos impotentes su bonanza y nuestra desesperanza.

Repito el inicio de la tribuna. "Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social". Hermoso si fuera verdad, pero una burla cuando no se cumple. Y ahora no lo hace: no se trata de un tema legal, enterrado por leyes elaboradas por los interesados para blindar la injusticia. Es un problema social, una razón moral. Ya es hora de que en España seamos o todos moros o todos cristianos, sin califas ni señores feudales.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Creo que no creo

Dice José Blanco que cree que no se puede creer la carta de los controladores. Yo también pienso que no se puede pensar que los mismos se queden quietos mientras la justicia les mete mano, de igual forma que digo que no se puede decir que vayamos a disfrutar de unas navidades tranquilas en esto del volar. Ahora bien, considero que no se puede considerar como lógica y acertada la decisión de prorrogar el estado de alarma, y concibo que no se puede concebir que el Gobierno de un estado democrático sea tan torpe y tan poco previsor como el español, al igual que afirmo que no se puede afirmar que con la vigilancia extrema hacia el colectivo chantajista quede solucionado el problema, pues el resto del personal de los aeropuertos comunica que no se puede comunicar la privatización sin esperar las consiguientes movilizaciones.

La ejecutivo español muestra que no puede mostrar otro argumento con el que combatir contra el enemigo de moda y, en consecuencia, hace como que no puede hacer otra cosa salvo militarizar el espacio aéreo per sécula seculorum. Entiendo que no puedo entender cómo se ha llegado a ésta situación y puesto que sé que no puedo saber cuál es el fondo de todo, proclamo que no se puede proclamar la culpabilidad o inocencia de nadie sin el pleno conocimiento de los hechos.

En este lío en el que Blanco cree que no se puede creer a los controladores y los controladores creen que a quién no se puede creer es a Blanco, lo único claro es que ni yo ni nadie se cree ni se puede creer ni al ministro ni a los reventadores del sistema. Ateos totales, vamos.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Acostumbrarse al saqueo.

Huyendo un poco del tema chantaje controladores- prórroga de Estado de alarma-constitucionalidad del asunto-posición de los partidos-etc. me he tropezado con las declaraciones de Félix Millet, el saqueador del Palau. Iba conduciendo tranquilo y, al escuchar el relato de las mismas en una emisora de radio, casi me mato con el coche. Alucinante el bandolero. Reconoce que se lo ha llevado, que se ha reparado sus casas y costeado viajes a cargo del dinero ajeno, y que había montado los bodorrios de sus hijas sin que le costasen un euro. Es más, el caradura le cobró al consuegro la parte proporcional sin cortarse un pelo, el fenómeno. Y después lo remata diciendo que no lo sabía. Para encerrarle y perder la llave en un retrete.
Lo más increíble de todo es que no me han sorprendido en absoluto ni el hecho en sí del delito, ni la falta de vergüenza del personaje ni la desfachatez con que se desenvuelve el mismo. He llorado tanto al reírme que he llegado a perder la vista del asfalto. Me ha hecho gracia el miserable, y eso es lo que preocupa. Es tal la corrupción del sistema que ya veo como normal que roben lo que puedan desde el momento en el que les ubican junto a una caja hasta que les descubren expoliándola o acaba su mandato. Y no debería de ser así, porque al aceptar esta prostitución en los principios democráticos y considerar asumible la manipulación en las instituciones me convierto en cómplice involuntario de los ladrones que han provocado, junto a especuladores y un Gobierno inepto, la ruina del país. Pero lo que ocurre es que el tal Millet es un personaje que de patético delincuente pasa a cómico chorizo en un suspiro. Y cada vez que recuerdo lo que ha declarado, no puedo evitarlo. Me río. Eso sí. No quita que, acto seguido, después de las risas, me asalte un cabreo de mil pares.
Antes de que nos acostumbremos aún más a esto, sino lo estamos ya en demasía, quizás deberíamos acelerar en la búsqueda de un imprescindible cambio en sistema, estructuras e instituciones. Lo que no sé es cómo. Si alguien conoce el camino, que arranque a andar, que yo le seguiré. Mientras tanto, continuaré indagando por mi cuenta.

martes, 14 de diciembre de 2010

Hablando con un jubilado

Les cuento una historia. Tengo un buen amigo, septuagenario el hombre, que anda muy preocupado por el futuro inmediato. Su único delito ha sido trabajar como un burro toda su vida como autónomo y ahora pasa con lo justo. Le he dicho a Paco, que así se llama el caballero, que lo que tiene que hacer es gozar las fiestas a tope, no privarse de los manjares que con su miserable pensión se pueda permitir. Hay que comerse hasta las piedras y beberse el Nilo, que lo que va delante, va delante. Él me ha contestado que de excesos, nada de nada, que si el colesterol, la tensión, la próstata y los huesos. Que si se pasa mucho, acabaría en el hoyo. Que si lo que yo quería era librarme de su amistad. Nos hemos mirado, se ha reído con ganas y se ha desahogado, no sin antes acordarse de la madre de más de uno.
“El año se acaba y 2011 va a ser distinto, muy distinto. Pero no por mejorar, no. Más bien por lo que se me viene encima. Cobrar lo mismo o, si me apuras, menos, para enfrentarme a una supervivencia cada día más cara en lo primario. Que no hablo de lujos, Tomás. Que hablo de lo fundamental.
De entrada, la luz me va a pegar un pepinazo en los riñones; con la excusa de ayudar al carbón hay que sacar la pasta de otra fuente energética. Será por aquello de que la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma…en incrementos en los costes para el consumidor. Como el recibo del butano, que subirá, subirá, que tenemos un follón montado con Argelia del que no se habla, pero que está ahí, al acecho. Y con la luz y el gas, todo lo demás. Carburantes y transportes colaborarán a encarecer el precio de los productos básicos, de tal forma que alimentarse, que no comer, será una quimera. ¿Y entonces, qué? Tendré que ponerme a régimen por decreto, que el puñetero Gobierno se ha empeñado en cuidar por mi salud. ¿Verduritas? Planto una tomatera en el balcón y con eso, y las hojas de los geranios, salen unas ensaladas cantidad de nutritivas y saludables. El pescado, congelado, que es más barato y encima no tiene el parásito ése que te deja baldado. Carne, de ave: la escopeta de balines y a matar palomas. Y fruta, sin problemas. Un viaje nocturno a la huerta y tres bolsas llenas. Eso o ponerme en la cola de los contenedores, que siempre cae algo.
Mira lo que te digo, de seguir así, ellos condecorándose con medallas y garantizándose un retiro millonario, y nosotros cada día que pasa más miserables y más pobres, el sistema tiene que reventar. Pero no porque los jóvenes se movilicen o porque vosotros, esclavos de la hipoteca y el consumo , le echéis valor al asunto. Ni tampoco porque los viejos nos tiremos a la calle a pelear por lo que los demás no os atrevéis. Por nada de esto. Se destruirá, se romperá porque llegará el día en que no quede ya para nadie, ni tan siquiera para ellos. La teta se secará, no dará más leche.”
A todo esto yo le he contestado que por eso quiero que disfrute lo que pueda, que para ver lo que nos espera, pues casi que mejor irse al otro barrio. Nos hemos mirado de nuevo y, ahora, por no llorar, nos hemos partido de risa.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Mourinho y Pajín

El problema de Mourinho no es otro que la mala interpretación que la ladina prensa hace de sus palabras. El sábado se despachó con una fábula maravillosa sobre perros y gatos, digna de Samaniego. Claro, en este país somos muy tontos y, o no entendemos porque no llegamos a más, o no queremos entender, pues lo que buscamos con ansia es sacar noticias de donde no las hay y, ya que estamos, demonizar al sujeto manifestante. El entrenador del Real Madrid, hábil a la par que siniestro en el uso del lenguaje, es un fértil manantial cada vez que abre la boca y se adorna de tal manera, que lo que dice es rico en interpretaciones. En consecuencia, es labor del periodista analizar lo expresado, digerirlo e intentar traducirlo, sabedor de que nunca acertará. Forma parte del circo del fútbol, y hay que reconocerle al enigmático orador que su doble intención divierte y da mucho juego. Pero, hallándose en España, quizás debería aprender a comunicar con mayor claridad su doctrina y explicar con nitidez las decisiones que crea oportuno compartir. Vamos, igual que hacen el resto de personajes públicos españoles.

Y sino, que aprenda, por poner un ejemplo, de la Ministra de Sanidad, Leire Pajín, que, mostrando su exquisita educación y la justicia de su proceder, ante el requerimiento de una senadora del PP sobre la contratación de una buena amiga suya como Directora del Plan Nacional sobre Drogas, contestó con un contundente “ Sólo faltaría que la ministra no pueda nombrar a quien le salga de los cojones”. Desde luego, claridad y nitidez no le falta a Leire. Ni desfachatez ni descaro ni chulería. Lo que si que no asoma por ningún lado es la vergüenza, la seriedad, la responsabilidad, el saber estar y el saber comportarse. Me gustaría decirle a Leire que las gónadas masculinas no tienen nada que ver con el hecho de colocar a una auxiliar administrativa en un cargo al que deben acceder personas con mayor formación académica (bueno, ella es ministra sin terminar sociología, pero se ve que para su ocupación no hacen falta conocimientos). Si así se lo dijese, igual me tacharía de machista, por utilizar términos sexistas en referencia a la capacidad y a la valentía (vamos, lo que ha hecho ella). Así que, se lo comunicaré de otra forma. Verá usted. En España, terminando 2010, con más de medio país en la ruina, con un gobierno desorientado e inepto, con unas perspectivas económicas negras como el carbón, con la tasa de paro más alta de Europa y con la esperanza arrastrándose miserablemente por el suelo de la incertidumbre y el abatimiento, sin confianza ni fe en un futuro mejor, hacer las cosas desde el soberano Gobierno del Estado “por cojones” y encima reconocerlo es, como mínimo, una absoluta falta de respeto, un insulto soez y vulgar dirigido con prepotencia a todos, absolutamente todos los que sufrimos la inutilidad y los caprichosos despropósitos del ejecutivo al que usted, para la desgracia general, pertenece. Estimada Leire Pajín. Déjenos en paz ya de una vez y márchese a su feudo, que con lo que ya ha ganado y con lo que le queda para los restos hay para hacer y deshacer lo que le apetezca, pero en su casa, no en la de los españoles.

No quiero alargarme más. Se me descompone el estómago. Prefiero reírme con Mourinho, por muy mal que pueda caer el personaje, antes que continuar llorando por culpa de Leire Pajín, a la que no soporto. Manías personales, ¿verdad?

domingo, 12 de diciembre de 2010

Van Rompuy, el toro y la aventura de volar

Con esto de si prolongo o no prolongo el Estado de Alarma, que no me fío de los controladores ni un pelo, y encima detrás tengo a los del SEPLA que vale, que han dicho que no, que van a dejarse de huelgas en Navidad, lo de volar durante las fiestas se va a convertir en una odisea misteriosa, que ríete tú del Pekín Express por lo azaroso, o de asistir a un concierto de los Rolling Stones por lo incierto de su celebración. En España, volar, como vivir, es y será sólo para osados y valientes.
Al hilo de esto, y ya que pasaba por aquí, Van Rompuy ha felicitado a Zapatero por sus últimas decisiones utilizando la española expresión de “Has cogido el toro por los cuernos”. Lo cierto es que al buen hombre no se le entiende muy bien, y la frase hay que traducirla, pues admite interpretaciones. Teniendo presente que pretendía decir cuernos, no tengo yo muy claro si hablaba del presidente como si de José Tomás se tratase, o es que veía en Zapatero y su ejecutivo ejecutor al Bombero Torero y su troupe de cómicos. Personajes éstos que entre revolcones y embestidas provocaban mil y un situaciones trágico-cómicas que en la mayoría de las ocasiones infundían más estupor que risa.
Pero ocurre que el deje flamenco del presidente del Consejo Europeo invita a mentes enfermas como la mía a comprender una y otra vez, y mira que lo he escuchado, huevos en lugar de cuernos. Me oriento por esto último, es realmente como que más acertado. Zapatero ha cogido el toro por detrás, por los mismos, y se ha agarrado a ellos. Éste parece que por ahora no se ha enterado, pues el apretón no ha sido muy fuerte, pero cuando se percate de que lleva colgando de sus partes al del talante, lo más probable es que se revuelva, le atice dos cornadas de varias trayectorias y le mande al quirófano, lugar desde que casi con total probabilidad no consiga salir entero. Pocos quites le pueden dar ya los miembros y miembras de su cuadrilla, porque entre el que tiene el capote lleno de agujeros hasta los que no saben dónde lo han puesto, parecen una comitiva fúnebre en vez de un equipo de gobierno.
Lo dicho. Por los cuernos, no. No es tan audaz. Por detrás, siempre por detrás y tarde.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Queridos Reyes Magos

Queridos Reyes Magos:
Ya sé que con cuarenta y tres años soy algo mayor ya para andar escribiendo cartas de éstas. Pero, verán sus majestades. Habiendo perdido ya casi toda la fe en lo que mueve el mundo en el que navego en patera, mientras otros van en motoras a toda leche, he optado por recobrar fantasías enterradas en el tiempo. Lo de que los niños vienen de París, no hay forma de que me entre; la poca o mucha práctica ha apagado cualquier rescoldo que pudiera encender de nuevo la ilusión. Aun así, sería más fácil confiar en ello que en el sistema, pero me cuesta, me cuesta. Lo de Papá Noel me cogió ya con añitos; en mi infancia solo estaban los tres del camello y punto. El regordete bonachón de rojo vino con la apertura política, lo trajo la democracia. Digo yo que deberían haberlo regulado también en la Constitución, porque es una puñetera ruina cuando hay niños de por medio. Lo de quedarse embarazada en una piscina, la risa que me produce es suficiente para impedir que me acerque a la memez. Y el resto de cosas que nos contaban también se tornan en quimeras imposibles (si estudias mucho llegarás lejos, todos somos iguales, qué bien juegas al fútbol, etc.)
En consecuencia, dado que como ser humano necesito creer en algo, mantener una ficción, y visto el panorama por el que se mueve la política y la economía patria, los últimos que me quedan por ahí sois vosotros. Os recuerdo generosos, derrochadores, espléndidos abasteciendo mis deseos (menos los pijamas y los calcetines, que eso se me ha quedado grabado). Aunque también me asalta la imagen de una cabalgata en la que a un Baltasar con sobrepeso le caían chorretones negros por la cara. Un exceso de melanina, me dijeron.
Entonces, he pensado que qué mejor destino para mis demandas que vuestras ilustrísimas personas. Pido poco y he sido muy bueno este año, así que imagino que no tendréis problemas en satisfacerme. Ahí voy con la lista. Primero, curro para los míos y, ya que estáis, os estiráis una miaja y se lo traéis a todo el mundo. Segundo, salud para todo bicho viviente. Con el primer y segundo deseo, el dinero y la alegría vienen solos. El tercero, amor, mucho amor con el que compartir tanta dicha. Tres cosas pido, nada más. Y espero que os enrolléis y me las consigáis. Porque de no ser así, me tocará recurrir al genio de la lámpara, y con sinceridad no creo que Rubalcaba esté por la labor.
Y si veis que la cosa es muy complicada, con una convocatoria de elecciones anticipada, casi que me apaño. Lo demás caería como el maná surgiría espontáneo en rededor de los españoles. Como podréis observar, no es mucho lo que pido: cordura y lógica para salir del lío.
Postdata: Lo que no tengo claro es la dirección a la que remitir la carta. Me han dicho que en Moncloa han habilitado un servicio especial en previsión por avalanchas de misivas suplicatorias. Por si acaso, hago copias y las envío también a Zarzuela, Ferraz, Génova, La Casa Blanca, la sede de la ONU y los dieciséis palacios del sultán Mohamed VI. En algún sitio daré con vosotros, ¿no?

Carrillo, Paracuellos y Gijón

Hay que ser respetuoso con la ancianidad y en ocasiones premiar y agasajar a aquéllos que la alcanzan, siempre y cuando en éstos se reflejen los andares y procederes de una vida llena de trabajo y de principios, de compañerismo y solidaridad, de entrega y amor hacia los demás, de lucha desinteresada y de un comportamiento social superior a lo correcto, rayano en la exquisitez. Es entonces el momento en el que el veterano, curtido en las mil batallas que plantea el transcurrir de los años, debe, en lógica y honor, recibir de la sociedad el reconocimiento merecido. Para eso está el título de Hijo Predilecto, aparte de otros de semejante enjundia. Galardones que el sentido común de las autoridades otorga a los que consideran dignos por su loable trayectoria.

Aquí es donde yo dejo de entender las cosas. Santiago Carrillo es, para Gijón, candidato ideal para el laurel. Sin dejar de reconocer el carácter luchador del homenajeado, y el indudable valor de su aportación al desarrollo de la democracia que hoy en día disfrutamos todos, el pasado de Don Santiago ofrece las suficientes manchas como para, como menos, discutir la idoneidad del premio. Siempre negada por él, a pesar de los documentos existentes, y por todos los que intentaron e intentan ocultar ciertos comportamientos supuestamente delictivos, su participación en el exterminio de la “Quinta columna” en Paracuellos está más que probada. Conviene recordar, memoria histórica que se llama, que los quintacolumnistas eran los presos políticos, hombres, mujeres y jóvenes, algunos niños, que se encontraban en las cárceles de Madrid. Todos eliminados y enterrados en fosas comunes.

Dirá Don Santiago que esto no son más que falacias proveniente de la derechona reaccionaria, obsesionada con desprestigiarle a toda costa. Pero él mismo se delata: a su entender ahora los quintacolumnistas son los del PP, que andan detrás, según él, de la presión de los mercados sobre España y de la debacle económica del Estado. Así lo ha dicho en El País con fecha 9 de diciembre de 2010. Menos mal que ahora le coge muy mayor para acabar con ellos. Menos mal.

Con los luctuosos acontecimientos de noviembre de 1.936 sobra y basta para que Don Santiago Carrillo deje reposar su veteranía allá donde desee, y que su conciencia ordene sus sentimientos: al fin y al cabo de una guerra se trataba. Pero de ahí a darle títulos y honores hay un salto infinito, es un insulto a la razón. La muerte no es compensable, la sangre no prescribe, y el dolor causado tampoco. El Ayuntamiento de Gijón se equivoca soberanamente. El 20 de diciembre, Stalin mediante, Santiago Carrillo será nombrado Hijo Predilecto de la localidad. Qué pena.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Wikileaks y zapatero: Bienvenido Mr Marshall

Como presidente vuestro que soy, os debo una explicación. Y esa explicación que os debo, os la voy a dar. Porque como presidente vuestro que soy, os debo una explicación. Y esa explicación os la voy a dar... Y así media hora, una o lo que haga falta. Siempre asesorado por Rubalcaba, que es como Manolo Morán con cien kilos menos. José Luis Rodríguez Zapatero, ejerciendo de Pepe Isbert (grande, grande y mil veces grande, el actorazo) congregaría a la masa a su balcón y con su habitual facilidad de palabra expondría los motivos por los cuales permitiría a los americanos del norte que montasen en Rota un pentágono, un hexágono o un dodecágono, lo que les apeteciera, faltaría más. Que para eso aquél que un buen día sufrió una repentina lumbalgia que le impidió levantarse al paso de la bandera de los USA, es ahora amigo, camarada, hermano, más que hermano de Barack Obama. Hay que agradar al presidente yanqui, pelotear rastreramente si se tercia, estrechar relaciones: cosa fácil dadas las afinidades de todo tipo existentes entre ambos dirigentes, tal y como expuso sabiamente en su día Leire Pajín. "Todas las puertas están abiertas para usted", “...el embajador de EE UU en España y el representante personal del presidente Obama no es otro embajador más sino alguien especial", no son más que declaraciones de amor fraternal, de inquebrantable amistad interplanetaria.
Los objetivos son loables; desde la súper base se lucharía contra el terrorismo, la piratería y el crimen organizado, y, ya de paso, se colaboraría con los ejércitos africanos. Con los de los países amigos, claro. Bueno es saber que cada año, los aviones militares estadounidenses efectúan 4.000 vuelos en España y que hasta 250 navíos atracan en los muelles de Rota. Así que, a pesar de irnos de Irak, y continuando encastrados en Afganistán (sigo sin saber qué pintamos allí, semper fidelis a los EE UU en su lucha contra lo que sea), les pondríamos casa, cama y cuartel, como buenos aliados.
Los Estados Unidos son los socios más naturales y lógicos con los que debe contar España. Eso es más que evidente. Lo que me choca, sin sorprenderme, es lo rápido que algunos cambian de opinión en este país. Dicen los papeles del Wikileaks que nuestro presidente se muestra entusiasmado, como el colega de Vicky el vikingo, con la idea de que Mr Marshall retorne a España. Muy socialista todo. Muy socialista.

martes, 7 de diciembre de 2010

Los dirigentes chinos y sus colegas

China y otros dieciocho países declinan asistir a la ceremonia de entrega del Nobel de la Paz. El resto de Estados, compañías de payasos todos según manifiestan desde el Gobierno de Pekín, piensan que el hecho de que le otorguen el galardón a un disidente encarcelado por luchar por la libertad está en la razón y en la justicia del premio. Claro que, tratándose de un criminal separatista, lo normal es que los obscenos y arrogantes integrantes del circo de la democracia estén de acuerdo con la decisión del jurado del Nobel, y no con la postura de los insignes ejemplos de los principios democráticos que han rechazado la invitación. Grandes exponentes de respeto a los derechos fundamentales, como Marruecos y su dictadura feudal, Irán, Vietnam, Sudán, Pakistán, Cuba, Kazajistán, Arabia Saudí o la Venezuela del showman Chávez. Liu Xiaobo, de 54 años, puede sentirse orgulloso de que ninguno de los representantes de los citados con anterioridad acudan a un homenaje a su persona (entre nosotros, lo cierto es que no pintan nada cuando de Paz y Libertad se habla). Además, "por diferentes razones" (poderoso caballero Don Dinero) a China y compañía también se unen Rusia, Colombia, Túnez, Serbia, Filipinas, Irak, Afganistán y Ucrania.
Visto como están las cosas en esto de la economía no sería de extrañar que con los pro-chinos se solidarizaran de aquí al viernes unos cuantos más a tenor de las amenazas veladas y no tan veladas de las autoridades de Pekín hacia los osados que osen apoyar al disidente. De momento, alrededor de cincuenta embajadas han confirmado su participación, aunque no se descartan bajas de última hora, por estrés o gripe, quién sabe.
Lo que sí que no está claro es quién recogerá el susodicho premio, ya que ya se han encargado las autoridades chinas de que no exista bicho viviente relacionado con la persona del premiado que pueda acercarse al evento. Ni los ruiseñores pueden abandonar el país; a nadie con cierta relevancia en nombre y apellidos le está permitido salir de su casa ni siquiera a por pan, no sea que pongan en peligro la seguridad del estado.
A mí, por lo que me concierne, me gusta pertenecer a los Tonetti, al igual que Mario Vargas Llosa, cuando afirma que China es aún una dictadura, o que el ex presidente checo Havel y Desmond Tutu que volvieron a pedir el domingo pasado su liberación en un artículo que rezaba tal que así: "El apoyo de China a regímenes abusivos y la fuerza brutal con que aplasta la disidencia dentro de sus propias fronteras demuestra que hace falta una reforma sustancial si China quiere ser vista como un verdadero líder entre la comunidad internacional".
Lo dicho, antes una peluca de colores y una nariz roja, que participar de la violencia, la agresión, la constante violación de derechos y libertades y demás prácticas totalitarias que realizan los dirigentes chinos y sus colegas de sangre y represión, como Mohamed VI, los Castro, Ahmadineyad, Nguyen Minh Trie, Omar Hassan al Bashir, o Nursultan Nazarbayev, representantes todos de lo que jamás debe llegar a convertirse un ser humano.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Un día constitucional

Para mí es un día muy importante. Bueno, para mí y para muchos. El 6 de diciembre es especial, los españoles eligieron una madre para todo lo que ha venido después. España decidió huir de un sistema coercitivo y embarcarse en una etapa de respeto a un tronco legal del que vástagos, más o menos imperfectos, han permitido que hoy se pueda expresar con libertad lo que uno siente o piensa. A mí me cogió con once años, jugando con los airgam boy y más pendiente de terminar una colección de cromos de fútbol imposible que de considerar el cambio radical que se iba a producir. Estaba yo para eso, para darme cuenta de que después de que los españoles con edad para ello aprobaran la Carta Magna, el mundo se abriría para los que empezábamos a bebernos la vida. Y doy fe de que nos lo comimos entero, que nos emborrachamos convenientemente con todo lo que nos otorgó la suerte de ser jóvenes cuando nada estaba descubierto, y que exprimimos los empujones de libertad que nos ofreció la maravillosa década de los ochenta hasta dejarla seca.
Ahora, aquéllos que somos cuarentones nos hemos convertido en actores principales y espectadores privilegiados del descalabro del sistema con el que aprendimos a vivir. Hemos colaborado a que nuestra Constitución, coja y llena de agujeros, se mantenga como base fundamental sobre la que regir nuestras vidas. Pero, al paso que vamos, seremos los que tendremos que destruirla para regenerar una estructura que sólo nos trae pobreza y miseria.
En el siglo del Laberinto español, aquél en el que los españoles se debatían entre luchas carlistas, golpes de estado, asonadas populares y constituciones varias, y alternaban gobiernos progresistas con moderados, siempre al servicio de una monarquía mediocre y en depresión, la estabilidad social, política y económica era una quimera imposible, en manos de políticos manipulados y manipuladores. Hoy en día, con una monarquía respetada por la amplia mayoría, la actual clase política en el gobierno, sostenida por los grandes intereses económicos, se ha convertido también en el elemento exterminador de la Ley, en el enemigo de la libertad, en el principal obstáculo para el progreso.
Yo creo en la Constitución como instrumento fundamental con el que lograr el equilibrio social y la estabilidad económica. En lo que no confío es en los que más cerca están de ella, recelo de los que tienen el poder otorgado de extraerle el jugo necesario, porque no me parecen ni capaces ni leales a la causa. A pesar de ellos, el día seis de diciembre sigue siendo un día importante. Diría más; tenemos lo que tenemos, bueno o malo, y somos lo que somos merced a la decisión que se tomó en el 78. Bendita Constitución, que necesita unos parches que la revitalicen y le devuelvan energía y vigor.

sábado, 4 de diciembre de 2010

¿Y quién paga esto ahora?

A ver si lo cuento bien. Currante de mediana edad, con un miserable sueldo de risa que apenas cubre hipoteca, recibos y comida y dos hijos pequeños que le comen por los pies. Se sobrevive de milagro en la casa, penando más que disfrutando, y este año, con el rollo de que el mayor hizo la comunión, en un momento de irresponsable euforia promete, sin poder, que toda la familia, los cuatro, se van a Eurodisney. El despiporre. Los niños locos de ilusión, y los padres a sumar y restar para ver de dónde sale la aventura. Ahorrar no se puede, siempre surge un quítame por algún sitio. Así que, a morir al banco, a ampliar el crédito o a rascar prestado. Se busca la oferta más económica, la más asequible, viaja hoy y paga en seis meses, un tres por cuatro, los niños gratis el avión, desayuno sólo y ya comeremos lo que sea. A muerte.
Ya es la fecha. Un puente glorioso, las maletas preparadas y al aeropuerto. Los chiquillos nerviosos ante la posibilidad de conocer al ratón macrosómico y su colega el pato puñetero, y los adultos pensando en el presupuesto para comidas y cenas, además de en el frío que se ha desatado feroz en París. Hora de embarcar. Todos al avión... Se supone. Porque va a ser que no. Suspendido el vuelo. Gente que cobra diez veces lo del viajero puteado (¿se puede decir puteado?) decide dejarles en tierra. El estrés les lleva locos. El estrés y también que les quitan prebendas casi feudales. Así que, los señoritos se ponen de huelga sin avisar y joden (¿se puede decir joden?) a todo bicho viviente, ocasionando la ruina de más de uno y destruyendo derechos, ilusiones y economía de pequeños y de los insignificantes trabajadores que sólo pretendían evadirse unos días de la realidad ¡Y sin considerar el daño colosal infringido a la imagen de un país que no anda por sus mejores momentos!
Privilegiados que han chantajeado al país, y que deben de pagar por ello. La defensa de los propios intereses es legítima para cualquier colectivo, pero hay formas de actuar que son de obligado respeto si se desea ser un elemento más en la estructura social. Los derechos dejan de ser tales cuando impiden el ejercicio de los de los demás. Los controladores han abusado de su privilegiada condición y han cometido un delito contra la sociedad a la que en teoría pertenecen. Tienen que asumir su culpa y cumplir con el castigo que la justicia imponga. Sin más.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Descontroladores

¿De verdad saben la que han liado? ¿Son conscientes del quebranto económico que han provocado? Han perdido cualquier razón que pudieran tener en sus reivindicaciones sometiendo al país a un chantaje y perjudicando gravísimamente a miles de personas, desde taxistas hasta empresarios hoteleros, pasando por el vendedor de periódicos, la cajera del súper y por el que toca el piano por las tardes en la cafetería del paseo. Han hecho daño, mucho daño: España acentúa su imagen de estado bananero.
Son trabajadores salarialmente privilegiados que creen defender en lógica sus derechos, pero que no pueden bajo ningún concepto crear este desastre por no aceptar como computables bajas y descansos, privilegios con los que el trabajo real se cobra como extraordinario y se paga como efectuado el no realizado. No se discute su preparación ni su cualificación, lo que se discute es su falta de vergüenza, su descaro y la perversidad de su posición, ya preparada con anterioridad (que la movida no es espontánea).
Con su incalificable actitud van a conseguir sólo tres cosas: en un primer lugar, que se tenga que militarizar el espacio aéreo (impensable en un estado democrático). En segundo lugar, que todo el mundo esté de acuerdo en la posición tomada por el Gobierno, cosa harto complicada tal y como van las cosas en España. Y, en último lugar, que muchos van a perder el trabajo y pueden dar con los huesos en la cárcel.
Otra cosa es el fondo político del asunto, si la situación se ha tratado con la rapidez y la anticipación debida, si detrás de todo está un incumplimiento de acuerdos previos y si todo lo ocurrido se debe a la acostumbrada improvisación del ejecutivo Zapatero. Eso vendrá después. Ahora el problema es distinto y colosal. La ruina ocasionada se suma a la ya instalada, y va a generar que aquéllos que en un futuro lejano pensaban venir a España a dejarse su dinero, se lo planteen y prefieran irse a cualquier otro destino que le ofrezca más fiabilidad.
El ejército les va a obligar a cumplir con su trabajo y la justicia les va a obligar a responder por los daños causados. Y yo lo veo justo. Justo y necesario. Cualquier lucha por los derechos propios en democracia es lícita, pero hay que guardar formas y respetar libertades y derechos ajenos. No son maneras de actuar.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Pararle los pies

El sátrapa sabe contra quién está jugando. Un gobierno débil, en deriva y acabado es una pieza fácil para el taimado Mohamed VI, que ha chantajeado desde un principio al ejecutivo español, amenazando con reconquistar Ceuta y Melilla. Arraso el Sahara Occidental y vosotros a callar u os monto un lío de narices. Miles de sicarios ahogarían ambas ciudades y acabarían por invadirlas. Así que ya sabéis, a ser buenos o las consecuencias serán terribles.
Se le permitieron el insulto y el desprecio, se le consintieron el abuso y el bloqueo, y no se le pararon los pies. Francia y EE UU son aliados muy potentes, y el Duce del Magreb lo ha sabido utilizar contra nuestro gobierno, solo en su pasividad y su cobardía. Ahora se le ve el plumero con aun mayor claridad: tras el Sahara están Ceuta y Melilla, el objetivo verdadero de la ofensiva conquistadora del dictador marroquí. El norte de África debe ser suyo, cueste lo que cueste.
La pregunta del millón es ¿y ahora qué? Zapatero I, el reformista, no tiene la capacidad ni la decisión apropiadas para hacer frente a crisis económica y mangoneo marroquí a la vez. En la primera hace el ridículo día tras día, y en la segunda ya se ha bajado tantas veces los pantalones, que sólo le queda enseñar la pistola. El monarca alauí no se va a detener, va a medir hasta dónde puede tensar la cuerda. Ha mostrado su fuerza exterminadora y represiva en El Aaiún, ha enseñado los dientes la hiena que se cree león. Y enfrente se ha encontrado con acémilas asustadas. No sé si sería acertado darle un toque, enseñarle las garras y dejarle claro que por aquí sabemos defender lo nuestro, nuestro territorio. De lo que sí que estoy seguro es de que recuperar unas lagrimas de orgullo y vergüenza no estaría nada, pero que nada mal.

¿Por qué no?

Un buen amigo que sabe lo quemado que ando con el gobierno del innombrable y lo atónito que me quedo cuando el mago saca conejos de chisteras vacías, me ha enviado uno de esos correos plagados de soluciones a la crisis. Lo he leído porque leo todo lo que cae cerca de mis ojos y también porque todo lo que se refiere a la búsqueda de un bálsamo sanador para la ruina que llevamos encima me parece, como poco, interesante.

A grandes rasgos, lo que manifiesta el autor del mismo supondría, según sus cálculos, un ahorro de más de 45.000 millones de euros, cantidad suficiente como para darle tres pases de pecho a la crisis. Vamos allá con lo expuesto. Por un lado, propone eliminar el Senado, una cámara de relleno inútil y absurda, un garaje para políticos de vuelta de todo que en algún sitio han de poner el huevo. Por aquí, 3.500 millones menos de gasto. En segundo lugar, fuera finiquitos y pensiones vitalicias para los padres de la patria. A currar hasta el final como todos y, con el cómputo de meses que se aplica al resto de los mortales, se calcula lo que toca y punto.

Siguiendo en su argumentación, el escritor considera más que oportuno revisar con lupa los sueldos que se otorgan alcaldes y concejales de pueblos varios, y meterles un machetazo. Hay que cambiar el concepto de política como chollo donde llevárselo calentito, y no sería un mal lugar por el que empezar. Y, ya que estamos, al que pillen con las manos en la saca pública, quitarle hasta el calcio de los huesos para que pague por lo usurpado.

En el capítulo de gastos sin sentido y sin justificación, se detiene en el exceso de vehículos oficiales, todos de alta gama e insultante precio, en el abuso descontrolado de las tarjetas VISA que circulan como cucarachas entre manos derrochadoras y, como no podría ser de otra manera, en el lacerante, vergonzoso y ultrajante número de asesores y parásitos de seis mil euros al mes que, como una plaga, devoran las administraciones, desempeñando cometidos para los que ya hay funcionarios con la preparación más que suficiente y necesaria.

En la línea de inutilidades destaca también el elevado gasto que genera nuestra diplomacia, superior en cuantía y notablemente inferior en capacidad y calidad a la de Alemania y Reino Unido. A todo este cocido, le añade una rebaja del 30 % de las partidas 4, 6 y 7 de los Presupuestos Generales del Estado (transferencias a sindicatos, partidos políticos, colegas y fundaciones varias) y se encuentra con que no haría falta recortar 6.000 millones en inversión pública ni tocar los sueldos de los funcionarios y, ni mucho menos, congelar las pensiones.
Bueno. Sonar, suena bien, como ideas no están mal, son incluso sabrosos y apetecibles sopapos en los morros de la clase política dirigente. El problema, querido amigo, es que quiénes tienen que valorarlas son los mismos a los que dejaría en cueros su aplicación. Pero, lo dicho, si te lo piensas y sumas, resulta que no son para nada una memez. Una utopía, sí. Pero no una memez.

martes, 30 de noviembre de 2010

Alemania, Francia, España, cigarras, hormigas y el Capitán Tan

Un poco de literatura barata. Hete aquí que se era una infame colección de cigarras que se daba la gran vida, puliéndose todo como si el mundo se acabase a los diez minutos. Fiesta, alegría, derroche, derroche y derroche. ¿La saca llena? A vaciarla. Cerebro poco, pero música y jolgorio a quintales. Cigarra por aquí, cigarra por allá, todos fundiéndose lo suyo y lo de los demás, incluso lo de algunas hormigas que, poco, pero guardaban algún cuarto, a recaudo de aprovechados, gorrones y parásitos. Vivir al día, que el invierno quedaba lejos, muy lejos. ¿Qué hay de lo mío? Hinchamos el precio, lo reventamos y que apechuguen los pringados. Hasta algunas currantes se contagiaron del ambiente festivo y no colmaron sus reservas como era costumbre y obligación.
El tiempo pasó, el verano acabó, empezaron los vientos y los fríos y las puñeteras cigarras se helaron. Ellas y toda su comunidad, sin mantas, sin comida, sin abrigo, sin techo, sin vergüenza, sinvergüenzas. ¿Qué remedio quedaba? Mendigar a las pocas hormigas que, viendo el temporal, tenían en su poder lo único comestible que existía. Las cigarras palmaban en tropel, una tras otra muertas de hambre, heladas hasta las canillas. Dicen que llegaron a recurrir al canibalismo más atroz; te como y con tu fémur me hago un mondadientes. O tú o yo. El más fuerte se queda, el débil desaparece.
La cosa estaba tan mal que, aquéllas hormigas que habían sido más previsoras, se hicieron con el poder y, viendo el panorama y atisbando beneficio, optaron por no dejar fenecer a las antaño cantarinas y ahora suplicantes cigarras. Os ayudamos, pero pasáis por el aro. Nosotras ordenamos, mandamos y dirigimos porque vosotros, desdichados y desgraciados insectos, no valéis nada más que para el servicio humilde, para el vasallaje. Esto es lo que hay. De rodillas o a morir.
Grecia, Irlanda, Portugal, España, Italia, cigarras, cigarronas. Cada una con lo suyo. En nuestro caso, penoso y lamentable como el de los demás, la culpa es de todos, no nos libramos ni uno. ¿Por qué? Porque hemos consentido que el Capitán Tan y su banda de ineptos nos condujesen contentos y felices por el sendero de la ruina. Dinero para todos, ladrillos a quinientos, solares a diez mil, viajes a crédito, coches de trinca y la banca soltando y soltando. Una banca que se sabe ganadora, pase lo que pase, rien ne va plus, jamás pierde. Perdemos nosotros. Un país en bancarrota, con cinco millones de parados y los que vendrán. Así que, hermanos, a elegir: alemanes y franceses nos pueden dar de comer, pero hay que besarles las suelas de los zapatos. Lo otro suena a hambre. Eso sí, conocimiento, por favor. Hagamos lo que hagamos, una cosita: cepillémonos a la banda que nos gobierna y pongamos a otros más inteligentes, que seguro que los hay.

lunes, 29 de noviembre de 2010

¿Quién quieres que gane?

A mí me trae sin cuidado, pero qué contento estoy. Parezco el Macario, el muñeco de la boina y los pelos gordos, negros y tiesos como escarpias que le jalonaban las piernas. Y no lo digo por lo rústico del personaje ni por lo salido que estaba, que ya podría ser, ya. Lo digo porque soy feliz y todo es maravilloso y bello. Me he vuelto idiota y sueño sólo con que llegue la noche, salten los veintidós millonarios al campo y me entretengan con un espectáculo sublime.
¿Qué más da que la cosa esté tan mal? Para eso están los goles, para conducirnos al olvido. El sistema está agotado, por no decir destruido; ha vomitado toda su debilidad dejando en cueros a todos los que lo sustentamos. De seguir así, comer pasará de ser una necesidad básica a convertirse en una odisea imposible. Pero no pasa nada, un gol de Messi o de Ronaldo equivale a un menú de tres platos, nos engorda más que un cochinillo al horno.
¿Para qué preocuparse? Te pegas a la tele o escuchas la radio, y parece que nada más exista el partido de esta noche. Sólo Barcelona y Madrid, con unas gotas de elecciones catalanas, un poco del loco coreano y una miaja del Sahara Occidental. Para hoy ya hay bastante. Mañana, a recuperar la cantinela: trabajo para usted no tengo, pero, ¿vio el partido de ayer?
Dediquémonos pues a babear delante del televisor mientras nos la siguen clavando hasta la médula. Nosotros, al fútbol, que de lo de gobernar ya hacen como que se encargan los que nos han preparado la cama y construido el ataúd. En algo tenemos que entretenernos, que no todo va a ser penar y penar, ¿no?

Una periodista en peligro.

Éste es el concepto de libertad que gasta Mohamed VI, de transparencia en la información. Ana Romero, periodista de El Mundo en el Aaiún, destacada allí en virtud de un acuerdo entre los gobiernos de España y Marruecos, se encuentra bajo la protección de Mariano Collado, el depositario de los Bienes Culturales españoles en la capital del antiguo protectorado español. Ha tenido que acudir a cobijarse a la residencia de éste ante las advertencias del único representante del Gobierno español en la zona de que si sale a la calle para cumplir con su trabajo, que no es otro que el de informar con libertad, no podrá garantizar su integridad. La periodista teme por su seguridad, relata que la siguen a todos los lados y que le están presionando para que abandone y se marche. En una conversación telefónica con la cadena COPE ha manifestado: “Vine invitada por el Gobierno español y el de Marruecos y ahora se me está intentando echar con unas prácticas estalinistas. Marruecos quiere echarme de aquí, pero no quiere firmar una orden de expulsión".

El director de EL MUNDO, Pedro J. Ramírez, ha declarado en el programa “Así son las mañanas” de Ernesto Sáenz de Buruaga que apela “ al Gobierno español, a Rubalcaba, que se implicó personalmente en el acuerdo y a Trinidad Jiménez, a quien corresponde velar por la seguridad de los españoles en el extranjero, para que ejerzan su influencia y protejan la labor profesional de Ana Romero en El Aaiún, que todavía no ha concluido". A continuación ha expresado su preocupación al decir que "Ana corre un serio peligro en El Aaiún, un serio peligro físico. Mariano le ha asegurado que si ella abandona la residencia para ejercer el periodismo no podrá volver a ser admitida y protegida".

Todo esto viene a cuento de que Ana Romero está recabando con imparcialidad y objetividad datos sobre torturas y desapariciones de saharauis en la Cárcel Negra de la capital del Sahara Occidental. Hasta ciento treinta se encuentran allí recluidos, sometidos a todo tipo de vejaciones y maltratos físicos. Y esto no parece noticia del agrado de la dictadura marroquí. Como tampoco debió serlo el testimonio recogido el pasado sábado por la periodista de El Mundo en el que una mujer saharaui denunciaba haber sido violada por tres agentes de las fuerzas de seguridad de Marruecos el día después de que arrasaran el campamento de Gdeim Izik. Marruecos sólo quiere que se conozca su verdad, esa fábula manipulada en la que el invasor se convierte en víctima y el represaliado en verdugo. El gobierno español tiene la obligación de intervenir ya, con la dureza que requiere el asunto, y evitar que con Ana Romero se cometa vejación alguna. Otra forma de actuar además de irresponsable y cobarde sería participar como cómplice de lo que pudiese ocurrir. A ver si de una vez por todas hacen lo que tienen que hacer, que ya va tocando.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Vamos al recreo: Barcelona-Madrid

Tocaba el timbre y salíamos todos disparados al patio, dispuestos a correr como pavos sin cabeza detrás de una pelota. No existía otra cosa en el mundo más importante que esa. Un chapí-chapó o un pares o nones, dos equipos de veinte para arriba, un campo de tierra y a correr. No sabías quién iba con quién, el mismo que te pasaba la pelota, en la siguiente jugada te la robaba y te metía un gol, ejerciendo de tránsfuga. Igual contabas con tres porteros, todos con la condición de regateadores, que igual la portería sufría el más miserable abandono, a merced de los palomeros que indefectiblemente rondaban junto a los postes sin parar de pedirla. Luego estaban aquéllos que controlaban bien el tema, que sabían, que llevaban el balón pegado a los zapatos y chupaban sin piedad, ante el aburrimiento del resto. En ocasiones estos últimos jugaban solos, mientras los modestos peloteros desertábamos y nos entregábamos a las canicas, a tirarnos piñas y piedras o, simplemente, a sentarnos a disfrutar del espectáculo. Era maravilloso, una catarsis absoluta, los problemas olvidados, enterrados entre el polvo, expulsados a patadas y empujones. Era el recreo, la liberación.
El fútbol tiene estas cosas. España está quebrada, rota por la incalificable ineptitud de los dirigentes políticos. El domingo, Cataluña habrá puesto en juego su gobernabilidad y, quién sabe, si la del país también. El lunes, algunos afortunados trabajarán y otros continuarán buscando su fortuna, mientras los mercados seguirán especulando con nosotros, extrayéndonos la sangre sin piedad. Los rectores del Estado insistirán en su lamentable deambular, exponiendo las vergüenzas propias y ajenas. Pero todo perderá su trascendencia al llegar la noche; repicará el timbre y saldremos al patio. En ese momento, los españoles nos entregaremos al fútbol, dedicaremos nuestra pasión a un Barcelona-Real Madrid que anulará la razón y desterrará rabia y penas. Seguro que pasaremos un buen rato. Lo malo vendrá después, cuando los Ronaldo, Messi y demás terminen con su negocio y volvamos al nuestro, a la puñetera realidad, a aplicarnos duramente para que los Zapatero y compañía no nos pinchen el balón, dejándonos sin recreo.

Somos la mejor generación.

Sí. La del 85. La mejor. Y reto a cualquiera a que rebata lo que yo afirmo. Yo, por mi parte, ofrezco los argumentos que me otorgan la licencia para ser tan tajante en esto. Y es que no admite discusión. Porque, digo, a ver, de no ser así, quién me explica a mí cómo puede ocurrir que transcurridos una pila buena de años desde que nos separamos en el colegio ciento treinta que éramos entre tíos y tías, aún nos juntemos una espléndida cantidad un par de veces al año para pegar un bocado, echar unas risas, saltar, cantar, bailar y bebernos el Nilo. Vicios propios todos de una generación que con ocho años vio morir a Franco, que asistió al germinar de la democracia con doce, y que con catorce se aprovechó de todas las dosis de libertad que ofrecieron a garrafones los ochenta. Alternamos estudios con juergas y exprimimos la juventud hasta el agotamiento. Luego, como debía ser, cada uno por su lado, a pelear, a luchar por y con la vida, a buscar la propia estabilidad, a intentarlo todo con tal de ser felices. Y en esas seguimos, como casi todo el mundo.
Lo que nos diferencia del resto es que, siendo tan distintos, nos queremos de verdad. Es vernos y retroceder veinte o treinta años, reírnos a gusto y disfrutar de una de las cosas más maravillosas que la vida nos puede ofrecer. Yo, particularmente, en cada encuentro me arranco la mala leche, me olvido de todo y, sin exagerar, soy inmensamente feliz. Así que, y a las pruebas me remito, aquéllos que nos dijimos hasta luego en el 85 somos y seremos amigos siempre. Un abrazo y un beso para tod@s.

viernes, 26 de noviembre de 2010

O él o nosotros

No me llega la camisa al cuello. Y no es por haber engordado, no, que lo de comer con opulencia no está a mi alcance. Estoy asustado por lo cerca que estamos del abismo. El discurso de “España sale de la crisis, hay brotes verdes, el final está cerca, no hay problemas que no podamos solucionar, somos solventes, estamos en la champions de la economía, etc.” ha cambiado. Ahora hay que temblar, pues se acerca el leñazo salvo misericordia de los mercados. Y éstos han decidido castigarnos.

El Gobierno ha enterrado su sonrisa burlona. Zapatero prometió no hacer más reformas, pero no le va a quedar más remedio. Otra mentira de alguien que sólo genera recelo, dentro y, lo que es peor, fuera. Nadie cree en él y eso le erige como el principal escollo que tenemos para superar la crisis. España tiene capacidad, pues los españoles la tenemos. Sin embargo, el hecho de que al frente del país se sitúe un cadáver político del que no se fían ni sus propias manos nos convierte en los siguientes en hundirnos, los próximos en reclamar auxilio.

Claro está que la culpa es del PP, antipatriotas, ácratas desestabilizadores que han llevado a la ruina al estado, terroristas económicos, los únicos culpables de que en este país existan cinco millones de parados, de que el diferencial de deuda sea el más alto de la historia, de que nadie confíe en la capacidad de reacción española, del ridículo en política exterior y, sobre todo, de que en España la mayoría seamos cada día más pobres, mientras que sólo algunos favorecidos son cada día más ricos. Política social que se llama.

Claro como el agua. El responsable absoluto de nuestra ruina y de lo que queda por venir no es otro que José Luis Rodríguez Zapatero. Y al que no le guste, allá él con su ceguera. En el mismo instante en que desaparezca de la vida pública, España empezará a recuperarse. Y no hay otra. O él o nosostros.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Los violentos son cobardes y asesinos.

El violento mata por su mala educación, por la nefasta tradición de superioridad que la sociedad impone y por su maldito sentido de posesión. Escudándose en unos sentimientos bastardos y confusos, el violento asume el papel erróneo de legislador de las voluntades femeninas, intentando fiscalizar y controlar los deseos y aspiraciones de la mujer, controlar su vida. Después, cuando ésta se rebela contra la injusticia y el abuso, se transforma en juez y ejecutor, en asesino.

El violento mata por cobardía; la propia impotencia vierte los fracasos en la figura de la mujer. Se le convierte en culpable, se le somete a tortura, se le responsabiliza de todo y se le castiga sin piedad. Para lograr sus fines, el sádico no necesita acabar con la vida; la mujer sufre maltratos psíquicos y humillaciones, todos bajo la amenaza del daño físico, ubicando la sombra de la muerte sobre ella.

El violento mata porque no es hombre, porque ha perdido totalmente la dignidad y la humanidad, porque no tiene, y quizás nunca ha tenido, el menor síntoma de cordura. El violento mata porque es incapaz de reconocer su miseria y su inutilidad. Y la paga con la que considera más débil, con la que cree que es su objeto más delicado y molesto.

La violencia de género no tiene fin. El violento es cobarde, salvaje y ruin, un engendro injusto de la naturaleza que practica su maldad como deporte habitual. Debe ser perseguido, acosado como alimaña que es, abatido, capturado y castigado con toda la dureza posible.

El problema es que no sabemos prevenir el mal. Y cuando se consigue, el miserable se esconde y espera a su presa hasta que la caza y liquida sin compasión. La educación recibida ha desarrollado el cáncer de su locura y, lo que es aún peor, en la mayoría de las ocasiones considera que obra con justicia. Hay que detenerle antes de que actúe. Hay que evitar que actúe.

A la rica foto

Bien que lo veo. Que se haga fotos, todas las que pueda, que algún recuerdo quiere tener el hombre para enseñar a sus nietos. Porque estos tiernos infantes, cuando estudien historia de España en el instituto, siempre y cuando para esas fechas existan aún España y los institutos, y vean el nombre de su yayo en negrita como el responsable del mayor desastre económico del país, lo pasarán muy mal. Entonces el abuelo aparecerá con la colección de instantáneas y les dirá:
-Mirad, todo eso es relativo. Hay que tomarlo con perspectiva, teniendo en cuenta los acontecimientos. Yo fui un gran hombre, al que todos admiraban y respetaban. El estadista más importante del mundo en aquellas fechas. Mirad, aquí estoy con Obama, presidente de los EE. UU., que también tuvo mala suerte. En esta otra, con el Rey de Marruecos, con Mohamed VI, el Duce del Magreb. ¡Gran tipo! Un poco sanguinario quizás, pero mi amigo…
-Abuelo, ¿ése no fue el que nos levantó Ceuta y Melilla, y se hizo con el control militar del norte de África?
-Bueno, para que lo tuvieran los terroristas, mejor que lo controlara él.
-Sí. Pero dicen que exterminó a todo un pueblo, el saharaui, y que vosotros no hicisteis nada para evitarlo.
-Eso son malas lenguas. Ahí actué defendiendo los intereses de España… Además, no me interrumpas que pierdo el hilo. Continúo. En estas estoy con todos los líderes de Europa, trabajando codo con codo. ¡Qué tiempos!...Y en estas, en el G-20, con las demás potencias mundiales…
-Abuelo, ¿eso ocurrió antes o después de que nos tuvieran que sacar del hoyo?
-Tú preguntas mucho y te estás volviendo impertinente, niño. Si sigues por ahí, guardo el álbum y te quedas sin cenar. A ver si te enteras que no fue culpa mía, que yo hice lo que pude, que me obligaron. Y si no, espera y verás. ¿Ves ésta? Aquí estoy con los jefes de las 30 mayores empresas del país. Todos arropando mi gestión, todos pendientes de mis decisiones para arreglar las cosas. Nada se hacía en este país sin que antes lo hubiera decidido yo. Para que os hagáis una idea correcta de las cosas, ¿veis este señor de blanco que camina a mi lado en Barcelona? Todavía recuerdo que la gente se preguntaba sobre quién era ése que iba con el Presidente.
-¿Y quién era, abue?
-El Papa, hijo, el Papa. Así que ya sabéis, no creer lo que digan los profesores y los libros. Seguro que la editorial es del hijo de Mariano, como mínimo. Vosotros, cuando queráis conocer algo de aquella época, me visitáis y os cuento la verdad…

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Viene la gripe irlandesa.

Y para ésta las medicinas con las que contamos no están resultando, bien por la escasa o nula efectividad de las mismas, bien porque el facultativo de turno no es capaz de diagnosticar el mal y acertar con el remedio. El virus económico acecha amenazante a una España débil, con las defensas bajas y sin anticuerpos. El vecino irlandés ha caído y los próximos parece ser que seremos nosotros, salvo milagro.
Está claro que no somos Irlanda, que nuestra situación no es la misma. Pero pienso yo que quizás la enfermedad que se va a cernir sobre los españoles es distinta a la que ha exigido el rescate irlandés. La marca España está en mínimos históricos. Nadie cree en nuestra capacidad para establecer reformas reales que ofrezcan resultados tangibles a corto y largo plazo. Los mercados no confían en el Estado español y nuestro diferencial de deuda sube sin remedio. El ejecutivo se ve incapaz de crear empleo, las medidas adoptadas y las pendientes de asumir no muestran la suficiencia requerida y los socios de la Unión ven peligrar toda la estabilidad de la zona euro. España no vende más que desconfianza y recelo, nadie quiere compartir mesa con aquél que, además de robar los cubiertos, no tiene para pagar su comanda.
La economía española ya está enferma, casi terminal, y esto no es ser pesimista, es ver la realidad. De acuerdo con que la crisis es mundial, que afecta a todos los estados, y que los hay peor que nosotros (estos ya tienen la mortaja lista). Dado el sistema en el que se mueven los estados, se depende del exterior para fortalecer lo doméstico. Y en nuestro caso, los que se tienen que fiar de nosotros no están por la labor.
Soluciones hay seguro, duras, muy duras. Pero todas arrancan, a mi entender, en el mismo punto: el gobierno español debe retirarse, dimitir y convocar elecciones. Luego, la evolución de nuestra economía dirá si los sustitutos están más capacitados o no, o simplemente generan mayor confianza a los mercados. Yo lo tengo muy claro. Nadie en este país lo puede hacer peor que el ejecutivo actual y su presidente. Nadie.